«En Chalalán, la selva es su anfitriona y nosotros sus guías, solo necesita dejar la ciudad atrás y prepararse para la gran experiencia de otro mundo», dice el lema de uno de los más exitosos experimentos de turismo administrado por indígenas en Bolivia.
Chalalán es un albergue con capacidad para unas 30 personas ubicado en la comunidad indígena de San José de Uchupiamonas, fundada en 1716 por misioneros franciscanos, dentro de lo que hoy es el Parque Nacional Madidi, a 400 kilómetros al norte de La Paz.
Creado hace diez años y hogar de unas 120 familias (600 habitantes) de origen tacana, esse-eja y mosetén, con fuerte influencia quechua, Madidi se perfila como uno de los 20 destinos preferidos del ecoturismo en el mundo.
Apoyados por la organización Conservación Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, los indígenas de San José de Uchupiamonas administran desde 2001 un programa turístico cuyo eje es el albergue Chalalán y que, a través de otras iniciativas, fortalece áreas de la economía local como la agricultura y la artesanía.
Seis comunidades de las etnias mosetén y tsimane (400 habitantes) son dueñas de otro exitoso albergue llamado Mapajo, en la Reserva de la Biosfera Pilón Lajas (en el norteño departamento del Beni), una de las regiones amazónicas más ricas en biodiversidad del planeta.
El albergue Mapajo fue auspiciado por Conservación Internacional, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Programa Regional de Apoyo a los Pueblos Indígenas de la Cuenca del Amazonas y agencias donantes de Canadá, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
Lina Zambrana, administradora del Hotel Mapajo, explicó que los recursos de ese centro, que también funciona desde 2001, son destinados al pago de salarios del personal de los hoteles y al desarrollo de proyectos agrícolas y de servicios para las comunidades
Al igual que en el caso de Chalalán, los servicios de este albergue y otros manejados por los indígenas son más costosos que los ofrecidos por el turismo tradicional
Unos 37.000 turistas visitan cada año Chalalán y Mapajo. Sobre todo europeos, canadienses y estadounidenses, los visitantes participan de la aventura y la contemplación de la naturaleza, la flora y la fauna, y de actividades culturales, agrícolas y artesanales organizadas por los nativos.
Bolivia es uno de los pocos países de América Latina que impulsa este tipo de turismo, denominado "etnoecoturismo".
"El etnoecoturismo se desarrolla para rescatar de la extrema pobreza a los indígenas campesinos, mejorar su calidad de vida, preservar su cultura, usos y costumbres y conservar la relación especial que mantienen con la naturaleza", dijo a Tierramérica la boliviana Karen de Wachtel, creadora del concepto.
Licenciada en administración de empresas turísticas, Wachtel fue viceministra del ramo entre 1993 y 1997. En 1994 obtuvo el reconocimiento y la incorporación del "etnoecoturismo" en leyes y reglamentos.
En el modelo de "etnoecoturismo", lo indígenas son propietarios de los albergues y toman las decisiones sobre las actividades a desarrollar, pero coordinan la venta de paquetes con agencias nacionales e internacionales de turismo.
Se calcula que en Bolivia ingresan cada año 400.000 turistas que dejan cerca de 180 millones de dólares, un aporte de por lo menos 5,5 por ciento del producto interno bruto. Estas cifras podrían crecer hasta el millón de turistas por año y 500 millones de dólares, sin contar a los 500.000 visitantes nacionales, sostiene el experto Omar Quiroga Antelo.
Las comunidades indígenas, que habitan las principales rutas turísticas podrían ser clave en el desarrollo del sector. Según inventarios del Patrimonio Turístico de Bolivia, 34 grupos étnicos se asientan en las zonas preferidas por los visitantes.
En la región occidental y los valles se ubican las más grandes culturas originarias, los quechuas y aymaras. En la zona amazónica, en el oriente y el sur, se asientan los grupos amazónicos y chaqueños.
Bolivia posee 1.340 atractivos en 33 áreas protegidas y 30.000 sitios arqueológicos.
Otros programas turísticos manejados por indígenas se desarrollan actualmente en los parques Noel Kempff Mercado y Amboro, en el central departamento de Santa Cruz, y en las reservas Carrasco (Cochabamba), Sajama (Oruro) y el Salar (Uyuni).
Además, hay proyectos en el Lago Titicaca, el más alto del mundo a 3.800 metros sobre el nivel de mar, y en el parque nacional del Aguaragüe y la región del Chaco, en el departamento de Tarija, al sur.
* El autor es colaborador de Tierramérica. Publicado originalmente el 10 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (