Con una multitudinaria manifestación en reclamo de empleo y subsidios, se cerró este viernes en la capital argentina una semana de protestas callejeras de desocupados que despertó las mayores críticas del gobierno de Néstor Kirchner desde que asumió en 2003.
A lo largo de la semana, las llamadas agrupaciones de "piqueteros", por su modalidad de protesta con bloqueo de tránsito vehicular, realizaron cortes de calles y autopistas, liberaron cabinas de peaje y se asentaron en dos campamentos improvisados, uno frente a un puente de acceso a Buenos Aires y otro en plaza de Mayo, el paseo situado frente a la sede presidencial.
El gobierno centroizquierdista criticó las protestas todos los días a través de sus ministros, y este viernes fue el propio Kirchner quien acusó a los manifestantes de buscar que las autoridades repriman con violencia para luego reivindicarse como víctimas.
"Son pequeños grupos de provocadores", descalificó Kirchner, y pidió a la justicia que actúe contra los que protestan violando las normas. También dijo que los manifestantes "no creen en la democracia" y que pertenecen a partidos de izquierda que no tienen chances de ganar las elecciones.
Uno de los líderes de la protesta, Juan Carlos Alderete, dijo a IPS que con sus dichos en contra de las manifestaciones "el presidente mostró qué intereses defiende, que no son los de los trabajadores ni de los desocupados".
"El operativo policial que se montó para cercarnos y aislarnos del resto de la sociedad fue mayor al que se prepara para recibir a (George W.) Bush", el presidente de Estados Unidos, dijo el dirigente de la denominada Corriente Clasista y Combativa.
Las protestas fueron convocadas por una veintena de agrupaciones de trabajadores desocupados, algunas de ellas vinculadas a partidos de izquierda sin representación parlamentaria.
Los manifestantes se autodefinen piqueteros "no alineados" para diferenciarse de otros grupos de desempleados que desde hace casi dos años resolvieron apoyar a Kirchner. Informes de prensa dividen en partes iguales la convocatoria de ambas ramas del movimiento piquetero, nacido a mitad de los años 90 cuando las privatizaciones restaron decenas de miles de puestos de trabajo.
Los activistas reclaman en primer lugar "trabajo para todos". Actualmente, el desempleo en Argentina se ubica en 12,1 por ciento de la población activa. Pero si se incluye a los desempleados que cobran subsidios por inactividad, la tasa llegaría a 15,7 por ciento, según reseña el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
También solicitan la "universalización de los planes" de empleo que hoy reciben unos dos millones de jefes y jefas de hogar sin trabajo. La inscripción está cerrada desde 2003 y los manifestantes piden la reapertura de los registros para alcanzar a todos y ahuyentar el clientelismo, según denuncian.
Los manifestantes exigen, además, que se incremente el monto mensual del subsidio a 350 pesos (unos 120 dólares). Según el Indec, el ingreso que requiere una familia tipo para mantenerse por encima de la pobreza es de casi 1.800 pesos por mes (615 dólares).
Alderete ponderó en 80.000 el número de personas que se movilizaron a lo largo de la semana en las distintas provincias y prometió para los próximos días un endurecimiento de las acciones si el gobierno persiste en desoír los reclamos.
"Nuestra agrupación va a proponer profundizar el plan de lucha y cortar los puentes internacionales que comunican al país con sus vecinos", anunció.
Los manifestantes comenzaron la semana con una serie de medidas de fuerza que se intensificaron en las últimas 48 horas, lo cual motivó el enojo de miles de conductores de automóviles y pasajeros de los autobuses bloqueados en las calles.
El miércoles instalaron un campamento en plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, donde los piqueteros y sus familias pernoctaron hasta este viernes.
Los piqueteros optaron, además, por ocupar casillas de cobro de peaje. Esta forma de reclamo apunta a contrarrestar los cortes de autopistas y busca generar adhesión entre los conductores de automóviles, ómnibus y camiones.
"Queremos trabajo ya" y "Basta de planes (subsidios) de hambre", eran algunas de las leyendas que portaban los manifestantes en sus carteles improvisados durante el acto de clausura de la protesta en la Plaza de Mayo, donde también participaron enfermeras en huelga del hospital de niños de Buenos Aires.