CHILE: Carnaval andino en la ciudad

Por segundo año consecutivo se realizará en la capital chilena un carnaval andino, de agradecimiento a la madre tierra, que intenta mantener vivas las ancestrales tradiciones de pueblos indígenas oriundos de Perú, Bolivia, Ecuador y del norte de Argentina y Chile.

”Organizamos el carnaval andino en Santiago para revivir las festividades de los pueblos indígenas del norte chileno, las que están desapareciendo progresivamente”, señaló a IPS la directora de la revista Identidad Indígena, Paulina Arce, una de las responsables del traslado de esas fiestas a la capital.

El carnaval andino se realizará el día sábado 12 y domingo 13 de febrero en el cerro Blanco, ubicado en el municipio de Recoleta, al norte de la capital, donde se han asentado numerosos inmigrantes peruanos y bolivianos dispuestos a participar en las actividades programadas.

Se trata de una ceremonia de agradecimiento a la Pachamama (”Madre Tierra” en idioma quechua) por todo lo entregado durante el año, que obliga a los presentes a respetar la naturaleza y estar en armonía con el resto de los asistentes.

”Los cerros (”apus” en lengua aymará) son sitios de poder para la cultura andina”, explicó Arce, justificando la elección del cerro Blanco, a donde se prevé que llegarán unas 300 personas, de todas las edades y clases sociales, entre descendientes de los pueblos andinos y público en general.

La cultura andina no tiene límites geográficos precisos, pero se desarrolló principalmente en las zonas de altiplano y precordillera de los actuales territorios de Perú, Ecuador, Bolivia (donde se realiza el famoso carnaval de Oruro) y las regiones norteñas de Argentina y Chile.

En Chile todavía habitan descendientes de los pueblos atacameños, quechua, kolla y aymará, y algunos de ellos aún basan su economía en una modalidad de agricultura muy atenta a los ciclos de la naturaleza y en constante observación de los astros.

Pero según el censo de 1992, la población aymará que vive en el extremo norte de Chile es mayoritariamente urbana. De unas 48 mil personas, dos tercios serían migrantes a ciudades y sólo el tercio restante mantendría su carácter rural, campesino comunero o minifundista.

En su origen precolonial, el carnaval andino es una festividad que se denomina con el término aymará ”anata”, que significa juego o diversión. Según la tradición ancestral, la anata marca el fin de la lluvia y augura el advenimiento de las cosechas.

Las dos grandes divisiones del calendario andino son el ”jallupacha”, o tiempo de lluvias, que comienza en noviembre con la fiesta de los muertos y termina en con el carnaval; y el ”awtipacha”, que sigue al anterior.

Actualmente, para fijar su fecha de inicio se usa el mismo método que para el carnaval occidental: contar 40 días antes del viernes de la Semana Santa católica, que este año será el 25 de marzo.

”Este ritual no se contrapone a la fe católica. Al contrario, la mayoría de los pueblos andinos experimentaron un gran sincretismo religioso luego de la llegada de los españoles a América Latina en el siglo XVI, por lo que se suelen mezclar las manifestaciones”, explicó Arce.

A pesar de que el carnaval andino organizado en Santiago no es exactamente igual al tradicional en sus zonas de origen, que dura una semana, los organizadores trataron de incorporar las actividades más emblemáticas como la despedida del ”abuelo José Domingo Carnavalón”, un muñeco de tamaño humano fabricado con trapos, símbolo de fertilidad y de alegría, que preside la fiesta montado en un burro.

Al abuelo se lo adorna con distintas ofrendas, con la esperanza de que sean multiplicadas durante el ciclo que se inicia.

Los asistentes al carnaval que se efectuará en la capital chilena deberán pagar 1.000 pesos (poco menos de dos dólares) para costear los gastos de la ceremonia, y llevar serpentinas, challas (papel picado), semillas, frutos y dinero para adornar al abuelo.

Para amenizar la jornada se tocan distintos instrumentos musicales, como guitarras, mandolinas y quenas y se hacen presentes las infaltables bandas de bronces y de tarkas (flauta de madera).

El último día de las anatas es el domingo de tentación o de los ”picados”, en el que los asistentes juegan con agua y harina, como una forma de despedir la alegría ”que no volverá hasta el próximo año”.

Después de bailar todo el día, se acerca el momento menos esperado de la celebración: el entierro del abuelo Carnavalón, que marca el fin de la fiesta y el regreso a la rutina cotidiana.

El presidente de la Coordinadora Nacional Indianista (Conacin), José Segovia, otro de los organizadores, dijo a IPS que el carnaval ha tenido muy buena recepción del público, lo que a su juicio se explica porque la gente necesita reencontrarse con la naturaleza.

”Las personas que se han acercado a esta suerte de recuperación de la cultura andina ven, igual que nosotros, la decadencia material y espiritual de la cultura occidental”, expresó.

”Hace años se creó en Santiago un movimiento artístico en torno a la cultura andina, que organiza distintos eventos durante todo el año” y que ya cuenta con cuatro bandas de bronces y varios grupos de danza, señaló el presidente de la Conacin.

En su opinión, hace falta mayor difusión de estas iniciativas por parte del Ministerio de Educación, para frenar de alguna manera las expresiones de decadencia de la cultura occidental, entre las que incluyó al rock, el punk y el hip-hop.

Segovia recordó especialmente el caso de dos jóvenes chilenos de origen indígena que se encuentran detenidos en la ciudad peruana de Cuzco, por realizar grafitos en dos muros incaicos de gran valor patrimonial.

”Las culturas indígenas tienen mucho que ofrecer actualmente, considerando el deplorable estado en que se encuentra el planeta. La única forma de retomar la sabiduría milenaria de estos pueblos es seguir recordando sus festividades”, opinó Arce.

El exceso de población, la contaminación, el recalentamiento global y la futura escasez de agua dulce son manifestaciones de una crisis en la relación de los seres humanos con el ambiente, impensable en el marco de la vida tradicional indígena, alegó. (

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