Más de un millón de personas pobres en 19 países aprendieron a leer y escribir con un método de alfabetización concebido en Cuba. Muchas decidieron continuar estudiando y completar la escuela primaria.
Fue como salir de un túnel hacia la luz, dijo Eugenia Tua, quien conoció las letras a los 65 años en Venezuela, donde ya fueron alfabetizadas más de 1,3 millones de personas por el programa Yo sí puedo, diseñado con una segunda fase (Yo sí puedo seguir) que permite al interesado completar la enseñanza básica.
Tua y otros latinoamericanos incluidos en esos planes relataron sus experiencias durante un encuentro internacional de pedagogía y un congreso sobre alfabetización, realizados entre fines de enero y principios de febrero en La Habana.
El instrumento pedagógico utilizado por los educadores se basa en la asociación entre números y letras, lo que facilita su adaptación a cualquier idioma e inclusive se está usando exitosamente con ciegos y personas de baja audición.
Especialistas de Nueva Zelanda, por ejemplo, prevén utilizarlo con la población sorda, estimada en casi 400.000 en ese país.
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Es posible llevarles el método porque pueden visualizar a partir de iconos, símbolos, explicaciones de cuándo se debe observar, escribir, repetir, a lo que se une que las lecciones se dictan con buena pronunciación, permitiéndoles leer sin dificultad los labios, señaló Ruhia King, quien trabaja en la adecuación del programa para esa población.
Marcia Krawll, coordinadora del proyecto en Nueva Zelanda, dijo que en esa nación de cuatro millones de habitantes, una de cada cinco personas está por debajo de los niveles mínimos de alfabetización.
La aplicación del método cubano desde junio de 2003 permitió alfabetizar a 1.022 personas, y otras 5.400 están matriculadas en cursos para alcanzar la educación básica, relató Krawll.
En los foros abundaron testimonios de profesionales y autoridades de los países en que se está aplicando el método cubano.
Dirijo un equipo de fútbol en mi comunidad y me hacía falta escribir el orden de mis jugadores. Ahora lo hago al 'pasito' (lentamente), pero lo hago, contó Benjamín Abarca, 55 años, campesino de Michoacán.
Tres municipios de ese estado del sur de México fueron declarados libres de analfabetismo tras la aplicación del programa cubano.
El gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas, espera que el índice de analfabetismo descienda a fines de 2005 de 14 a 8,5 por ciento en su estado.
En Michoacán hemos resuelto terminar con el analfabetismo, dijo Cárdenas. El programa no tiene sesgo político alguno, ni desplaza a personal o a instituciones educativas mexicanas ya existentes, explicó.
Abarca continuará estudiando. Requiero saber más, porque, por ejemplo, no sé hacer una solicitud todavía, relató.
A Francisco Laine, pequeño agricultor de Ecuador, aprender a leer y escribir le cambió la vida. Autoridades regionales de su país se comprometieron a traducir el método al quechua, lengua de la etnia mayoritaria en ese país sudamericano e idioma verdaderamente americano, acotó.
El método se aplica en cinco países latinoamericanos, y está en etapa experimental en otros tres. Las experiencias incluyen el dictado de clases a través de radio, en la lengua créole que habla la población de Haití, en inglés, francés y portugués.
El ministro cubano de Educación, Luis Ignacio Gómez, estimó que en 12 años podrían aprender a leer y escribir y concluir la enseñanza primaria 1.500 millones de personas, con una inversión inicial de 3.000 millones de dólares en el primer trienio y 700 millones en cada uno de los nueve años siguientes.
Esos recursos se emplearían en material educativo y equipos, inclusive 1,5 millones de paneles solares para comunidades y aldeas sin servicio de electricidad, explicó Gómez.
La inversión propuesta es inferior a los montos mencionados en un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Erradicar para 2015 el analfabetismo de la región (donde viven 39 millones de analfabetos adultos) requiere una inversión de casi 7.000 millones de dólares, indica el documento, divulgado en enero en Santiago de Chile.
Además, las naciones latinoamericanas y caribeñas necesitan invertir 150.000 millones de dólares hasta 2015 para cumplir varias metas educativas comprometidas en acuerdos internacionales.
En el mundo hay más de 860 millones de analfabetos, 150 millones de niñas y niños que no asisten a la escuela y alrededor de 2.000 millones de subescolarizados, según la Unesco.
Este panorama que hace casi imposible cumplir en 10 años más los objetivos educativos contenidos en las Metas de Desarrollo del Milenio, aprobadas en 2000 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Erradicar el analfabetismo es una de las metas educativas, además de universalizar la educación primaria.
Asimismo, la región ha asumido otros compromisos educativos con plazo en 2015, que incluyen el acceso a educación inicial para todas las niñas y niños de tres a cinco años y el aumento a 75 por ciento de la cobertura de educación secundaria, entre otros.
Cuando la ONU estableció el Decenio Mundial de la Alfabetización, en enero de 2003, subrayó que la creación de entornos y sociedades alfabetizadas es esencial para combatir otros problemas serios, como la pobreza, la mortalidad infantil y la desigualdad.