SERBIA: De los gases lacrimógenos a Microsoft

La economía de Serbia se recupera tras años de sanciones internacionales, un lustro después de la caída del ex presidente Slobodan Milosevic, y se prepara para recibir grandes inversiones, entre ellas las de la empresa informática Microsoft.

En las vísperas del 5 de octubre, fecha en que se cumplirán los cinco años de la protesta pacífica que puso fin al régimen de Milosevic (1989-2000), muchos aún recuerdan los gases lacrimógenos usaODS ese día por la policía.

Pero también perduró en la memoria la sensación de triunfo de esa noche, cuando el presidente fue obligado a renunciar.

Milosevic se había negado a admitir la derrota electoral de las elecciones presidenciales del 24 de septiembre, y la Oposición Democrática de Serbia (ODS), cuyo candidato Vojislav Kostunica había ganado los comicios, organizó una protesta sin precedentes.

"Fue un acontecimiento histórico, pero fue sólo el preludio del largo camino recorrido por este país para recuperar la normalidad", dijo a IPS el historiador Predrag Markovic.
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Historiadores, analistas y expertos de todo tipo se han dedicado en los últimos días a participar en mesas redondas, conferencias, debates y editoriales en los medios de comunicación sobre el asunto.

"Lo del 5 de octubre fue uno de los hechos más importantes en la historia reciente de Serbia", dijo el analista Slobodan Antonic. "La gente simplemente había tenido demasiado."

Desde su arresto y entrega al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, en junio de 2001, Milosevic continúa en La Haya, sometido a juicio por crímenes de guerra y genocidio.

Entre 1991 y 1995, el gobierno del ex dictador estuvo marcado por tres guerras por la secesión de la ex Yugoslavia, que se dividió en los actuales estados independientes de Serbia y Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia y Macedonia, dejando un saldo de 250.000 muertos.

Más tarde, su opresión de la comunidad étnica albanesa en la provincia serbia de Kosovo llevó a los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a bombardear Serbia durante 11 semanas, lo que todavía es uno de los acontecimientos más traumáticos en las vidas de muchos.

Serbia se convirtió en un estado paria, excluido de todas las organizaciones e instituciones internacionales, y castigada por estrictas sanciones económicas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Solo después de la caída de Milosevic fue vuelta a admitir en la ONU y en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), y se le permitió el acceso al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI).

El 29 de septiembre, los embajadores de la Unión Europea (UE) en Bruselas acordaron el inicio de conversaciones con Serbia sobre un Acuerdo de Estabilización y Asociación, primer vínculo formal con vistas a la membresía de un país.

Este tipo de acuerdo establecen modalidades de cooperación en justicia y asuntos internos, así como asistencia económica y financiera, y constituyen una importante señal política para cualquier aspirante a miembro de la UE.

Belgrado aplaudió la decisión, a la que consideró como una gran victoria política.

"Sin tener en cuenta los cambios políticos en casa, el efecto más positivo desde el 5 de octubre está en el área de la economía, completamente devastada en los tiempos del gobierno de Milosevic", dijo a IPS la analista Misa Brkic.

En los años de aislamiento, los únicos segmentos de la economía serbia que funcionaron fueron la agricultura, la producción de electricidad y las telecomunicaciones. Las fábricas permanecieron ociosas bajo las estrictas sanciones internacionales. Todo el comercio fue prohibido, incluia la importación de materia prima.

En los últimos años, la producción ha revivido donde ha sido posible, con la ayuda de instituciones financieras internacionales. Las privatizaciones han generado casi 2.000 millones de dólares. Y la inversión extranjera a través de la privatización asciende a 1.200 millones de dólares.

"Serbia será testigo de un auge de las inversiones", dijo en conferencia de prensa Jasna Matic, funcionaria del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). "El año próximo será el más exitoso, debido a la privatización de las empresas que siguen en poder del estado", agregó.

Se espera que Serbia complete el proceso de privatización en los próximos 18 meses.

Pero la transición a la economía de mercado ha sido un proceso doloroso. El desempleo es de casi 30 por ciento. Gracias a la ayuda extranjera, el estado ha podido ofrecer alguna compensación a miles que perdieron sus trabajos.

"Por décadas, durante el gobierno comunista, todos esperaban que el estado se hiciera cargo de todas sus necesidades", dijo a los medios de Belgrado Bozidar Djelic, primer ministro de finanzas posterior a la era Milosevic. "Para muchas personas es difícil pensar que ahora deben ocuparse de ellas mismas".

Muchos han tenido éxito. Las pequeñas empresas están floreciendo. El año pasado, 10.000 nuevos comercios de artesanías fueron registrados en Belgrado. La Cámara de Comercio de esa ciudad describió al fenómeno como un "milagro" que representa una salvación para miles de familias.

"Pero muchas personas continúan decepcionadas, porque esperaban una recuperación rápida y la buena vida que tenían antes de Milosevic", señaló Markovic. "Las cosas no pueden cambiar de la noche a la mañana después de una década de devastación".

El salario mensual promedio se ha elevado a 200 dólares, desde los 50 dólares en la era Milosevic. "No es mucho, pero es cuatro veces más", destacó Brkic. "En 2000, uno tenía que dar casi 4,5 salarios por una heladera. Ahora, uno".

Una señal del camino de Serbia hacia la recuperación fue la decisión tomada la semana pasada por Microsoft —la gigante estadounidense de los programas informáticos— de instalar uno de sus centros de desarrollo global en Belgrado. Es el tercero de esos centros en los mercados emergentes, luego de China e India.

"Ha sido un camino realmente largo, el que tomamos en los últimos cinco años, desde los gases lacrimógenos hasta Microsoft", resumió Ljiljana Pavlovic, una maestra preescolar de 54 años que trabaja en Belgrado.

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