Movimientos sociales que siguen a distancia los debates de la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Hong Kong consideran que un final sin acuerdo beneficiará sobre todo a los países del Sur, que necesitan tiempo para negociar en mejores condiciones.
"De ninguna manera creemos que sería un fracaso terminar sin acuerdo", dijo a IPS el activista Jorge Carpio, de la organización argentina Foco, que coordinó debates sobre pobreza y libre comercio durante la IV Cumbre de las Américas celebrada en noviembre en Argentina, con participación de líderes sociales del mundo.
Foco coordina en Argentina el Llamado Mundial a la Acción contra la Pobreza (GCAP por sus siglas en inglés) del que participan unas 1.500 organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales de todo el mundo con el fin de promover medidas contra la miseria y el hambre.
"No importa cuánto demore la negociación. Al contrario. Necesitamos tiempo para recuperarnos de la devastación que produjeron las reformas neoliberales de los años 90. Si no hay acuerdo, tendríamos margen para recuperarnos, restablecer alianzas entre países del Sur y prepararnos para discutir en mejores condiciones", precisó Carpio.
En la Sexta Conferencia Ministerial de la OMC, que se lleva a cabo desde el martes hasta este domingo en Hong Kong, nadie espera acuerdos ni avances espectaculares ante las diferencias irreconciliables entre el Norte industrial y los países en desarrollo. Los más optimistas aguardan la aprobación de algún cronograma para seguir negociando durante 2006.
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En esta perspectiva, el activista remarcó que el surgimiento en agosto de 2003 del Grupo de los 20 (G-20) países en desarrollo como ámbito para coordinar posiciones sobre cuestiones comerciales contribuyó mucho a fortalecer la estrategia de frenar acuerdos y conquistar tiempo.
El G-20, coordinado por Brasil e India, actúa en el marco de la OMC y reclama a las potencias industriales (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón) eliminen las protecciones agrícolas que distorsionan las reglas del intercambio mundial.
Las 21 naciones del G-20 se completan con Argentina, Bolivia, Chile, China, Cuba, Egipto, Filipinas, Guatemala, Indonesia, México, Nigeria, Pakistán, Paraguay, Sudáfrica, Tanzania, Tailandia, Uruguay, Venezuela y Zimbabwe.
Según Carpio, otros países, sin ser miembros del grupo, se sienten representados por él y aprovechan sus acciones para defender sus reclamos.
Mientras tanto, las organizaciones sociales también profundizan la conciencia acerca de cuestiones como el comercio global y sus impactos en la vida cotidiana, la economía, la estabilidad política y el ambiente.
En las últimas semanas, la campaña que lidera Foco realizó actividades en Buenos Aires, dirigidas particularmente al sector de los desempleados, cuyas organizaciones son conocidas como "piqueteras" por sus protestas mediante piquetes que interrumpen el tránsito vehicular.
Los activistas también trabajaron con sindicatos de maestros para capacitarlos en cuestiones del impacto del libre comercio en las economías del Sur, y ofrecerles material didáctico para trabajar con sus alumnos en la ligazón entre comercio, desempleo y pobreza.
"El propósito es instalar esta vinculación en la agenda de los movimientos sociales", remarcó el dirigente. Con ese objetivo, se realizaron talleres en los que intervinieron más de 220 piqueteros de 14 organizaciones sociales de Argentina.
Los participantes comenzaron por expresar su preocupación coyuntural por la inflación y la falta de oportunidades de empleo, y de a poco fueron relacionando esos fenómenos con un proceso más amplio y global.
Carpio señaló que el comercio parece un asunto ajeno a los problemas de pobres y desempleados, pero no lo es. "Ellos reconocían que la explosión de desempleo en Argentina se produjo en la década de los 90, cuando asistimos a la mayor apertura comercial de la historia", recordó el activista.
En Argentina, las reformas de la pasada década derivaron en un profundo colapso político, económico y social que provocó la caída del gobierno en 2001 y dejó como saldo una arraigada crisis social, con grados de pobreza que alcanzaron a 54 por ciento de la población y de desempleo por encima de 20 por ciento.
"Si no hay barreras al comercio en nuestros países, nuestras fábricas no pueden competir con los productos importados de los países desarrollados, y eso la gente lo vincula inmediatamente con su experiencia y su situación actual", remarcó. Pero ese proceso de comprensión lleva tiempo, insistió Carpio.
En noviembre, Foco coordinó una serie de talleres en Mar del Plata, la ciudad sede de la cumbre hemisférica, con el fin de adoptar posiciones de cara a la cita de Hong Kong.
Allí se reunieron Elizabeth Tang, de Hong Kong People's Alliance (Alianza de los Pueblos), Steve Hellinger, presidente de The Development Gap (La brecha del desarrollo) y coordinador de la Alianza para el Comercio Responsable, de Estados Unidos, el chileno Claudio Lara, representante de la red Consumers International, y Dave Spooner, secretario ejecutivo de la Federación Internacional de Asociaciones para la Educación de los Trabajadores.
"Los sindicatos y organizaciones no gubernamentales del mundo temen que las negociaciones de la OMC tengan graves consecuencias para el empleo en los sectores de la agricultura, la industria, la pesca, la explotación forestal y los servicios", señalaron en un comunicado emitido tras el encuentro.
Las agrupaciones constataron que las promesas de bienestar y pleno empleo planteadas en la carta fundacional de la OMC nunca se cumplieron.
"Las reglas comerciales y de inversión de la OMC han llevado al mundo en la dirección opuesta y las actuales negociaciones amenazan llevarnos aún más lejos", advirtieron los activistas.
"Se suponía que la liberalización del comercio de productos agrícolas traería ventajas para todos, pero los únicos ganadores fueron las multinacionales agroalimentarias", dicen.
Por otro lado, subrayaron que "si los países con sectores industriales débiles son inundados con importaciones baratas, las industrias serán borradas, causando un mayor desempleo".
Tal como marchan hoy las negociaciones "no conducen ni al empleo decente ni al desarrollo, y pueden causar desempleo masivo, destrucción de formas de sustento, y privar a los gobiernos de ingresos necesarios por aranceles".
Las negociaciones en la OMC están estancadas y parece difícil que en el curso de 2006 se alcance un acuerdo para una reducción real de las protecciones agrícolas del mundo rico y una apertura más moderada de los mercados de países en desarrollo en materia de servicios y aranceles industriales.
Muchos observadores consideran que si no se logra un acuerdo mínimo sobre cómo seguir adelante, la reunión de Hong Kong habrá sido un fracaso. Pero los representantes de los movimientos sociales valoran dicho resultado de manera muy distinta.
"Fracaso será para los países que tienen todo para ganar. Pero nosotros tenemos todo para perder, y mucho, muchísimo para ganar si nos dan un poco mas de tiempo", subrayó el dirigente.