A pesar de los pronósticos pesimistas que se sucedieron y las turbias relaciones políticas, el comercio entre Cuba y Estados Unidos se incrementó este año y los pronósticos para el próximo son también auspiciosos.
Datos de Alimport, la empresa estatal cubana encargada de las transacciones comerciales externas, indican que hasta mediados de diciembre las compras de productos agroalimentarios estadounidenses alcanzaban los 493,1 millones de dólares.
"Superaremos sin ninguna dificultad los 500 millones de dólares en los próximos días", aseguró a la prensa Pedro Álvarez, presidente de esa entidad. En caso de cumplirse estas expectativas, se cerrarían las actividades del año con un crecimiento superior a 5,4 por ciento respecto de 2004.
Pero las buenas noticias en los negocios coinciden con el anuncio de que, por prohibición de Washington, el equipo cubano de béisbol no podrá participar en el primer Clásico Mundial de ese deporte, que se realizará en marzo en simultáneo en Estados Unidos, Japón y Puerto Rico.
"Cuba sigue dando prioridad a la compra de alimentos en Estados Unidos, como una forma de ir abriendo brechas en el bloqueo (económico) decretado por Washington hace más de 40 años", dijo a IPS un economista que solicitó el anonimato.
"Estamos ante una operación económica, pero también política", añadió.
La tendencia ascendente se confirmó el 14 de este mes, con la firma de una carta de intención entre Alimport y la Asociación de Trigo de Estados Unidos para la compra de 500.000 toneladas de ese cereal a productores estadounidenses en 2006.
Paralelamente, representantes del gobierno del oriental estado estadounidense de Virginia sellaron un acuerdo por valor de 30 millones de dólares, la mitad de ellos dedicado a adquirir 60.000 toneladas de harina de soja.
Tres días antes, el gobernador del nororiental estado de Maine, John Baldacci, había suscrito en La Habana un contrato por 20 millones de dólares, que incluye ventas de manzanas, semillas de papa, madera, papel y ganado.
Baldacci es el sexto gobernador estadounidense que viaja a esta isla caribeña de sistema socialista desde que en 2001 el Congreso de Estados Unidos autorizara el envío de alimentos como una excepción dentro del bloqueo impuesto poco después de que Fidel Castro llegara al poder.
"Lo que queremos es hacer negocios y construir una mejor relación con Cuba", afirmó Baldacci, quien mostró su confianza en un acercamiento "paso a paso" entre ambos países.
Pero en febrero los augurios apuntaban a un desplome de los vínculos comerciales, luego de la aprobación de nuevas restricciones por parte de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro (ministerio de finanzas) estadounidense.
A partir de ese momento Cuba debía efectuar el pago de las importaciones antes de que la mercancía fuera cargada en puertos del país norteamericano. El efecto fue una caída inmediata de las transacciones que sólo hasta abril ascendió a 26 por ciento.
El sector más perjudicado fue el de los arroceros, cuyas ventas decrecieron en más de la mitad, al dejar de enviar 200.000 toneladas.
El arroz forma parte de la dieta cotidiana de los 11,2 millones de cubanos y la producción nacional, estimada en alrededor de 260.000 toneladas anuales, es insuficiente para satisfacer la demanda.
"Tenemos productores de arroz para quienes el mercado cubano es importante y lo están perdiendo", aseguró Kirby Jones, presidente de la Asociación de Comercio Estados Unidos-Cuba.
Se estima que el embargo económico a Cuba ha causado pérdidas por unos 3.100 millones de dólares por ventas de arroz estadounidense no efectuadas en las últimas cuatro décadas.
Ante la presión de un grupo de senadores encabezados por Max Baucus, del opositor Partido Demócrata, el Congreso de Estados Unidos autorizó en julio que se depositara el dinero del pago de los cargamentos en bancos de terceros países, lo cual redujo ligeramente las tensiones.
Sin embargo, los partidarios de una relación más abierta con La Habana recibieron un nuevo revés en noviembre, cuando el Senado estadounidense retiró una enmienda que hubiera impedido a la OFAC usar fondos federales para aplicar las restricciones contra Cuba.
"Este hecho demuestra una enorme hipocresía", consideró la representante Jo Ann Emerson, del gobernante Partido Republicano, al referirse a la postura de la Casa Blanca. "Ellos dicen 'queremos mercados abiertos', pero por otro lado aprueban regulaciones que impiden la apertura de los mercados", afirmó.
"En vez de expandir un mercado prometedor, los agricultores estadounidenses están pagando el precio de un enfoque inefectivo y miope con respecto a Cuba", aseveró el senador Baucus.
Ese mismo mes, la Feria Internacional de La Habana, FIHAV 2005, confirmó el interés de las empresas del país norteño en el mercado cubano.
Más de 170 firmas estadounidenses viajaron a la capital de la isla con el objetivo de firmar convenios y cartas de intenciones para la compra de cereales, granos, leche, manzanas y pollo congelado, entre otros productos.
Sólo el central estado de Nebraska, cuyo gobernador Dave Heineman asistió a la muestra, negoció con Alimport la entrega para 2006 de la producción total de hígado de res de esa región, más decenas de miles de toneladas de trigo y harina de soja, todo por un valor superior a 30 millones de dólares.
Cuba ha pasado a ocupar, en apenas cuatro años, el lugar 26 en la lista de mercados para las producciones agrícolas estadounidenses, muy distante del puesto 225 antes de 2001.
Desde diciembre de 2001, Cuba ha contratado 6,6 millones de toneladas en alimentos e insumos del sector agropecuario a firmas estadounidenses por un valor de 1.755 millones de dólares. De esta relación se han beneficiado 37 estados y 157 compañías del país vecino.
Datos del Ministerio de Comercio Exterior de Cuba indican que Estados Unidos ocupa el cuarto lugar entre los principales exportadores a la isla, con un seis por ciento del total.
"Creo que comprarle a los americanos (estadounidenses) ha sido beneficioso para la gente, sobre todo por el arroz y el pollo", comentó a IPS Esteban Martínez, ingeniero mecánico, quien recibió en su empresa una caja de más de 15 kilogramos de pollo "made in USA" como estímulo por el fin de año.
A juicio de las autoridades cubanas, la derogación de todas las restricciones al comercio bilateral impulsaría el intercambio entre ambos países hasta unos 20.000 millones de dólares anuales sólo en el primer lustro. (