El Congreso Nacional legislativo que emergerá de las elecciones de este domingo en Chile mantendrá una composición excluyente para las minorías políticas, las mujeres y los pueblos indígenas, aunque se vislumbran cambios que podrían materializarse bajo el nuevo gobierno que se instalará el 11 de marzo de 2006.
En los comicios legislativos, simultáneos a los presidenciales, están en disputa 20 de los 38 cargos de senadores, para lo cual compiten 64 candidatos. Corresponde igualmente renovar la totalidad de las 120 diputaciones, con 400 aspirantes a través de 60 distritos en todo este país de 15,6 millones de habitantes.
En virtud de las reformas constitucionales que el presidente Ricardo Lagos promulgó en septiembre, el Poder Legislativo que se instalará en marzo de 2006, cuando jure la nueva presidenta o presidente, ya no contará con senadores escogidos al margen del voto popular.
Las enmiendas constitucionales, acordadas entre la gobernante coalición de centroizquierda y la oposición derechista tras prolongadas negociaciones, eliminaron los cargos de nueve senadores designados, cuatro de los cuales provenían de las Fuerzas Armadas, así como la condición de senadores vitalicios para los ex presidentes.
Las reformas, que según Lagos marcaron "el fin de la transición" democrática, restituyeron al jefe de Estado la facultad de nombrar y remover a los altos mandos castrenses y redujeron al otrora poderoso Consejo de Seguridad Nacional a un rango asesor.
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Desaparecieron así pilares fundamentales de la "democracia protegida y autoritaria" que el dictador Augusto Pinochet (1973-1990) hizo aprobar mediante referéndum en septiembre de 1980, al tiempo que se redujo el mandato presidencial de seis a cuatro años, norma que también entrará en vigencia en marzo de 2006.
Sin embargo, la negociación entre los cuatro partidos de la gobernante Concertación por la Democracia y las dos agrupaciones de la opositora Alianza por Chile, de derecha, no llegaron a buen puerto en lo que respecta al sistema binominal que rige las elecciones para las dos cámaras legislativas.
Este sistema implica que en cada una de las 19 circunscripciones de senadores y de los 60 distritos de diputados se eligen solo dos representantes, lo cual obliga a los partidos a agruparse en coaliciones que postulan como máximo a dos candidatos para evitar la dispersión de votos.
De acuerdo al binominalismo, una lista necesita duplicar la votación de su adversaria para obtener los dos cargos, pero a la que resulte en segundo lugar le basta con 34 por ciento de los sufragios para asegurarse un representante.
Bajo esta modalidad, el parlamento chileno ha sido en los 15 años transcurridos desde la restauración de la democracia un habitáculo de convivencia entre una mayoría, la coalición oficialista, y una "gran minoría", la alianza de la derecha, donde no tienen cabida otros grupos políticos.
Así, los comunistas y sus aliados, que en elecciones municipales regidas por criterios de representatividad, han alcanzado votaciones en torno a 10 por ciento no pueden traducir ese respaldo en el Poder Legislativo.
En el marco de las últimas reformas se logró, al menos, que se quitara a las normas electorales el carácter de leyes orgánicas constitucionales, cuya abolición o reforma requiere del acuerdo de tres quintos de los parlamentarios, lo cual abre la puerta a la eliminación del sistema binominal solo por la simple mayoría de los legisladores.
Probablemente sea una mujer, Michelle Bachelet, candidata oficialista y favorita para ganar estas elecciones presidenciales, quien tenga que emprender como una de las tareas prioritarias de su mandato la democratización de un Poder Legislativo que, junto al sistema binominal, ostenta otros signos excluyentes.
"Resulta un contrasentido que mientras Chile se apresta a tener como próxima presidenta a una mujer por primera vez en su historia, la representación femenina continuará siendo escuálida en el parlamento", dijo a IPS la estudiante Loreto Cárdenas, activista de un colectivo feminista universitario.
De las 64 candidaturas para los 20 cargos en disputa en el Senado, solo siete corresponden a mujeres, con posibilidades de elegir efectivamente a tres o cuatro, si bien la ex canciller de Lagos, la demócrata cristiana Soledad Alvear, podría ser proporcionalmente la senadora más votada del país.
Alvear fue precandidata presidencial de la Democracia Cristiana dentro de la coalición gobernante, pero declinó su postulación en mayo, debido a que las encuestas favorecían ampliamente a Bachelet, del Partido Socialista, apoyada también por los partidos Por la Democracia y Radical Socialdemócrata.
La también democristiana Carmen Frei, hermana del ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), puede ser reelecta en el Senado, al igual que la derechista Evelyn Matthei, de la conservadora Unión Demócrata Independiente, mientras Lily Pérez, del también derechista Partido Renovación Nacional, podría saltar de la Cámara de Diputados al Senado.
Las otras tres candidatas a senadoras, dos de ellas del izquierdista pacto Juntos Podemos Más, no tienen mayores posibilidades.
La discriminación de género es también manifiesta en las candidaturas para diputados, donde hay apenas 67 mujeres, o sea casi 17 por ciento, entre 400 postulantes.
"Esa es otra paradoja, porque del total de votantes (8.220.897 personas mayores de 18 años), más de 52 por ciento somos mujeres, y además nosotras constituimos el 60 por ciento de los 200.000 jóvenes que se inscribieron en el padrón electoral para estos comicios", señaló Cárdenas.
Carmen Hertz, abogada acusadora de Pinochet en el juicio por sus cuentas secretas en el exterior y candidata a diputada del Partido Comunista, dijo a IPS que "la jornada del domingo estará llena de éxitos" para la izquierda y el pacto Juntos Podemos Más, integrado también por el Partido Humanista.
"El sistema binominal está en una crisis terminal y, por lo tanto, nosotros como proyecto político a mediano y largo plazo somos la única alternativa real de cambio", afirmó la candidata.
Hertz coincidió con Tomás Hirsch, candidato presidencial del pacto, en que por primera vez desde 1990 la izquierda extraparlamentaria elegirá un diputado, según encuestas que dan la primera mayoría en el empobrecido distrito minero de Lota y Curanilahue, unos 600 kilómetros al sur de Santiago, a Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista.
La oposición de izquierda se apresta así a provocar una primera grieta en el rígido y excluyente sistema parlamentario, donde tampoco tienen representación los pueblos indígenas, que de acuerdo a diversos estudios constituyen entre siete y 10 por ciento de la población chilena.
En estas elecciones legislativas hay un solo candidato a senador de origen mapuche, que no tiene ninguna opción, al igual que los otros cinco postulantes indígenas a diputados, entre los cuales se cuenta una mujer.