El impacto en Chile del aumento del precio del petróleo y de los recortes de suministros de gas argentino elevaron la inflación y moderaron el crecimiento del producto, pero expertos consultados por IPS entienden que se trata de fenómenos coyunturales que no afectan la solidez de la economía.
Pero más allá de la coyuntura, se vislumbran efectos de largo aliento de los problemas energéticos de la economía chilena y en este campo difieren enormemente las propuestas de solución.
El Banco Central de Chile resolvió en la víspera aumentar la tasa de interés de tres a 3,25 por ciento, con el argumento de que el crecimiento de la actividad económica, aunque atenuado, sigue siendo superior a lo estimado en los estudios de tendencias.
Esta alza de la tasa referencial, basada en los pagarés a 90 días del instituto emisor, es la sexta consecutiva desde septiembre de 2004, y fue acordada una semana después de que se divulgara la tasa de inflación de abril, que fue de 0,9 por ciento, superior a las expectativas de 0,7 por ciento del mercado.
El incremento del índice de precios al consumidor (IPC) de abril es el mayor de los últimos años. Desde octubre de 2002 no se registraba una tasa mensual de esta magnitud.
Así, la tendencia anual del IPC se elevó a 2,9 por ciento, 0,5 por ciento por encima del indicador registrado en 2004.
El aumento de la inflación en abril coincidió con los últimos informes de crecimiento del producto, que fue de cinco por ciento en marzo, por debajo de las previsiones de seis por ciento que manejaban tanto el gobierno como los empresarios.
Tomás Flores, economista e investigador del Instituto Libertad y Desarrollo, afín a la oposición derechista, señaló a IPS que tanto el repunte inflacionario de abril como el menor crecimiento del producto en marzo son problemas coyunturales.
Si se excluye de la variación del IPC de abril los componentes de transportes y los cambios en tarifas reguladas (entre las que se incluye la electricidad) se obtiene una inflación (de dos por ciento) que está en línea con las estimaciones del Banco Central en su informe de política monetaria de enero, indicó Flores.
El diputado Antonio Leal, del Partido Por la Democracia, de la gobernante coalición de centroizquierda, dijo igualmente a IPS que 70 por ciento del incremento del IPC de abril se debe a los combustibles, como efecto del alto precio internacional del petróleo en Chile, país que cubre 98 por ciento de su demanda de crudo con importaciones.
El segundo factor, acotó Leal, tiene que ver con restricciones del gas natural argentino, del orden de cuatro millones de metros cúbicos diarios, que en los últimos siete meses ha obligado a sustituir ese combustible por diesel en las industrias, con un aumento en los costos de funcionamiento que se ha traspasado a los precios de algunos productos.
El Consejo del Banco Central reiteró el jueves su compromiso de conducir la política monetaria en consonancia con una meta de inflación en torno a tres por ciento anual, en el horizonte habitual de 12 a 24 meses.
Según el instituto emisor la inversión, el consumo y el empleo continúan creciendo (en Chile) apoyados por condiciones monetarias internas claramente expansivas y por un entorno internacional favorable, pero cuyos riesgos se mantienen elevados.
El gobierno de Ricardo Lagos estaría así en condiciones de conducir normalmente la economía, pese a las presiones externas del mercado petrolero y del menor suministro de gas argentino, en un año marcado políticamente por las elecciones presidenciales y legislativas de diciembre.
De acuerdo a las últimas proyecciones que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe difundió el 20 de abril, Chile tendría este año una expansión del PIB (producto interno bruto) de 6,2 por ciento, uno de los más altos de la región, que en conjunto se estima que crecerá 4,4 por ciento.
En 2004, el PIB chileno creció 6,1 por ciento y el conjunto de América Latina y el Caribe 5,8 por ciento, con elevadas tasas de 17,3 por ciento en Venezuela, 12,4 por ciento en Uruguay y nueve por ciento en Argentina, países que este año tendrán aumentos más moderados.
Las previsiones internacionales sobre la economía chilena son más optimistas que las de la última encuesta mensual de expectativas económicas del Banco Central, que recogieron estimaciones en promedio de crecimiento del PIB para 2005 de 5,8 por ciento y de cinco por ciento para 2006 y 2007.
De una u otra forma, los pronósticos internos se hacen cargo del impacto prolongado de las dificultades energéticas, originadas en la disminución de los suministros desde Argentina de gas natural, combustible que aportaba hasta comienzos de 2004 alrededor de 40 por ciento de la oferta de energía eléctrica en este país de 15,6 millones de habitantes.
Flores coincidió con las críticas al gobierno de Lagos, en el sentido de que actuó con debilidad para exigir al gobierno argentino de Néstor Kirchner el cumplimiento de los acuerdos de integración energética que entraron en vigor en 1996 y que tuvieron como pilar la construcción de cuatro gasoductos desde Argentina a Chile.
El también economista del Instituto Libertad y Desarrollo dijo a IPS que Lagos debió evaluar la posibilidad del retiro de Chile del Mercado Común del Sur (Mercosur), del cual es asociado externo desde 1996, y negociar bilateralmente un tratado de libre comercio con Brasil.
El Mercosur tiene como miembros plenos a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y entre sus asociados externos se incluye Bolivia, que condiciona cualquier acuerdo de venta de gas natural a Chile a una respuesta satisfactoria a su demanda de un puerto soberano en el océano Pacífico, para resarcirse de la pérdida de su litoral en la guerra de 1879 a 1883, que involucró a estos dos países y Perú.
En una posición diametralmente opuesta a la de Flores, el economista Manuel Riesco, de la privada Universidad Arcis (Artes y Ciencias Sociales), dijo a IPS que la principal medida, en términos de la seguridad energética del país, es promover una integración real con nuestros vecinos.
El académico sostuvo que Chile ha seguido una política aislacionista respecto de América Latina desde el régimen de facto del general Augusto Pinochet (1973-1990) y que debe retomarse la sana política de los gobiernos republicanos anteriores a la dictadura.
Durante el gobierno del (derrocado) presidente Salvador Allende (1970-1973) hubo muy buenas relaciones con Argentina, Bolivia y también con Perú, indicó Riesco, para advertir que hoy es conveniente que pasemos a formar parte del anillo energético que están desarrollando los países de América del Sur.
El diputado Leal, en cambio, consideró que la solución más viable es la planteada por Lagos que consiste en crear en un plazo de dos años una infraestructura portuaria de recepción y distribución hacia las plantas de energía de gas natural licuado que se importará desde todo el mundo en grandes barcos tanque.
Leal admitió que el gas natural licuado tiene un costo mayor que su similar trasladado directamente en gasoductos, pero nos va a significar que vamos a tener un insumo seguro, que vamos a poder comprar a cualquier proveedor del mundo y va a implicar también una diversificación mayor del parque de generación de energía.
Riesco subrayó que el factor costo aconseja abastecernos con gas natural de nuestros vecinos y al mismo tiempo instó a las autoridades y a los productores a consumir menos energía por unidad de producto.
Estudios de la organización no gubernamental Chile Sustentable señalan que en Chile hay un gran despilfarro de energía y que un buen plan de ahorro podría disminuir en 30 por ciento el gasto en electricidad sin afectar la marcha de la economía.