PALESTINA: Hamas ofrece lugar a Al Fatah

Tras su sorpresivo triunfo en las elecciones parlamentarias palestinas, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) ahora emprende la difícil tarea de formar una coalición con el partido secular Al Fatah y convencer al mundo de que es capaz de gobernar.

Los resultados de los comicios del 24 de enero fueron motivo de enfrentamientos callejeros entre simpatizantes de ambos partidos, e incluso de un atentado con bomba contra la oficina de Al Fatah en Gaza.

"Hamas no esperaba esta victoria. Ellos confiaban en que serían el partido minoritario de una futura coalición", explicó a IPS el analista Robert Lowe, director del instituto académico Chatham House, con sede en Londres, dedicado a la investigación de asuntos de Medio Oriente.

El panorama se tornó sombrío para el movimiento islamista la semana pasada, cuando Israel decidió detener la habitual transferencia de dinero a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) correspondiente a los impuestos que cobra en los territorios ocupados.

Asimismo, países y organizaciones donantes anunciaron su intención de suspender ayuda al desarrollo de Palestina a menos de que Hamas renuncie a las armas.
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El Cuarteto (instancia de mediación internacional integrada por la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia) teme que la ANP gobernada por Hamas forje en respuesta una fuerte alianza con Irán, país en conflicto con Occidente por su programa de desarrollo nuclear.

Analistas advierten que, en este contexto y sin Al Fatah, sería aun más difícil lograr la estabilidad de Gaza y Cisjordania.

"Es un difícil llamado para Al Fatah. Si no se integra al gobierno para apoyar a Hamas y asegurar que la ANP siga funcionando, podría ser acusado de falta de responsabilidad y de negligencia en atender a su pueblo", sostuvo Lowe.

El analista señaló que la oferta de Hamas a Al Fatah evidencia su temor a asumir una total responsabilidad en el gobierno. "El movimiento está de verdad en problemas", afirmó.

También expresó preocupación por los futuros pasos del brazo armado de Al Fatah, las Brigadas de Mártires de Al Aqsa. Algunos miembros del partido han pedido la renuncia del presidente palestino Mahmoud Abbas, a quien lo consideran un traidor por haber permitido un triunfo de Hamas.

Tras la derrota, Al Fatah prometió que concentrará sus fuerzas en la reconstrucción del partido fundado por el líder palestino histórico y ex presidente Yasser Arafat. El sector tiene mucho para perder como para negarse a colaborar con Hamas en el gobierno.

"La mayoría de los funcionarios de instituciones de la ANP y sus ministros son de Al Fatah, y una demora en el pago de sus salarios podría crear un gran trastorno en la vida de un cuarto de la fuerza laboral palestina en Cisjordania y Gaza", dijo a IPS el sociólogo Jamil Hilal, de la Universidad Birzeit, de Cisjordania.

"Tanto Al Fatah como Hamas quieren asegurarle la tranquilidad a estos empleados, sobre todo considerando que 60.000 de ellos, la mayoría miembros o simpatizantes de Al Fatah, están armados, pues trabajan en las fuerzas de seguridad. Por eso hay gran presión sobre ambos partidos para que colaboren entre sí", afirmó.

Algunos observadores políticos advierten que el enfrentamiento entre los dos partidos a nivel de las bases podría eventualmente derivar en una guerra civil, que se podría propagar a la frontera con los asentamientos judíos y arrastrar a las fuerzas de seguridad israelíes.

"Todavía está por verse cuáles serán las principales figuras en los servicios de seguridad. Ése puede ser otro motivo de enfrentamiento", alertó Hilal.

El hecho de que Hamas sea inexperiente en asuntos de gobierno es otro motivo de preocupación. Aunque mejor organizado y más unido que Al Fatah, carece de experiencia en administración de grandes territorios.

No obstante, el movimiento tiene práctica en dirigir redes de caridad y servicio sociales, muy apreciadas por la población.

Antes de su triunfo electoral el mes pasado, Hamas había expresado su deseo de aplicar un código de conducta islámico en los territorios palestinos, lo que llevó a analistas israelíes a comparar a este grupo con el movimiento islamista Talibán, que gobernó la mayor parte de Afganistán entre 1996 y 2001.

Algunos miembros de Hamas reiteraron esa idea tras los comicios parlamentarios.

En ese nuevo orden islámico se prohibiría el alcohol, se obligaría a las mujeres a cubrir la mayor parte de su cuerpo, se limitaría la socialización entre ambos sexos, y se restringiría la música y el baile.

Pero la mayor preocupación es la animosidad de Hamas hacia Israel. El movimiento se niega a negociar a menos que ese país retire sus fuerzas a las fronteras existentes antes de 1967, cuando el ejército israelí invadió Jerusalén oriental, Gaza y Cisjordania.

Además, se espera que el nuevo gobierno palestino fortalezca sus conexiones con otras naciones musulmanas, en particular las más fervientes opositoras a Israel.

"Organizarán sus fuerzas de seguridad. Organizarán sus armas", alertó Gershon Baskin, del Centro de Israel y Palestina para la Investigación y la Información, con sede en Jerusalén.

Sin embargo, para mantener el flujo de ayuda internacional, es probable que Hamas respete un cese del fuego con Israel y se abstenga de realizar ataques suicidas contra objetivos israelíes, añadió.

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