La solución de la cuestión agrícola, esencial para lograr un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, no parece al alcance de la mano, al menos hasta la próxima conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se realizará en diciembre en Hong Kong.
Las negociaciones entre los dos bloques están estancadas desde hace más de un año y las posiciones siguen distantes, como demostró la II Conferencia Nacional sobre América Latina, realizada el 17 y 18 de octubre en Milán, capital de la norteña región italiana de Lombardía y principal polo industrial de este país.
El foro incluyó debates sobre la agricultura que reunieron a especialistas y funcionarios de ambas regiones.
"Las relaciones con Europa siguen siendo estratégicas para toda el área. Debemos hacer un esfuerzo poderoso para acercar las posiciones. Se necesita voluntad política", señaló a Tierramérica el secretario ejecutivo del Ministerio de Desarrollo de Brasil, Ivan João Guimaraes Ramalho, quien recordó que la agricultura es un rubro esencial en los intercambios latinoamericanos.
El volumen del intercambio entre los dos bloques aumentó notablemente, pero las exportaciones agroindustriales del Mercosur (Mercado Común del Sur) a la UE crecen con lentitud.
El Mercosur está conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Brasil, por ejemplo, exportaba en 2000 productos agrícolas hacia la UE por 6.000 millones de dólares, equivalentes a 45 por ciento de las ventas del sector al exterior. En 2004, las exportaciones al bloque europeo eran de 11.000 millones de dólares, pero significaron sólo 37 por ciento del total de las ventas agropecuarias brasileñas.
Según las cifras difundidas por el Departamento Económico y Social de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la participación de la producción agroalimentaria en las exportaciones de América Latina y el Caribe representa 20 por ciento del total, y llega hasta 70 por ciento en el Mercosur y el Caribe.
"La situación no es pareja en todos los países. México y los países más pequeños están aumentando sus importaciones, y sufriendo más el peso de las tasas y los subsidios", explicó Alexander Saris, director de la División Comercio y Productos Básicos de la FAO.
Los países del Mercosur son muy críticos con respecto a la UE. "Nos proponen cuotas ridículas, muy inferiores a las que tenemos actualmente, y en cambio nos piden que cambiemos nuestras legislaciones internas sobre servicios", sentenció Jorge Remes Lenicov, embajador argentino ante la UE.
"La cuota (Hilton para las carnes uruguayas) establecida por Europa es de apenas 6.300 toneladas, con un arancel de 20 por ciento, en comparación con las 20.000 toneladas de Estados Unidos con un arancel de seis por ciento", enfatizó el hacendado Roberto Symonds, vicepresidente de la Asociación Rural del Uruguay.
La llamada cuota Hilton es un convenio con la UE que permite vender al bloque europeo un cupo limitado de cortes seleccionados de carne de gran valor, con aranceles relativamente bajos.
Fuera de esa cuota, los aranceles europeos a la importación van de 98 a 176 por ciento, mientras los de Estados Unidos son en promedio de 20 por ciento. Por esa razón, Uruguay exporta apenas 20.000 toneladas al año a Europa y 165.000 toneladas a Estados Unidos.
"Deseamos implementar las relaciones con Europa para construir una visión multipolar del mundo, pero las propuestas europeas no corresponden a los objetivos iniciales de las negociaciones", explicó Remes Lenicov.
Sin embargo, Jesús Zorilla Torras, de la dirección General para la Agricultura de la Comisión Europea, señaló que "los aranceles europeos son coherentes con los que imponen los demás países".
La discordia se extiende además a las exigencias de calidad de los productos. "La UE impone niveles altos de calidad, higiene, salud de los animales de cría, sustentabilidad ambiental, que no pueden ser puestos en discusión", dijo Zorrilla.
La UE eroga 350.000 millones de dólares al año en subsidios a sus agricultores. Según estimaciones del Banco Mundial, una fuerte reducción de esta ayuda mejoraría significativamente las condiciones de vida de los países del Sur, considerando que 75 por ciento de la población pobre vive en zonas rurales.
En tanto, Europa aguarda la conclusión de la Ronda de Doha de la OMC, cuyos objetivos son liberalizar el comercio agrícola, desmontando los subsidios internos, los derechos de importación y las subvenciones a las exportaciones, entre otros propósitos.
La cuestión se vincula estrechamente a la situación interna de los dos bloques. La UE se amplió este año incorporando 10 países, y aún debe absorber el reequilibrio de los subsidios a los productores de sus miembros.
Del otro lado del Atlántico, los problemas sociales empujan a los gobiernos a defender sus economías, de las cuales la agricultura representa 20 por ciento. Pero todos concuerdan en la necesidad de una gran iniciativa política para relanzar el diálogo europeo-latinoamericano sobre la base de la comunidad de valores y sobre un nuevo proyecto de colaboración internacional.
"Las relaciones Sur-Sur están creciendo y Europa tiene que estar atenta de no llegar demasiado tarde", advirtió Massimo D'Alema, presidente de la delegación para las relaciones con el Mercosur del Parlamento Europeo, al intervenir en la Conferencia de Milán.
Las negociaciones con el Mercosur, "más allá del acuerdo económico, deben permitir la construcción de una real asociación política", concluyó.
* Publicado originalmente el 22 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (