Más de un cuarto de siglo después de la muerte del presidente yugoslavo Josip Broz, más conocido como Mariscal Tito, su viuda, Jovanka, de 81 años, logró que pusieran un techo en su humilde vivienda.
"Lo que ha sufrido Jovanka Broz es una vergüenza para este país", dijo a la prensa el ministro de Derechos Humanos de Serbia y Montenegro, Rasim Ljajic. "La señora Broz vivía en condiciones catastróficas, y debíamos corregir eso."
Parte del techo de la casa de propiedad estatal donde vive Jovanka desapareció, el resto está quebrado y la calefacción no funciona desde hace años. El gobierno asumió este mes la reconstrucción de la vivienda.
Funcionarios del gobierno que hoy tienen entre 30 y 40 años de edad creían que Jovanka Broz había muerto hacía mucho. Muchos eran niños o adolescentes cuando falleció el poderoso Tito, en 1980.
Pero algunos se enteraron que la anciana vivía en una pequeña casa deteriorada, y decidieron hacer algo.
Tito fue el líder del movimiento armado antifascista que liberó la hoy disuelta Yugoslavia de la ocupación alemana en la segunda guerra mundial (1939-1945), y también encabezó el régimen comunista establecido en la posguerra.
Bajo su liderazgo, Yugoslavia gozó de un periodo de paz y de prosperidad muy peculiar en el contexto del campo comunista de entonces. Los yugoslavos tenían, por ejemplo, libertad para viajar al extranjero y para instalar empresas privadas.
Belgrado proclamaba que su camino no estaba "ni con Oriente ni con Occidente". Junto con el líder egipcio GAmal Abdel Nasser y el indio Jawaharlal Nehru, Tito fundó el Movimiento de Países No Alineados (Noal) a fines de los años 50.
Cuando Tito murió, a los 88 años de edad, sus sucesores sometieron a Jovanka Broz a un virtual arresto domiciliario y confiscaron todas sus pertenencias. Se la trasladó luego a una pensión del Estado, a la que se le permitió llevar apenas unas pocas fotografías y objetos personales.
Sin embargo, los colaboradores más cercanos de Tito habían logrado separar la pareja ya tres años antes de la muerte del presidente, pues aseguraban que Jovanka Broz conspiraba para suceder a su marido.
Se le permitió asistir al funeral, en mayo de 1980, para no dar mala impresión ante los más de 100 jefes de Estado y de gobierno que visitaron Belgrado.
El culto a la personalidad de Tito se resquebrajó poco después de su muerte. Las distintas repúblicas de la Federación Yugoslava se fueron desmembrando a partir de 1991.
Desde la muerte de Tito, Jovanka Broz vivió casi recluida. La pareja no tuvo hijos. Los únicos visitantes que concurrían a su casa eran su hermana y sus sobrinas. Nunca había hablado en público sobre los sufrimientos que pasaba.
"Puede decirse, en cierto sentido, que Jovanka Broz compartió el destino de Tito, cuya memoria fue marginada a raíz de la propaganda independentista y nacionalista en las antiguas repúblicas yugoslavas a fines de los años 80 y principios de los 90. Por eso ella misma fue olvidada", dijo a IPS su abogado, Toma Fila.
"Ella tiene todo el derecho, como viuda de Tito, a poseer sus pertenencias, cartas, joyas, obsequios y recuerdos obtenidos por él en 28 años de matrimonio", consideró Fila.
El fallecido líder comunista, coherente con su prédica, no poseyó grandes bienes ni dejó testamento escrito. Las autoridades yugoslavas se apresuraron a aprobar una ley tras la muerte de Tito, la cual declaraba que todas sus propiedades "pertenecen al Estado".
Esos bienes permanecen en los desvanes y sótanos de viejas residencias, pero gran parte fueron saqueados por los propios colaboradores de Tito, muchos de ellos muertos hace tiempo. Una colección de sus pertenencias se exhibe en un pequeño museo cerca de la tumba, en Belgrado.
También su nieto, Josip Broz, residente en Belgrado, desearía conservar en su poder parte del legado de Tito.
"Además de impedir que Jovanka recogiera su ropa, joyas y álbumes de fotos, los colaboradores de Tito no permitieron que otros familiares tomáramos nada de su residencia", dijo Broz a IPS.
"No quiero mucho. Apenas algún rifle, alguna pertenencia personal para recordarlo", agregó.
Jovanka Broz, cuyo apellido de soltera era Budisavljevic, era una combatiente de la resistencia antinazi que se casó con Tito en 1952, a los 28 años de edad. Él tenía 32 más que ella.
Una versión sobre el matrimonio indica que Budisavljevic fue elegida porque la hermosa joven de ojos y cabellos oscuros era una serbia nacida en Croacia, con impecables antecedentes antifascistas.
Tito, en cambio, era croata, por lo que la boda representaría la unidad de Yugoslavia a pesar de las rivalidades nacionales y étnicas.
La mujer tenía un buen vínculo con los dos hijos de Tito, nacidos de matrimonios anteriores. En los años 50, 60 y 70, fue testigo privilegiada de los éxitos nacionales e internacionales de su esposo.
Jovanka Broz espera recuperar las fotografías, las cartas y otras pertenencias de Tito para recordar esos años de gloria, dijo su abogado. (