La muerte de un ciudadano de Costa de Marfil por parte de soldados franceses, así como la protección que dos generales habrían brindado a los asesinos, desataron una nueva ola de críticas sobre el papel de París en esa nación africana.
El Ministerio de Defensa de Francia confirmó que varios miembros del ejército fueron responsables del asesinato del marfileño Firmin Mahé. Dos generales, Henri Poncet y Renaud de Malaussène, están acusados de haber falsificado informes para ocultar el crimen.
Mahé fue asfixiado hasta morir el 19 de mayo por integrantes de la patrulla francesa que lo había detenido. El marfileño había sido liberado horas antes por el tribunal que lo declaró inocente de asesinato y actos de violencia presentados por las propias tropas de Francia.
Los generales acusados fueron degradados pero no expulsados de la fuerza, a pesar de que sus crímenes eran "inaceptables desde todo punto de vista", según el jefe de Estado Mayor del Ejército francés, Henri Bentégeat.
Sin embargo, aseguró Bentégeat, Mahé era sospechoso de liderar "la banda más aterradora" en la llamada "zona de confianza", el área que divide el norte del sudoeste del país y está bajo control de las tropas francesas en Costa de Marfil.
Tras la liberación de Mahé, "las tropas francesas sintieron que estaban obligadas a tomar justicia por sus propias manos", dijo Bentégeat.
Este escándalo es el último de una serie de problemas con los efectivos franceses en esta nación de África occidental.
Francia envió más de 3.000 soldados a Costa de Marfil desde fines de 2002 para supervisar la "zona de confianza" y detener a los rebeldes del norte que intentaban derrocar al presidente Laurent Gbagbo.
Las fuerzas leales a Gbagbo controlan el suroeste, área que comprende la capital administrativa, Yamoussoukro, y el corazón económico y comercial del país, la ciudad portuaria de Abidján.
Una guerra civil estalló en el país el 19 de septiembre de 2002, luego de un frustrado golpe de Estado contra Gbagbo. Las fuerzas rebeldes, que según diversas versiones obtienen armas de Burkina Faso y Liberia, tomaron control del norte del territorio.
Francia, la antigua metrópoli colonial de Costa de Marfil, envió tropas para defender al gobierno de Gbagbo, de acuerdo con un pacto de cooperación militar entre ambos países vigente desde la independencia el país africano en 1960.
El contingente francés, a cargo de la denominada Operación Licorne, se convirtió en la base de una misión de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que finalmente logró detener el avance rebelde, pero dejó la mitad del país gobernado por un régimen déspota y la otra en manos de los insurgentes.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos aseguran que civiles han sido masacrados tanto por las fuerzas de Gbagbo como por los rebeldes.
Mientras, la situación económica marfileña se agrava drásticamente.
París brinda apoyo militar a Gbagbo, pero también legitimó la rebelión al apoyar su demanda de reformas constitucionales, en especial la eliminación de cláusulas que reservan la ciudadanía y la propiedad de la tierra únicamente a los "marfileños étnicos" y se la niegan a importantes minorías del norte.
Según el censo de 1998, 26 por ciento de los 15 millones de habitantes son inmigrantes o sus descendientes, la mayoría originarios de países que limitan con Costa de Marfil al norte, como Burkina Faso, Guinea Ecuatorial y Malí.
El reclamo de los rebeldes para acabar con la segregación étnica según el principio de la "marfilinidad" ("ivoirité", en francés) fue reconocido por la comunidad internacional en 2003, a través del Acuerdo de Marcoussis.
El convenio, que lleva el nombre de la localidad cercana a París donde se firmó, obliga a Gbagbo a eliminar todo pasaje de la Constitución que permita la segregación étnica y a compartir el poder con los rebeldes en un nuevo gobierno de reconciliación.
Al respaldar este acuerdo, "el gobierno de Francia otorgó cierto grado de legitimidad a los rivales de Gbagbo", dijo a IPS la analista Claudine Vidal, experta en asuntos de África occidental en el Centro de Investigación Nacional Francés.
"Gbagbo nunca respaldó realmente el Acuerdo de Marcoussis. Él dijo públicamente que sólo lo aceptó porque carecía entonces de la capacidad militar para disolver la rebelión", añadió.
El tratado es ahora letra muerta. El gobierno de reconciliación fracasó, la violencia retornó y el ejército y las milicias de Gbagbo atacan, incluso, a las fuerzas francesas.
El Consejo de Seguridad de la ONU y la Unión Africana, que reúne a todos los países del continente, acordaron el 14 de octubre suspender las elecciones previstas en Costa de Marfil para el 31 de ese mes y prolongar el mandato de Gbagbo un año más.
Mientras, la paz sigue ausente. (