Llegó la hora para Brasil de descubrir Portugal. O por lo menos, las ventajas que la antigua metrópoli puede ofrecer a los empresarios del país sudamericano como plataforma para sus negocios en la Unión Europea (UE) y África.
Para concretar el proyecto, el grupo Cobra de São Paulo, controlado por el Banco do Brasil, está decidido a invertir 156 millones de dólares en la construcción de un parque tecnológico en Ponte de Lima, en el extremo norte de Portugal.
Durante una visita a Lisboa esta semana, el vicepresidente del Banco do Brasil para las áreas de tecnología y logística, José Luiz de Cerqueira César, opinó que el proyecto servirá para que los empresarios de su país utilicen las plataformas que Portugal posee en África y en el mercado común de la UE.
Bajo el nombre de Condominio Brasil, el parque tecnológico de Ponte de Lima pretende crear condiciones para que empresas de diferentes sectores participen en proyectos en la UE y en África, en especial en los de lengua portuguesa, grupo formado por Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Santo Tomé y Príncipe.
En diálogo con los periodistas, Cerqueira César apuntó que el objetivo es que las empresas brasileñas establecidas en Portugal se sitúen en el mismo nivel de competitividad e igualdad, privilegios y beneficios de las firmas lusitanas en el mercado común de la UE.
Comparado con los demás países de la UE, no existen grandes diferencias con Portugal, pero la opción fue por Ponte de Lima porque existen otras afinidades entre los dos países, tales como la lengua, la cultura y las costumbres, precisó el alto ejecutivo.
En Condominio Brasil, se instalarán inicialmente unas 30 firmas brasileñas, que en conjunto con pares portugueses, realizarán un esfuerzo colectivo para crear condiciones de competitividad en los mercados africanos y europeos.
Estas 30 compañías pioneras no actuarán aisladamente, sino mediante una estructura empresarial donde las competencias se complementen. Esto permitirá que, frente a las oportunidades que se presenten en Portugal y en el resto de la UE, puedan competir con los grandes consorcios europeos.
Esto porque, según reveló Cerqueira César, hay casos en que empresas brasileñas disputan aisladamente algunas licitaciones en Francia o en Alemania, pero sin éxito, pues fatalmente su capacidad competitiva es muy inferior a las ya establecidas en Portugal.
En cuanto a África, para Brasil las ventajas competitivas de Portugal respecto de otros países europeos se basan fundamentalmente en un amplio conocimiento de ese continente, que contó con una presencia lusa de 560 años, período que concluyó en 1975.
Empresas portuguesas de las más variadas actividades se encuentran plenamente afianzadas en las ex provincias de ultramar y muchas de ellas también realizan operaciones en otros países africanos, en especial en Sudáfrica, Zimbabwe, República Democrática del Congo (ex Zaire), Namibia y Senegal.
Lisboa es el primer socio comercial, el principal inversor extranjero y el mayor donante en el campo de la cooperación, tanto multilateral como bilateral, de los cinco países lusoafricanos.
Respecto de Brasil, la situación ha registrado una tendencia al deterioro en los últimos tres años, en que la inversión portuguesa se ha ido a pique.
Cifras del Instituto de Comercio Exterior de Portugal (ICEP) indican que en 2004 las empresas portuguesas invirtieron en el mercado brasileño sólo 372 millones de dólares, 13 veces menos que en 2000, cuando el valor de la inversión lusitana alcanzó a 5.000 millones de dólares.
En cuanto a la inversión brasileña en Portugal, los números son bastante tímidos. El año pasado, según el ICEP, se situó en 52,8 millones de dólares, un valor de todas formas bastante significativo comparado con los escuálidos 9,5 millones de dólares aplicados en 2000.
La balanza comercial presenta un desequilibrio claramente favorable a Brasil, que vendió a Portugal mercaderías por valor de 1.112 millones de dólares, mientras compró al país europeo hermano productos por un total de 200,8 millones de dólares.
Filipe Botton, dueño y gerente general de Lugoplaste, una empresa portuguesa de embalajes de plástico, desde hace diez años en Brasil, en reciente entrevista al diario Público de Lisboa, dijo que el mercado brasileño es muy competitivo, con reglas completamente diferentes a las europeas, lo que significa tener una gran capacidad de adaptación
Es un mercado muy interesante, pero no sé si las empresas portuguesas están preparadas o tienen el músculo financiero para entrar en Brasil, sentenció Botton.
No obstante estas dificultades, los analistas económicos de la prensa lusitana sostienen unánimemente que la veta de esta nueva cooperación bilateral, tanto hacia la UE como a África, debe alentar a otras entidades brasileñas para constituir consorcios, instalarse en Portugal y consolidar posiciones en el mercado internacional.
Opinión compartida por el portugués João Oliveira Rendeiro, presidente de la Fundación Luso-Brasileña (FLB), al sostener que Lisboa debe ser una promotora de los intereses brasileños en Europa.
Brasil es cada vez más una potencia mundial, subrayó el presidente de la FLB, que además preside el Banco Privado Portugués, institución crediticia con intereses centrados en el sector turístico del mayor país de América Latina.
A renglón seguido, Oliveira Rendeiro consideró deplorable que Portugal ande distraído en relación a la importancia de Brasil en el mundo, un país que en lugar de los actuales 182 millones de habitantes en 2050 deberá contar con 250 millones, una de las poblaciones menos envejecidas del planeta.
Según previsiones de instituciones internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional citadas por informes de la FLB, se estima que el producto interno bruto de Brasil ocupará en 2020 el undécimo lugar en importancia del mundo, superado sólo por dos países europeos, Alemania y Francia.
La sombra de la creciente competencia española en el vasto país sudamericano no la debemos ignorar, advirtió Oliveira Rendeiro, recomendando demostrar el peso de los argumentos portugueses para reforzar las relaciones con Brasil.
¿Cuáles son estas ventajas portuguesas? Según el presidente de la FLB, se trata básicamente de la gran comprensión de la situación brasileña, las afinidades culturales y la lengua común.
Para Brasil, Portugal no constituye una alternativa geoestratégica, al contrario de España, que apuesta a una difusión cada vez mayor de la lengua castellana, sentenció Oliveira Rendeiro. (