¿Cómo lograr que los problemas de la pobreza, la educación, la salud, el ambiente y la igualdad de género se ganen un lugar en las portadas de los diarios o entre las noticias de la radio y la televisión?
La pregunta suele dar pie a una suerte de catarsis de periodistas, cuando relatan sus "penurias" para informar sobre ciertos asuntos que los medios de comunicación no consideran bastante atractivos o "noticiosos".
El papel de los medios en la información sobre el desarrollo fue analizado este lunes en un encuentro organizado en Montevideo por la agencia de noticias IPS (Inter Press Service) para periodistas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Paraguay y Uruguay, en el que participaron reporteros, editores y jefes de noticias de prensa y medios electrónicos grandes y pequeños, metropolitanos y de localidades con pocos habitantes.
A primera vista, los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio —con los que los líderes mundiales se comprometieron en septiembre de 2000— son una temática difícil de vincular con las "noticias" locales con las que lidian a diario cronistas y reporteros, cuya brújula suele ser la agenda política del lugar, dijeron algunos participantes del seminario.
Conductores y periodistas radiales de ciudades pequeñas del interior de Uruguay describieron un campo flechado por los propietarios o concesionarios de las ondas, en el que ciertos asuntos quedan excluidos, so pena de despido o de cese del programa en cuestión.
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En Perú, tras una década de severas restricciones a la libertad de prensa determinadas por el régimen de Alberto Fujimori (1990-2000), los medios de comunicación gozan hoy de libertad, y están además en vigor normas que obligan a los funcionarios a hacer pública la información que manejan.
Sin embargo, "la calidad y la imagen del periodismo decaen continuamente", relató Ángel Páez, jefe de la unidad de investigaciones del diario peruano La República, citando una encuesta según la cual ocho de cada 10 personas en ese país no confían en los medios.
En su opinión, esto ocurre porque la competencia de los periódicos por más lectores, se libra en el terreno de reducir costos rebajando salarios de los periodistas y promoviendo un tipo de información superficial.
Los problemas de concentración mediática y de homogeneización de contenidos fueron descriptos por el representante de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias, Gustavo Gómez, quien afirmó que el único canal de televisión por aire que tienen las ciudades del interior de Uruguay retransmite una síntesis de los informativos de la capital, en medio de una programación plagada de programas de la vecina Argentina.
"¿Dónde está el espacio para la información local?", se preguntó Gómez, también integrante del Foro de Comunicación y Participación Ciudadana de Uruguay, quien también sugirió la necesidad de desarrollar medios alternativos, distintos de los privados y de los de propiedad estatal.
A los diagnósticos y la catarsis, siguieron algunas propuestas de autocrítica del ejercicio de la profesión.
En Argentina no existe una estructura de concentración de los medios distinta de la de otros sectores de la economía, como los bancos o los supermercados, señaló el periodista Mario Wainfeld, columnista del diario Página 12.
Algunos colegas suelen mimetizarse con la propuesta "antipolítica" de propietarios de los medios, que buscan reducir todos los problemas, incluidos los del subdesarrollo, a la "mala administración" y a la "corrupción" de los gobiernos, y para quienes el periodista debe ser un "fiscal", añadió.
Se podría llegar incluso a la "simplificación" de que "allí donde hay un pobre, hay que buscar un corrupto responsable", cuando todos sabemos que los problemas de la pobreza son "mucho más complejos", sostuvo Wainfeld.
Algunos editores y conductores de informativos de televisión de Uruguay señalaron que los problemas de la pobreza y ambientales están a diario en las noticias, debido a iniciativas y planes sociales lanzados por el gobierno, o a la campaña contra la instalación de industrias de la celulosa en este país.
La paraguaya Magdalena Riveros, del diario Última Hora, sostuvo que la temática social puede ganar las portadas en su país casi exclusivamente mediante "notas lacrimógenas".
Por su parte, Emiliano Cotelo, conductor y director del programa radial En Perspectiva, de Uruguay, señaló las dificultades para hacer seguimiento de los temas, "porque a veces los periodistas nos vemos dominados por el corto plazo".
Pero también indicó que los asuntos de las grandes cumbres mundiales pierden peso debido al descrédito que han ganado la Organización de las Naciones Unidas y otras entidades internacionales, ante el escaso cumplimiento de ciertos compromisos.
A su turno, el representante en Uruguay del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Tom Bergmann-Harris, sostuvo que el cumplimiento de las metas del milenio es una "responsabilidad de los gobiernos", que la ciudadanía, a través de los medios de comunicación, debería controlar. También llamó a "desalentar la idea de que los objetivos no son alcanzables".
En definitiva, no son más que "los derechos humanos fundamentales", añadió.
Esos ocho objetivos se proponen reducir a la mitad la proporción de población mundial que vive en la indigencia y el hambre, en un plazo marcado entre 1990 y 2015.
También lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir en dos terceras partes la mortalidad de los niños menores de cinco años, y en tres cuartas partes la mortalidad materna, combatir el sida, el paludismo y otras enfermedades, garantizar la sostenibilidad del ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Se trata de metas "conservadoras, minimalistas y poco ambiciosas", según la evaluación inicial efectuada por organizaciones de la sociedad civil, recordó el activista uruguayo Roberto Bissio, portavoz de la Campaña Global de Acción contra la Pobreza (GCAP por sus siglas en inglés).
"Cuando preguntamos a los técnicos del sistema de las Naciones Unidas que las formularon el porqué de ciertos porcentajes, la respuesta que obtuvimos fue simple: se trató de proyectar hacia 2015 el ritmo de avances registrados en décadas anteriores", sostuvo.
"Esto significaba, básicamente, no exigir nada adicional a los gobiernos y a las instituciones multilaterales", añadió.
Sin embargo, "por una vez", las organizaciones no gubernamentales tomamos el desafío de aceptar esos compromisos y preguntar cada año a los gobiernos qué habían hecho para cumplir con la propia agenda con la que se habían comprometido ellos y las organizaciones multilaterales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y la Organización Mundial del Comercio, relató.
Lo cierto es que, a partir de los años 90, la década de las grandes conferencias internacionales que produjeron importantes documentos y compromisos, "los indicadores de desarrollo comenzaron a estancarse y, en algunos casos, inclusive a retroceder", sintetizó.
El encuentro de periodistas se realizó en el marco del seminario "Gobiernos locales por la inclusión social y contra la pobreza – Las ciudades ante el desafío de los Objetivos de Desarrollo del Milenio", convocado por el gobierno de Montevideo, el sistema de las Naciones Unidas en Uruguay, la GCAP e IPS y auspiciado por la comuna de Roma.
Los alcaldes Ricardo Ehrlich, de la capital uruguaya, Marcos Carámbula, del meridional departamento de Canelones, y Fernando Damata Pimentel, de la brasileña Belo Horizonte, y la vicealcaldesa de Roma, Maria Pia Garavaglia, se refirieron en la mañana a las estrategias locales de lucha contra la pobreza y a la necesidad de combatir la fragmentación social de las ciudades, provocada en parte por la globalización.
"Estamos muy lejos de que se cumplan los objetivos del milenio, y el ciudadano está muy lejos de entenderlos", sintetizó el director general de IPS, Mario Lubetkin.