Aunque comparten visiones de política exterior, los partidos derechistas que deben formar gobierno en Polonia tienen grandes diferencias sobre el euro y el desempleo. Los resultados de los comicios parlamentarios del domingo proporcionaron tantas respuestas como preguntas.
El conservador Partido Ley y Justicia (PiS, según sus siglas en polaco) y la liberal Plataforma Cívica (PO) obtuvieron respectivamente 27 y 24 por ciento de los sufragios, en conjunto más de 50 por ciento, lo que fue interpretado como claro rechazo a la gobernante Alianza Democrática de Izquierda (SLD).
Pero mientras los líderes Jaroslaw Kaczynski, del PiS, y Jan Rokita, de la PO, se ponen de acuerdo sobre cómo formar un gobierno de coalición, ambos saben que la comparecencia a las urnas, de apenas 40 por ciento, fue la más baja en elecciones parlamentarias desde la caída del régimen comunista, en 1989.
Según los analistas, una serie de escándalos de corrupción que hundieron al gobierno del SLD han empañado la imagen general de los políticos. "Debemos restaurar la confianza en el Estado, que ha sido muy comprometida en años recientes", dijo Kaczynski luego de conocido el resultado electoral.
Ambos partidos tendrán que trabajar duramente para recuperar esa confianza. Se han comprometido a ser duros con la corrupción. Los votantes observarán en pocos días la que podría ser la primera prueba de ese compromiso.
Kaczynski, cuyo hermano gemelo Lech se postulará a la Presidencia del país en las elecciones del 9 de octubre, ha dicho que si éste resulta electo jefe de Estado, él no asumirá el cargo de primer ministro. Eso mostraría un compromiso de hacer un gobierno transparente.
Para muchos electores, la SLD, compuesta mayormente por ex comunistas, fracasó en el terreno económico, particularmente en lo relativo a la creación de puestos de trabajo. Polonia es el país europeo con mayor desempleo, 18 por ciento de la población económicamente activa.
Pero entre los polacos hay otras preocupaciones, por ejemplo, qué cambios provocará en la economía y en la vida cotidiana la introducción del euro, la moneda que por ahora circula en solamente 12 de los 25 países de la Unión Europea (UE).
En la zona del euro son muchas las quejas de que la adopción de la moneda común ha encarecido el costo de vida. Hasta hace unos meses, el sentimiento anti-euro era de tal magnitud en algunos países que los economistas comenzaron a preguntarse si la moneda tenía futuro.
Los dos partidos parecen divididos. La PO ve con buenos ojos el reemplazo de la moneda nacional, el zloty, a la brevedad posible. El PiS tiene un enfoque más cauteloso.
La liberal PO obtuvo elogios de la comunidad empresarial con su propuesta de implantar un impuesto único de 15 por ciento, al que se opone el PiS por su potencial efecto en los ciudadanos más pobres. Este partido aboga a su vez por mayor inversión en servicios sociales, en un país con ingresos inferiores al promedio de la UE.
Durante la campaña, el PiS llegó a advertir a los votantes que, bajo un gobierno dominado por la PO, los polacos tendrían menos comida en la mesa.
Pero ambas fuerzas políticas comparten puntos de vista sobre Europa y otros asuntos de política exterior, para preocupación de Bruselas.
Aunque no son escépticos contumaces de la UE, el PiS y la PO han dejado en claro su rechazo a la Constitución europea. El PiS sostuvo que Polonia no aceptaría órdenes dictadas por los miembros más viejos del bloque, en clara referencia a las potencias de Europa occidental.
Vecinos ajenos al bloque, como Rusia y Belarus, también tomaron nota de los resultados de las elecciones.
El actual presidente polaco, Alexander Kwasniewski (en el poder desde 1995), ya había comenzado a alejar a Polonia de Rusia. En Occidente fue considerado partidario de la Revolución Naranja del anti-ruso Viktor Yushchenko, quien llegó a la Presidencia de Ucrania a fines de 2004.
En 2003, Kwasniewski había apoyado la invasión de Estados Unidos y sus aliados a Iraq.
Es probable que los nuevos partidos gobernantes acentúen aun más este alejamiento de Rusia. Su campaña electoral se centró por momentos en la necesidad de contrarrestar los intentos de Moscú de limitar los suministros de petróleo a Europa occidental.
Los dos partidos se han comprometido a procurar una postura más firme de la UE ante el creciente autoritarismo del Kremlin.
Pero ambos deberán primero superar las diferencias económicas que los separan y recuperar la confianza de los votantes. (