En la provincia del Alto Purus, al extremo oeste de la selva amazónica peruana, se planea crear por primera vez una zona de reserva especial para un grupo étnico no contactado: los mashcos.
Los mashcos (que quiere decir desnudos) son llamados así por las demás comunidades autóctonas, pero también se conocen como mashco-piros, y son uno de los once pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario en las selvas amazónicas peruanas desde fines del siglo XIX y principios del XX, cuando barones del caucho intentaron esclavizarlos.
El diseño del plan apenas comienza. Fue encargado a una comisión especial creada por el presidente Alejandro Toledo el 31 de marzo. Pero la antropóloga Linda Lema Tucker, una de las expertas involucradas en la comisión, adelantó a Tierramérica que se pretende asignar a los mashcos reservas territoriales transitorias.
A las comunidades 'contactadas' se les puede asignar un espacio fijo, pero las no contactadas necesitan amplias rutas en el bosque en las que se puedan mover libremente, señaló Lema Tucker, actualmente consultora de la estatal Comisión Nacional de Pueblos Aborígenes.
Se asignará a los mashco-piros reservas territoriales transitorias, bajo normas que protejan su supervivencia física y cultural, hasta que decidan, mediante sus propias organizaciones comunales, integrarse y obtener reconocimiento y títulos de propiedad sobre tierras, adelantó.
El plan de protección de los mashcos se enmarca en la creación del área protegida del Alto Purus que, con 2,7 millones de hectáreas (más extensa que Bélgica), se incrusta como una lanza en el territorio de Brasil.
El Alto Purus es la pieza que faltaba en el gran corredor de áreas protegidas de 1.700 kilómetros cuadrados, que atraviesa Brasil, Bolivia y Perú. La voz de los mashco-piros y de las otras comunidades ha sido escuchada, comentó Kathryn Fuller, presidenta de la filial peruana del estadounidense Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), el 31 de marzo, cuando el gobierno peruano anunció la creación del área protegida.
El WWF ha trabajado en los últimos cinco años en la zona, con funcionarios, grupos indígenas y organizaciones no gubernamentales (ONG) locales, para combatir la tala ilegal, brindar asistencia técnica para el manejo del bosque e iniciar proyectos de desarrollo comunitario.
Las selvas amazónicas pueden parecer un paraíso verde desde la ventanilla de un avión o en las tarjetas postales. Pero se trata de un territorio amenazado, tenso, escenario de depredación y de violencia social entre sus escasos moradores, en su mayor parte empobrecidos y explotados.
Tal es el caso del Alto Purus, donde no viven más de 5.000 personas. En la provincia hay seis minúsculas aldeas y una sola ciudad, Puerto Esperanza, con menos de 2.000 habitantes.
En la floresta moran unos 2.800 integrantes de ocho grupos étnicos (aparte de los mashco-piros) que mantienen formas de vida ancestrales y están precariamente integrados al resto del país: cashinahuas, amahuacas, sharanahuas, chaninahuas, mastinahuas, yines, ashaninkas y culinas.
Los madereros suelen contratar a esos nativos para obtener mediante tala irregular ricas maderas de caoba y cedro, sin concesiones ni control del Estado. Eso propicia desplazamientos desordenados de comunidades, que en busca de las maderas más valiosas invaden territorios y se enfrentan entre sí violentamente.
Perú, uno de los seis países sudamericanos que comparten la Amazonia, pierde 265.000 hectáreas anuales de bosques tropicales húmedos debido a la tala.
De los indígenas del Alto Purus, los mashco-piros son los menos conocidos. No hay datos confiables sobre su número, aunque se piensa que son unos 800, y se distribuyen en grupos de 50 a 200 personas, formados por varios núcleos familiares.
Son extremadamente vulnerables, por la ausencia de leyes que los protejan y también por carecer de defensas contra enfermedades como la banal gripe, que los mata masivamente.
Mi padre me contaba que siempre andan por el monte sin quedarse en ningún lugar. Comen de todo: plantas, animales, huevos de tortuga y peces. Vienen y se van, a veces entran y salen de Brasil, relató hace poco Leoncio Tomasa, jefe de una comunidad cashinahua, testimonio recogido en un informe oficial.
Los mashco-piros son nómadas que se mueven por los bosques libremente, subsistiendo de lo que pueden recolectar, cazar o pescar. Han sobrevivido como fugitivos para protegerse del mundo exterior, que siguen percibiendo como una amenaza, indicó Lema Tucker.
La antropóloga indicó que la comisión especial definirá qué territorios se reservarán para estos nómadas, así como otros aspectos prácticos de la iniciativa, que deberá convertirse en proyecto de ley.
* El autor es colaborador de Tierramérica. Publicado originalmente el sábado 16 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica..