Las huelgas que paralizaron durante todo enero a las compañías extranjeras radicadas en Vietnam ponen en guardia al gobierno, preocupado por el clima de inversiones y por el contagio del malestar que comienza a notarse en las firmas nacionales.
Decenas de miles de trabajadores de parques industriales del sur y zonas francas de procesamiento de exportaciones (maquilas) interrumpieron su labor durante todo el mes de enero, para reclamar al gobierno un aumento del salario mínimo acorde con la inflación.
El periódico Nguoi Lao Dong (Trabajador) informó a fines de mes que el primer ministro Phan Van Khai pidió al Ministerio de Planificación e Inversión propuestas para poner fin a las huelgas en provincias y ciudades que albergan a compañías de inversión extranjera directa.
Esa intervención representó la admisión por parte del gobierno de que los trabajadores estaban descontentos con la postergación hasta abril del aumento de 40 por ciento de los salarios mínimos, originalmente propuesta para entrar en vigor a comienzos de febrero.
Desde que este país comunista realizó en la década pasada reformas de mercado, ingresó en una intensa carrera con los países vecinos para atraer inversiones extranjeras, a las que ofrece, entre otros incentivos, una fuerza de trabajo barata y estable.
Pero últimamente se volvió difícil equilibrar el interés de los trabajadores con el de los inversores extranjeros, a medida que la sensibilidad del público ante el escaso poder de compra del salario mínimo quedaba al descubierto.
Estadísticas oficiales muestran que, hasta diciembre de 2005, Vietnam atrajo 8.000 millones de dólares en inversiones extranjeras directas.
Muchas de las empresas inversoras son taiwanesas y surcoreanas que buscan mano de obra más barata que en la competitiva China, donde el actual salario mínimo asciende a 63 dólares mensuales.
Los salarios mínimos en las empresas extranjeras se ubicaban en los años 90 entre 45 y 50 dólares, de acuerdo con la ciudad donde estén radicadas, pero el gobierno los redujo en 1999 a entre 35 y 45 dólares para complacer a los inversores.
Esos sueldos no se acompasaron con la inflación, lo que condujo al actual malestar de los obreros.
A comienzos de mes, trabajadores de firmas extranjeras como Kollan, LaTek, Danu Vina, Hugo, Sprinta y Quint Major, en la maquila de Linh Trung, en la ciudad de Ho Chi Minh, y los de Chutex y otras empresas radicadas en el parque industrial de la sudoriental provincia de Binh Duong abandonaron sus puestos, diciendo que ya no podían soportar esos salarios irreales.
Las leyes de Vietnam reconocen el derecho de huelga, pero con restricciones.
"Apoyamos las huelgas por demoras en el pago de salarios y violaciones de la legislación laboral", dijo Pham Van Hung, jefe de recursos humanos de HEPZA, la autoridad de los parques industriales y maquilas de Ho Chi Minh.
Pero Hung dijo que el actual brote de huelgas era ilegal, pues habían surgido espontáneamente, sin acción sindical. Una intervención oportuna de los sindicatos podría haber impedido las medidas de fuerza, afirmó.
Inmediatamente después del inicio de la huelga, la Federación Obrera de Ho Chi Minh comenzó a negociar con las compañías afectadas. Algunas admitieron que pagaban salarios bajos, pero insistieron en que actuaban dentro del marco establecido por el gobierno.
"Los salarios son bajos en relación con el costo de vida", dijo Dao Ngoc Hoang, del Departamento de Asuntos Laborales y Sociales de la meridional provincia de Dong Nai.
A fines de mes, el primer ministro Phan decretó un aumento de 40 por ciento al salario mínimo de los trabajadores no calificados de empresas extranjeras, pero a partir de abril.
El decreto no satisfizo a los trabajadores, pero también molestó a los de las empresas vietnamitas, que se sintieron discriminados y formularon sus propias demandas.
"Si los trabajadores de la empresas extranjeras no pueden vivir con su salario mensual básico, ¿cómo podríamos hacerlo los de las compañías vietnamitas, donde los sueldo son aun más bajos?", preguntó Nguyen Van Tu, obrero en una fábrica de calzado en las afueras de Ho Chi Minh.
Ahora que los obreros de las empresas extranjeras tuvieron cierto éxito en sus demandas, Tu y sus compañeros consideran hacer lo mismo. "Sólo queremos recordarle al gobierno nuestras duras condiciones de vida", dijo.
"Mientras que todo se encareció más y más a lo largo de muchos años, nuestro salario siguió igual", sostuvo Tu. "La vida de los trabajadores de empresas nacionales es cada vez más difícil y muchos trabajan horas extra hasta quedar exhaustos."
Nguyen Thi Phuong, empleado de una fábrica privada de vestimenta, dijo que "sólo un funcionario del gobierno que se anime a vivir en Ho Chi Minh con sólo 600.000 dongs (38 dólares) al mes podría comprender nuestras lamentables condiciones de vida".
En los últimos 10 años, Phuong no recibió ni un solo aumento.
Pero el bienestar de los obreros no es la principal preocupación de los funcionarios, que temen un recrudecimiento de las huelgas en perjuicio del clima de inversiones en parques industriales y maquilas de la ciudad, que hoy albergan a 700 empresas con una fuerza de trabajo de más de 130.000 personas.
Pham Duy Bac, funcionario de HEPZA, dijo que las huelgas propagan con rapidez. "Esta situación continuará y algunas compañías tendrán que cerrar para proteger sus inversiones. Si el gobierno no decide pronto un aumento de salarios, las huelgas serán difíciles de impedir", opinó.
El Ministerio de Trabajo informó que en la década pasada se realizaron casi 900 huelgas. "En la mayoría de los casos, los motivos fueron disputas por salarios y bienestar social", indicó la cartera.
Bac destacó que, aunque hubo mejoras en el respeto de los derechos laborales en algunas fábricas, muchas empresas aún no se molestar en establecer regulaciones en materia de aumentos salariales y horas extra. Algunas se limitan a pagar los salarios mínimos oficiales.
A muchos trabajadores de alta calificación se les paga lo mismo que a los principiantes. Algunos empleadores tampoco pagan compensaciones por tareas peligrosas.
"Si el gobierno hubiera mirado más de cerca nuestros intereses no habríamos ido a la huelga", dijo Tran Van Ba, obrero en una fábrica privada de calzado. (