Los gobernantes de la Unión Europea (UE) debatirán este jueves en las afueras de Londres cómo adaptar sus sistemas sociales ante las amenazas que representa el crecimiento económico de China e India.
La cumbre informal de la UE en el palacio de Hampton Court abordará los desafíos de la globalización, pero sin considerar abiertamente conflictos que se ciernen sobre el bloque y amenazan su futuro, como el presupuesto para los próximos años, la política agrícola y la constitución europea.
El principal punto de debate será "cómo mantener y fortalecer la justicia social y la competitividad en el contexto de la globalización, el lugar de Europa en el mundo y la seguridad de nuestros ciudadanos".
El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, cuyo país ejerce este semestre la presidencia rotativa de la UE, convocó la reunión en procura de una lluvia de ideas sobre la necesidad de reformas económicas y políticas a la institucionalidad europea.
"Lo importante" de la cumbre es que la discusión sobre el presupuesto de la UE para el periodo 2007-2013 sea considerada "parte de un cuadro más amplio en el cual tratamos de hacer avanzar a Europa hacia la reforma y el cambio para modernizar su economía", dijo Blair el lunes.
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El gobernante británico atribuyó la necesidad de reformas a los "enormes desafíos de competitividad" procedentes "de China, de India, de Estados Unidos y de Japón".
Blair considera la reunión como el preludio hacia un acuerdo sobre el presupuesto de la UE, que confía en alcanzar en diciembre tras el bloqueo sufrido por el diálogo en junio.
Pero no hay grandes expectativas cifradas en la reunión, en particular porque serán los gobernantes salientes de Alemania y de Polonia, Gerhard Schroeder y Aleksander Kwasniewski, quienes representarán a estos grandes países, y no los líderes conservadores que los sucederán en breve.
Por otra parte, hay pocas señales de que las heridas ideológicas que separan a los principales países de Europa hayan sanado.
Además del bloqueo en torno del presupuesto, la cumbre estará cubierta por los nubarrones que oscurecen desde comienzos de este año el futuro institucional de la UE, tras el rechazo por parte de Francia y Holanda del proyecto de tratado constitucional del bloque.
Los dos referendos no sólo privaron a la UE de una constitución, sino que dejaron al descubierto la crisis de legitimidad que el bloque tiene ante el público europeo.
Pero la incertidumbre presupuestaria es un problema aun más urgente, en particular para los 10 países incorporados a la UE en mayo, los que, por su relativa pobreza respecto de sus pares, necesitan el desbloqueo de fondos clave para echar a andar sus economías.
La Política Agropecuaria Común es el área del presupuesto que concita mayores desacuerdos.
Gran Bretaña procura reformar aun más de lo previsto los subsidios distorsivos del comercio agrícola mundial, mientras Francia defiende a capa y espada el actual régimen, del cual sus agricultores son hoy los principales beneficiarios.
A pesar del desconcierto en materia presupuestaria, la cumbre de un día abordará como punto excluyente el futuro de Europa en la era de la globalización.
El presidente de la Comisión Europea —rama ejecutiva del bloque—, José Manuel Durao Barroso, propuso la semana pasada la creación en la UE de un "fondo de globalización" para ayudar a las empresas y trabajadores desplazados por la cada vez más intensa competencia internacional.
Se prevé que Blair respalde la iniciativa cuando Durao Barroso la presente este jueves, en una jugada que pretende demostrar que Europa puede combinar libre comercio con solidaridad social.
De todos modos, expertos advierten que se requieren cambios aun más amplio. Si bien el creciente desafío de China e India deberían alentar las reformas, países europeos clave se resisten a asumirlas por temor al costo político, sostuvieron.
"Confío en que no tengamos que llegar a una crisis para concretar la reforma. Hace falta liderazgo político", dijo el economista André Sapir, del centro de estudios Bruegel, instalado en Bruselas.
Alasdair Murray, subdirector del Centro para la Reforma Europea con sede en Londres, afirmó que todos los países de la UE afrontan desafíos sociales similares, como el envejecimiento de la población, la competencia de los bajos salarios asiáticos, y, en algunas naciones o localidades, alto desempleo.
"A menos que los líderes de la UE pronuncien una reafirmación de la dimensión social europea, no obtendrán apoyo del público a las muy necesarias reformas, como la apertura del mercado de servicios", explicó Murray.
"La UE no debe (y no puede) concentrar la atención en la política social. Lo que necesita no son más reglas y poderes, sino una nueva narrativa que explique y defienda su dimensión social", agregó.
Algunos grupos sociales también insisten en que, para alcanzar las metas de "cohesión social" de la UE, la población debe ser ubicada en el corazón de las reformas, y no sólo el crecimiento económico.
"Los líderes de la UE deben recordar que reformar no significa abandonar los principios fundamentales tan caros a una sociedad moderna y cohesiva", dijo el martes Anne-Sophie Parent, presidenta de Plataforma Social, una alianza de organizaciones no gubernamentales.
Por su parte, el vicepresidente de esta red, Fintan Farrel, sostuvo que "lo importante es que el estado de bienestar, aun adaptado a las nuevas circunstancias, es tan importante para traducir a la práctica nuestros valores y principios compartidos como para lograr competitividad y crecimiento, si están bien diseñados".