Una grúa mecánica de madera, pintada en colores fuertes como un juguete antiguo, levanta su carga: un enorme mapa de Argentina en posición horizontal, con los ramales ferroviarios como venas abiertas que lo atraviesan. Parece un gigante herido con destino desconocido.
Es apenas un momento en la muestra "La Normalidad", que reúne en Buenos Aires a 45 artistas, intelectuales y grupos de distintas disciplinas nacionales y de Alemania, Austria, Brasil, Chile, Francia, Holanda y Rusia.
La exposición, que comenzó el miércoles 15, es la tercera etapa del proyecto internacional "Ex Argentina".
"¿Es un globo que se escapa de las manos? ¿Es un queso gruyere todo agujereado? ¿Quién dice lo que es (aunque sea en inglés) un país que está globalizado?", reflexionan al pie de la grúa los artistas de Ferrowhite, un grupo argentino que narra la historia de este país a partir de algunos hitos económicos que dejaron huellas.
Los artistas recuerdan que a comienzos de los años 90, cuando los ferrocarriles aún no se habían privatizado, había 40.000 kilómetros de vías que comunicaban al país mediante la labor de 90.000 empleados. Con la subasta de los servicios, los rieles se limitan hoy a 10.000 kilómetros y ofrecen apenas 6.000 puestos de trabajo.
El proyecto "Ex Argentina" comenzó en 2002, tras el colapso económico y social de este país que dejó en la pobreza a más de la mitad de sus 38 millones de habitantes. Los curadores son los artistas alemanes Alice Creischer y Andreas Siekmann, que presentaron la primera muestra en 2004 en Colonia, Alemania.
"El nombre Ex Argentina surgió porque en alemán 'ex' alude a 'ejemplo', algo de lo cual extraer un sentido, y a partir de la crisis de 2001 Argentina operó como un caso testigo a nivel mundial de un proceso de globalización sin contención que fracasó rotundamente", explicó a IPS Gabriela Massuh, directora del proyecto local.
"Pero además, 'ex' hace pensar en un país que se fue y otro que viene", añadió Massuh, señalada por los curadores alemanes como la verdadera mentora del proyecto "Ex Argentina", apoyado financieramente por el Instituto Goethe de Buenos Aires y el Fondo Federal de Cultura de Berlín.
Los artistas de Ferrowhite echan luz al colapso con un vagón que arrastra a la Casa de Tucumán, el sitio en el que Argentina declaró su independencia en 1816. En sus ventanas aparecen los rostros de presidentes y ministros que pusieron en marcha y apuntalaron el modelo neoliberal de ajuste y privatizaciones en la década del 90.
"El modelo anterior está agotado. Hay uno nuevo (aunque parece usado). Ajuste la manija y agarre la manija, a ver si arranca para nuestro lado", invitan los artistas.
¿Por qué se llama "La Normalidad" la muestra en Argentina? "Después de la crisis se instaló muy rápidamente un discurso de recuperación económica que parecía decir: 'aquí no ha pasado nada'. Se taparon los conflictos, las protestas, y se pretende que 'la casa está en orden'", dice Massuh.
Los artistas involucrados en esta muestra rechazan esta pretensión. "La normalidad es como una palabra mágica que borra la anormalidad de la mitad del país que sigue viviendo fuera del sistema, y de los que estamos integrados pero vivimos en la precariedad", dijo a IPS el artista argentino Eduardo Molinari, quien se considera un artista social, comprometido, que trabaja en la relación entre arte, historia y política.
"Mi intención es la de reflexionar sobre el modo en que se narra la historia a través de fotos, dibujos e instalaciones. Considero que no hay límites entre la práctica artística y la política", definió.
Para este artista, que participa de la muestra con un trabajo conjunto hecho con colegas de Alemania y con un fabricante argentino de títeres y juguetes para organizaciones sociales, la tarea es "contribuir a producir un universo simbólico, un espacio artístico en el que se pueda dialogar sobre la realidad social".
La muestra ofrece esculturas, videos, fotografías, dibujos, instalaciones, poesía, cine y debates. Grupos de arte callejeros presentan mediante fotos sus intervenciones durante la crisis, hay realizadores que presentan sus trabajos en video sobre la crisis en el interior del país, instalaciones que ironizan sobre los fracasos de la política.
Procedente de Francia, participa el grupo "Bureau dètudes", de Brasil el colectivo "Bijari" y el "Contra Filé", de Berlín los "Desocupados Felices" y Matthijs de Brujne, Holanda, quien trabajó con recuperados urbanos de la basura en Buenos Aires y vende algunos de los objetos encontrados entre los residuos por Internet.
También el grupo callejero ruso "What has to be done?", que ofrece fotos de movilizaciones populares en su país junto a textos del autor alemán Bertolt Brecht.
Los visitantes pueden llevarse como recuerdo fotos-postales, pero no del emblemático Obelisco sino de sitios naturales abandonados por empresas privatizadas como la empresa petrolera Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF), con su secuela de desempleo. Es el caso de la noroccidental provincia de Salta con el petróleo.
Por un momento, el público puede acomodarse en una asfixiante cabina que simula ser el lugar donde opera un "teletrabajador", típico empleo precario que se multiplicó en Argentina durante la post crisis, destino de miles de jóvenes que buscan su primer empleo.
Hay también una instalación con cabezas de cerdo con nombres de políticos y remeras que invitan a llamar a servicios telefónicos gratuitos "0800", pero seguidos por la palabra "hambre", "desocupación", "represión" o "corrupción, y una escultura de huesos del artista plástico León Ferrari, que pende del techo, y representa el escándalo del hambre que aún persiste, según su autor.
La muestra no está restringida al Palais de Glace, el museo de Buenos Aires en el que se presenta la sección principal, sino que se extiende a otros sitios desde los cuáles se suman presentaciones y se ofrecen lugares de reflexión y debate.
Dos de esos sitios son empresas recuperadas por sus trabajadores tras la crisis (la firma textil Chilavert y el Hotel Bauen), la radio comunitaria La Tribu, y la sede en Buenos Aires de la agrupación H.I.J.O.S que reúne a hijos de personas desaparecidas durante la dictadura argentina (1976-1983).
En este último sitio, artistas, intelectuales y público se proponen reflexionar acerca de la construcción política de la memoria, el rol que juega lo simbólico en esa construcción, y la "normalización" de la impunidad de muchos de los que estuvieron involucrados en violaciones a los derechos humanos durante la represión militar y policial de los años 70.
Los participantes extranjeros se nutren de la experiencia argentina, que mostró el colapso de un modelo y las tensiones que aún oculta. Pero además aportan sus propias vivencias sobre "la normalidad" en ciudades de Brasil, en Chile, en Alemania reunificada o en Rusia, que vive su propia recuperación económica.
"En Europa, muchos artistas reflejan que también se finge una aparente normalidad y una negación sobre las fallas de un sistema que se muestra incapaz de generar puestos de trabajo para todos", observó Massuh. Es así como la experiencia de reconstrucción de la memoria del nazismo en Alemania sirve a la vivencia argentina.
La muestra, renovada y con aportes de cada país, estuvo desde 2004 hasta ahora en Colonia, Alemania, en Rotterdam, Holanda, en Miami, en Barcelona, en Viena, y ahora por primera vez en Buenos Aires, donde permanecerá hasta el 19 de marzo.