Lograr que 75 por ciento de las familias pobres del mundo reciban asistencia financiera y, al mismo tiempo, elevar los ingresos de los indigentes, son los dos grandes desafíos asumidos por la Cumbre Regional del Microcrédito para América Latina y el Caribe.
Los 1.200 delegados de todos los continentes que sesionaron entre el martes y este viernes en Santiago acogieron así la propuesta del economista bengalí Muhammad Yunus, fundador del Grameen Bank, el llamado primer banco de los pobres, de aumentar hacia 2015 de 100 millones a 175 millones la cantidad de familias cubiertas por los sistemas de microcrédito.
Del mismo modo, y siempre con la referencia de 2015 establecido por la Organización de las Naciones Unidas para alcanzar sus Objetivos de Desarrollo del Milenio, las instituciones y organizaciones participantes en la cumbre se comprometieron a trabajar para que eleven sus ingresos las 100 millones de familias más pobres del mundo, cuyos integrantes cuentan con menos de un dólar por día.
A partir de 2016 se abrirá un tercer desafío: acabar definitivamente con la pobreza en el mundo, meta que en América Latina, y particularmente en Chile, puede alcanzarse más rápido que en Asia, dijo Yunus, protagonista central de este encuentro en Santiago al cual asistió también la reina Sofía de España.
Esta cumbre me ha dado la esperanza enorme de un compromiso de todos con la misión de incluir tanto la autosuficiencia económica, como la educación y la salud en las metas para el 2015, señaló, a su vez, Sam Daley-Harris, director de la campaña para la realización de este encuentro internacional.
El experto expresó su satisfacción por los avances de las instituciones de microcrédito en América Latina y el Caribe, donde se han creado más de 400 entidades que mantienen sistemas de préstamo preferenciales para los más desposeídos en una región que cuenta con 220 millones de pobres e indigentes, que equivale a más de 42 por ciento de su población.
Daley-Harris destacó que cada vez hay más bancos tradicionales en la región que se están dedicando a las microfinanzas, así como también más instituciones microfinancieras reguladas que son un efectivo contrapeso contra la usura que afecta a menudo a los pobres cuando deben endeudarse.
Hay que hacer un trabajo más completo para alcanzar a más pobres en esta región, en especial en las zonas rurales. Hay un progreso grande, pero también grandes desafíos, concluyó el experto.
Yunus, quien creó en 1976 en Bangladesh el Grameen Bank, reiteró en Santiago que los usuarios de menores ingresos son los mejores pagadores de los créditos cuando pueden acceder a préstamos sin tasas de intereses abusivas, sin avales y bajo una relación de confianza.
El economista resaltó que 56 por ciento de los clientes del banco de los pobres han superado en su país la extrema pobreza, y que éstos son en su mayoría mujeres.
Según el informe central presentado a esta cumbre, de los 54,8 millones de clientes pobres a quienes había llegado hasta fines de 2003 el sistema de microcréditos, 82,5 por ciento eran mujeres.
El número de mujeres pobres beneficiadas con pequeños préstamos aumentó de 10,3 millones en 1999 a 45,2 millones en 2003. De ese total, 719.000 mujeres están en América Latina y el Caribe.
Carmen Velasco, directora ejecutiva de Pro Mujer de Bolivia, dijo a IPS que su entidad ofrece pequeños préstamos a mujeres para crear negocios y a la vez les brinda la oportunidad de ahorrar parte de las ganancias.
Bolivia es un ambiente muy competitivo para las microfinanzas, sin embargo Pro Mujer ha tenido éxito como el programa de mayor alcance, enfocando su trabajo hacia mujeres que emigran del área rural y en las zonas más pobres que rodean La Paz, señaló.
En Bolivia hay 235.000 clientes afiliados a la Asociación de Entidades Financieras Especializadas en Microfinanzas. Un panorama que se repite crecientemente en toda la región y que abre campo a los sectores de menores ingresos hacia sistemas de crédito a los cuales no tenían acceso.
El microcrédito es esencial para el desarrollo de la microempresa, que es la gran generadora de empleo en países como Chile, donde 82 por ciento de los establecimientos productivos y de servicios formales corresponde a esa categoría.
En América Central existen 2,5 millones de personas vinculadas a través del autoempleo o como trabajadores asalariados a 228.892 microempresas, se señaló en la cumbre.
El microcrédito es un buen negocio. Establece una relación adecuada entre riesgo y responsabilidad mutua de los beneficiarios, es adaptable a requerimientos culturales y geográficos y al mismo tiempo es viable en grandes contingentes de población, destacan los expertos.
Pero sus efectos positivos más loables son su carácter de recurso fundamental para estimular el ahorro en los estratos de bajos ingresos y, sobre todo, en que es una formidable herramienta para superar la pobreza.
Cuando iba a un banco a decir que necesitaba un préstamo de 40.000 pesos (unos 70 dólares) para instalar un negocio de pasteles en mi casa se reían en mi cara y si iba a un prestamista me los ofrecía con 10 por ciento de interés al mes, un completo abuso, dijo a IPS Eulogia Santelices, una mujer jefa de hogar de 38 años, madre de cuatro hijos.
Santelices es hoy una de las satisfechas clientes del Fondo Esperanza, una filial del Hogar de Cristo, institución de beneficencia ligada a la Iglesia Católica, que opera con la modalidad de formar bancos (grupos) de 20 personas, todas las cuales reciben el mismo préstamo inicial de 70 dólares.
El 98 por ciento de los favorecidos con estos préstamos, mayoritariamente mujeres, pagan puntualmente sus cuotas de amortización del préstamo, lo cual les permite acceder después de tres meses a créditos de 130 dólares y seguir subiendo en la escala hasta un préstamo equivalente a 480 dólares.
El Fondo Esperanza cuenta hoy con 25 bancos que suman 500 clientes. (