CHILE: Un filme acerca a civiles y militares

El ejército de Chile apoyó la realización de una película sobre el conflicto con Argentina de 1978 por la soberanía del canal de Beagle, en el marco de una aproximación a la sociedad civil que busca dejar atrás conflictos relacionados con la dictadura de 1973-1990 y sus violaciones de los derechos humanos.

El hermetismo con que la fuerza armada había manejado hasta ahora esa crisis, que estuvo a punto de desatar una guerra, cedió ante el énfasis en recoger historias humanas por parte del cineasta chileno Alex Bowen, quien apeló con éxito al ejército para conseguir el apoyo logístico necesario en el rodaje del filme”Mi mejor enemigo”, cuyo estreno está previsto para el 5 de mayo.

Con la experiencia de su ópera prima, ”Campo Minado” (2000), a Bowen le interesaba develar el misterio del conflicto por ese canal situado al sur del Estrecho de Magallanes, que conecta a los océanos Atlántico y Pacífico, y descubierto en 1830 por la expedición inglesa de Parker King y Fitz Roy.

”Mi mejor enemigo”, narra los días de tensa guardia de una patrulla militar chilena que, en medio de la pampa, interactúa y forma vínculos de solidaridad con una patrulla argentina.

En 1978, bajo las dictaduras de los generales Augusto Pinochet en Chile y Jorge Rafael Videla (1976-1981) en Argentina, se llegó al borde de la guerra por la soberanía sobre tres islotes en el extremo oriental del Beagle. La mediación del Vaticano evitó el conflicto.

Punta Arenas, 2.300 kilómetros al sur de Santiago, fue la ciudad chilena que con mayor intensidad vivió la tensión de esos días, y en ella ”quedan las trincheras, campos minados, las autopistas preparadas como (pistas de) aterrizaje y las cruces pintadas en los hospitales”, dijo Bowen a IPS.

La dictadura de Pinochet manejó en silencio la crisis de 1978, la prensa apenas informó a la población de los acontecimientos, y muy pocos se enteraron de que se estuvo a sólo horas de un enfrentamiento en el extremo sur de la Patagonia.

Chile y Argentina comparten una frontera de más de 5.000 kilómetros. En julio de 1881, un tratado estableció como límite entre ambos países la línea de mayor altitud de la cordillera de Los Andes, que divide las aguas, y reconoció soberanía chilena sobre el estrecho de Magallanes, la parte occidental de la Tierra del Fuego y las islas al sur del Beagle.

Luego de numerosos incidentes limítrofes en ese canal, en mayo de 1977 la reina de Inglaterra y un tribunal británico convocados como árbitros declararon que las islas Picton, Lennox y Nueva, al este del Beagle, eran indiscutiblemente chilenas, pero Argentina desconoció el fallo.

Se desató la crisis. En vísperas de la Navidad de 1978, del 21 al 22 de diciembre, las flotas chilenas y argentinas planeaban enfrentarse en las aguas disputadas, pero condiciones climáticas desfavorables impidieron el avance de los buques, el despegue de helicópteros y l arealización de desembarcos.

El 22 de diciembre, el papa Juan Pablo II intervino como mediador y nombró al cardenal Antonio Samoré como su representante. Las gestiones de ese prelado culminaron exitosamente el 29 de noviembre de 1984 con la firma de un Tratado de Paz y Amistad entre ambos países en El Vaticano, luego de que se reconociera la soberanía chilena sobre las islas y el control argentino de las aguas orientales del Beagle.

A 26 años de aquel conflicto, el ejército chileno depuso anteriores negativas y aprobó el proyecto fílmico de Bowen, comprometiéndose a colaborar con logística, vestuario, infraestructura, vehículos, instrucción y personal.

”Es la primera película filmada bajo la línea del ejército de Chile en cuanto a su formación, contextura, orgánica y presentación. Es un producto completamente nacional”, señaló a un medio local Iván de la Fuente, jefe de Proyectos del Departamento de Historia Militar, asesor del proyecto.

La Fuerza Aérea facilitó aviones de combate de la época y recreó un puesto de mando, y el cuerpo de Carabineros (policía militarizada) adiestró un perro que se destaca en la película.

Esa apertura castrense se enmarca en un proceso de modernización que busca dejar atrás visiones del ejército que los mandos consideran anticuadas, y adecuarse a los nuevos tiempos al tiempo que se recupera y conserva el patrimonio histórico militar.

Bowen asocia el cambio de actitud a que ”lo que más nos convenía a ambos era trabajar en conjunto y fue lo que hicimos”.

”Les dimos todas las posibilidades: lectura del guión, recibir sus comentarios y conversar abiertamente, lo que favoreció las confianzas mutuas”, explicó.

Según el director, lo que más gustó a los oficiales tras leer el guión fue ”el relato de una historia profundamente humana, que habla de amistad y reconciliación, de seres humanos perdidos en unas circunstancias terriblemente feroces”.

El proyecto ha demorado cuatro años desde que Bowe comenzó la investigación, entrevistó a los protagonistas y construyó el guión. El rodaje en la Patagonia tomó seis semanas y la post producción un año. La película, ”basada en hechos reales, tiene dos o tres elementos de ficción que permitieron novelar la historia”.

La coproducción chileno-argentino-española contó con financiamiento del Fondo para el Desarrollo de las Artes y la Corporación de Fomento de la Producción de Chile, además de apoyo del consorcio hispano Ibermedia y de inversiones privadas.

”Mi mejor enemigo”, seleccionada para los festivales de cine de Mar del Plata, Toulouse y Buenos Aires, aspira presentarse en Cannes.

Cristián Parker, doctor en sociología del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, dijo a IPS que ”hay una voluntad explícita, de parte del ejército y de las Fuerzas Armadas en general, de acercarse a la sociedad civil”, y que ”el apoyo a la película, entre otros acontecimientos, va en esa dirección”.

Eso es ”un signo de la incorporación de las Fuerzas Armadas a una redefinición de las labores de defensa y seguridad, en que se entiende con mayor claridad que la seguridad se vincula con las temáticas de la integración y el desarrollo”, alegó.

Según el académico, en los últimos 15 años las relaciones cívico-militares han mejorado en forma progresiva con el avance del proceso democrático y la modernización y profesionalización de las fuerzas armadas, y los progresos en los juicios por violaciones de derechos humanos durante la dictadura fueron un importante factor.

Desde 1990 ”las Fuerzas Armadas han jugado un rol interesante al reperfilarse para incorporar los temas de defensa y de seguridad en la agenda de reinserción de Chile en el escenario mundial”, subrayó.

De mantenerse esa tendencia, la aproximación del ejército a la sociedad civil se profundizará, permitiendo también mayor colaboración en el sentido inverso, pronosticó Parker, que ha sido profesor de altos oficiales del ejército doctorados en su universidad, y enseña además en la Academia de Guerra, lo que en su opinión ha creado un ”espacio de convivencia muy interesante”.

”Hay una mayor apertura de parte de sectores civiles, incluso antimilitares o perseguidos por la dictadura, hacia la contribución de las Fuerzas Armadas a las tareas del desarrollo, la integración y la paz”, sostuvo.(

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