Israelíes contrarios al retiro parcial de territorios palestinos bloquearon una importante autopista cercana a Tel Aviv, interrumpieron una ceremonia de graduación de oficiales del ejército e intentaron marchar hacia el sitio religioso más sagrado de Jerusalén, todo en el curso de esta semana.
Las tres manifestaciones fueron lanzadas en tres días por opositores al plan del primer ministro israelí Ariel Sharon para evacuar 21 asentamientos judíos de la franja de Gaza y cuatro en la meridional Cisjordania.
Si las protestas continúan a este ritmo, cuando llegue el momento establecido para el retiro, a fines de julio, el país podría verse paralizado por la resistencia ultraderechista, agresivamente encabezada por colonos judíos.
Ese parece ser el plan. Un grupo de judíos ultranacionalistas anunciaron que llevarían esta semana miles de personas a sitios religiosos disputados por musulmanes y judíos en la ciudad vieja de Jerusalén.
La policía desplegó 3.000 efectivos en la zona para mantener a los manifestantes lejos y evitar choques con miles de palestinos que se habían reunido para esperarlos.
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Finalmente, apenas unas decenas de manifestantes aparecieron. Si bien la protesta resultó un fracaso numérico, tuvo éxito en términos estratégicos, pues logró forzar un gran despliegue policial para impedir la protesta.
Los organizadores definieron el acto como una prueba: cuando llegue el momento de retirarse de Gaza, el plan de los adversarios de Sharon prevé actos de protesta y desobediencia civil en todo el país, como el bloqueo de las principales avenidas y carreteras, en una estrategia para desviar efectivos de las fuerzas de seguridad destinados a desmantelar los asentamientos.
El ministro del Interior, Gideon Ezra, admitió que los manifestantes tuvieron éxito en lograr la movilización de tantos policías hacia Jerusalén. Reunimos a 3.000 efectivos de todo el país para traerlos a Jerusalén, y los distrajimos de sus deberes en otros lugares, dijo.
Durante su viaje a Estados Unidos, que concluyó el jueves, Sharon sostuvo en una entrevista por televisión que el clima político de Israel era comparable a las vísperas de una guerra civil.
El plan de Sharon para romper las resistencias antes de que comience el retiro se basa en lograr que los colonos a evacuar acepten compensaciones y su reubicación en territorio israelí. El primer ministro se ha reunido con algunos colonos prominentes de Gaza a los que planteó una reubicación masiva en una zona costera al norte de ese territorio.
Una cantidad creciente de colonos habla de compensación, pero quiere que el gobierno aumente las sumas ofrecidas. Sharon podría verse fortalecido por el hecho de que la cuestión clave para ellos no es resistir el retiro, sino hallar caminos para normalizar sus vidas una vez reubicados.
Pero esto no significa que los 7.000 colonos de Gaza estén listos para hacerle fácil la vida a Sharon. El ejército planifica bloquear todos los puntos de acceso al territorio, un poco antes de que comience el desmantelamiento, para detener a los manifestantes, muchos de los cuales proceden de Cisjordania, donde viven unos 200.000 colonos.
El ejército espera completar el retiro en un mes, pero altos oficiales admiten que si miles de manifestantes logran llegar a los asentamientos, la operación se volverá considerablemente más complicada y larga.
La policía y el ejército están entrenando unidades especiales para enfrentar a colonos que se nieguen a dejar sus viviendas y resistan la evacuación.
El ministro de Defensa, Shaul Mofaz, ordenó esta semana al ejército el diseño de un plan para recolectar las armas distribuidas a los colonos y asegurarse de que los extremistas no abran fuego contra las tropas israelíes. También aceptó que los soldados llevaran a cabo la evacuación desarmados.
Pero la verdadera amenaza que se cierne sobre el retiro podría no estar en Gaza.
El ex primer ministro Ehud Barak (1999-2001) se refirió días atrás a un pequeño grupo de extremistas, algunos de los cuales pertenecen a cuerpos de elite del ejército, que estaría organizando ataques para impedir la retirada.
Uno de los blancos de esos ataques es el propio Sharon. En los últimos meses, las medidas de seguridad para protegerlo fueron fortalecidas, si bien ya eran muy intensas en torno a los primeros ministros, desde que Yitzhak Rabin (1922-1995) fue asesinado 10 años atrás por un ultraderechista que abrió fuego contra él.
Esta semana, dos manifestantes portando carteles con la leyenda Judíos, no expulsen a judíos lograron introducirse en un centro militar ubicado entre Jerusalén y Tel Aviv, en el que se llevaba a cabo una ceremonia de graduación, y llegaron a unos pocos metros del teniente general Moshe Ya'alon, jefe del estado mayor del ejército.
El principal temor de las fuerzas de seguridad se centra en lo que posiblemente sea el trozo de terreno más disputado del planeta, la ciudad sagrada de Jerusalén en la que se reunieron los ultraderechistas judíos esta semana. Para los musulmanes es el Haram al-Sharif (el noble santuario, también llamado Explanada de las Mezquitas), el tercer sitio religioso en importancia para el Islam.
El complejo de construcciones en la cima de la colina comprende, entre otras, la mezquita de al-Aqsa y es la zona donde los musulmanes creen que Mahoma ascendió al cielo.
Los judíos también tienen su lugar más sagrado allí, para ellos Monte del Templo, donde se erigieron los dos templos bíblicos luego destruidos.
Jerusalén también es destino de peregrinación para cristianos de todo el mundo, pues es el sitio donde murió Jesús y se encuentra el Santo Sepulcro que veneran los católicos.
En septiembre de 2000, la visita de Sharon a la Explanada de las Mezquitas encendió la llama de la actual Intifada (levantamiento palestino). A inicios de 1980, un grupo de judíos extremistas planificaron ataques explosivos contra los templos musulmanes, finalmente frustrados por las autoridades.
Para las jerarquías militares, esto podría encender la confrontación final: si los extremistas logran dañar mezquitas, sus acciones repercutirán en todo el mundo islámico y podrían precipitar una violencia regional que impida el prometido retiro israelí de las zonas palestinas.
El retiro parcial es una de las condiciones centrales para avanzar en el plan de paz conocido como hoja de ruta, que incluye compromisos para el gobierno israelí y para la Autoridad Nacional Palestina. (FIN/2005)
Medio Oriente, las rutas de la paz – cobertura especial de IPS Noticias


