AMBIENTE-BRASIL: Fuego contra fuego

Si el mal es inevitable, hay que reducir sus daños. Por eso el proyecto ”Buen Manejo del Fuego” aparece como el remedio más adecuado en el caso de las ”quemadas”, los incendios tan usados en Brasil para preparar la tierra a sembrar y deforestar la Amazonia.

Se trata de una metodología desarrollada por el no gubernamental Instituto de Investigación de la Amazonia (IPAM) hace 10 años y que se incorporó al plan del gobierno de control de los incendios forestales en la extensa región de bosques tropicales.

Esto no significa una capitulación ante las ”quemadas”, una técnica agrícola tradicional condenable. Pero su erradicación es un objetivo que ”demorará mucho tiempo” en cumplirse debido a los ”condicionantes socioeconómicos” del mundo rural brasileño, dijo a IPS Ricardo Mello, coordinador del proyecto en IPAM.

Para la mayoría de los agricultores, el fuego sigue siendo un instrumento de ”extremada importancia”, ya que ellos no disponen de recursos para contar con tractores, fertilizantes y agrotóxicos químicos, explicó. Las alternativas exigen inversiones inaccesibles principalmente a los agricultores familiares.

En la Amazonia, según estadísticas oficiales, hay cerca de 750.000 pequeños productores que practican la llamada agricultura familiar, en que la mano de obra proviene básicamente de los integrantes del hogar. Ellos representan 70 por ciento de la población rural y 36 por ciento del producto amazónico, destacó Mello.

La valorización de áreas agrícolas tradicionales por la expansión del agronegocio altamente tecnificado y la concentración de la propiedad de la tierra empujan los pequeños agricultores hacia las tierras más baratas de la Amazonia, en una migración deforestadora en que el fuego es indispensable.

El Buen Manejo del Fuego se propone para una ”transición” que se prolongará ”por lo menos 50 años”, evitando incendios descontrolados mientras avanzan las alternativas más sustentables, acotó.

Técnicas de control del fuego contribuirían mucho a reducir la deforestación, argumentó. Un estudio hecho en 1998 comprobó que la mitad del área quemada en la Amazonia se debió a incendios accidentales, que sobrepasan el terreno que se deseaba ”limpiar”.

Eso quiere decir que, ”si se logra eliminar los accidentes, se reduciría a la mitad la emisión del gas carbónico” producido por las ”quemadas” amazónicas, y que contribuyen al recalentamiento del planeta.

Respecto de los daños causados a los bosques, el efecto positivo supera el que es visible. El monitoreo de los incendios amazónicos se hace por imágenes de satélites, que ”no captan el fuego por debajo de los árboles que se extiende por grandes extensiones”, señaló el investigador. ”Probablemente el área quemada es muy superior al observado”.

Los incendios forestales son fatales incluso en zonas no usadas por la agricultura o ganadería, porque los bosques quemadas ”pierden 40 por ciento de su capacidad de regeneración”, según estudios en la Amazonia, añadió.

Además, el manejo no perderá su validez. Los períodos de escasez de lluvias, como los provocados hace algunos años por la corriente de El Niño, el periódico aumento de la temperatura de las aguas del océano Pacífico, dejan los bosques amazónicos muy vulnerables al fuego y los incendios son un riesgo incluso en países industrializados que no practican las ”quemadas”, recordó Mello.

El proyecto Buen Manejo del Fuego empezó hace poco mas de una década en una comunidad de pequenos agricultores del sur del septentrional estado de Pará, logrando controlar 70 por ciento de los incendios forestales.

El objetivo inicial fue comprobar la viabilidad del manejo en la agricultura familiar. Se identificaron las técnicas de ”quemada” usadas tradicionalmente, evaluando su eficiencia.

Experimentos locales, en realidades distintas de pastizales, bosques nativos y secundarios, fueron realizados para identificar un conjunto de técnicas de mayor eficiencia y menores costos, que componen el Buen Manejo del Fuego.

La metodología ya fue llevada directamente a 1.300 familias en varias partes de la Amazonia, pero las técnicas de lidiar con el fuego de forma segura se expanden mas allá del proyecto de IPAM.

El Grupo de Trabajo Amazónico, una red de 430 organizaciones, comunidades y movimientos sociales de la región, adoptó la metodología y la diseminará entre sus miembros, que comprenden desde agricultores familiares, poblados ribereños a indígenas y extractores de productos nativos, como caucho natural y castañas.

El IPAM, fundado en 1995, reúne investigadores y educadores con el objetivo de producir estudios, diseminar la información científica y capacitar la población para un desarrollo sustentable de la Amazonia brasileña.

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