Salvar obras de la tradición oral, fiestas, artesanías y hasta maneras del ver el mundo, entre otras muestras del patrimonio inmaterial acumulado por la humanidad, requiere de la voluntad política de los gobiernos y, sobre todo, del aporte de las comunidades protagonistas.
"Fomentar la participación de la comunidad involucrada en la salvaguarda de su propio patrimonio" es fundamental, dijo a IPS Frederic Vacheron, especialista de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Unesco, con sede en La Habana.
Esta línea de trabajo forma parte de la estrategia que la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) pondrá en marcha el 20 de abril, con la entrada en vigor de la Convención para la salvaguardia del patrimonio inmaterial.
Aprobada en la Conferencia General de la Unesco, en octubre de 2003, la convención ha sido ratificada hasta la fecha por 32 estados.
Aunque el especialista resalta "el protagonismo de las comunidades que son los portadores vivos de tal patrimonio", no resta importancia a la participación pública. "Los gobiernos tienen la obligación en sus políticas culturales de fomentar el reconocimiento de esas expresiones culturales", afirmó.
Entre las acciones previas a la entrada en vigor de la convención, la Unesco promovió la realización del 7 al 10 de este mes en La Habana del encuentro internacional denominado "Nuevos enfoques sobre la diversidad cultural: rol de las comunidades".
A la cita asistieron representantes de obras maestras intangibles reconocidas por la organización y expertos del organismo. Los "portadores vivos" del patrimonio entraron en contacto con "técnicas de cartografía cultural, métodos que permiten un inventario con metodología participativa de la comunidad", señaló Vacheron.
Esta forma de "capacitación" llegó, entre otros, a representantes de la Hermandad del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella, de República Dominicana, de la comunidad brasileña de Wajapi, del pueblo garifuna de Belice, de los zapara de Ecuador y de la Tumba Francesa de Cuba.
La Unesco ha proclamado 90 obras maestras del patrimonio oral e inmaterial de la Humanidad en 107 países, con el fin de protegerlas "de las amenazas que se ciernen sobre ellas a causa de los modos de vida contemporáneos y los procesos de mundialización".
Tales obras maestras incluyen tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial, artes del espectáculo, usos sociales, rituales y actos festivos, conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo y técnicas artesanales tradicionales.
La convención entiende como patrimonio cultural inmaterial "los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, junto a los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes, que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural".
Estas manifestaciones se transmiten de generación en generación, se recrean constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, proceso que les otorga un sentimiento de identidad y continuidad y contribuye a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana.
Al mismo tiempo, prevé la creación de una lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad y otra referida a dicha herencia, pero que requiera "medidas urgentes de salvaguardia", destacó Vacheron.
Con la plena vigencia de la norma, añadió, "los mecanismos de implementación van a ponerse en marcha", entre otros "la creación de un Fondo, que permitirá el apoyo financiero de varios proyectos" de protección y revitalización del patrimonio intangible de la Humanidad.
Además, estaremos en condiciones de brindar "asistencia técnica a los estados en términos de expertos y conocimientos en este campo", puntualizó.
Más allá de la obligación de los gobiernos, el especialista enfatiza que en todo el proceso "la comunidad deberá ser consultada" para evitar "la folclorización de ese patrimonio". Según el especialista, tal proceso de "momificación" enajenaría dicho patrimonio "de su contexto humano" y lo convertiría en una "expresión que ya casi no es cultural".
Otro de los retos que enfrentará la Unesco y sus estados miembros con la entrada en vigor de la Convención, radica en la necesidad de que su implementación tenga lugar "en un contexto de diálogo intercultural y de cohesión social".
"Esta claramente expresado en la Convención de 2003 sobre el Patrimonio Inmaterial y la Convención de 2005 sobre la Diversidad Cultural, que todo trabajo de salvaguarda de la cultura tiene que hacerse con un enfoque de respeto de los derechos humanos y de dialogo intercultural", afirmó.
Este último mecanismo fue aprobado el 20 de octubre de 2005 por 148 votos a favor, dos en contra (Estados Unidos e Israel) y cuatro abstenciones (Honduras, Nicaragua, Liberia y Australia).
Ambas convenciones se complementan porque, según Vacheron, se trata de "salvaguardar o rescatar el patrimonio inmaterial" y, al mismo tiempo, "permitir a este patrimonio existir a través de las diferentes industrias culturales".
La normativa sobre diversidad cultural pretende posibilitar "a la gente tomar parte de la economía global y nacional" en un marco de protección "a su propia expresión cultural", que no puede ser considerada "como una mercancía corriente", explicó.