PESCA-UNIÓN EUROPEA: La amenaza viene del sur

Camarón de Mozambique, merluza de Chile y mejillón de Nueva Zelanda a precios imbatibles, son algunos de los productos de la diversificada oferta expuesta en los congeladores transparentes de los lujosos supermercados europeos.

Los vendedores los anuncian como la gran oportunidad de los consumidores para alimentarse con capturas marítimas provenientes de océanos libres de polución, pese a que esta oferta es una amenaza a la supervivencia de la flota pesquera de la Unión Europea (UE).

Los casos más graves entre los 15 países de la UE hasta el 1 de mayo, fecha en que ingresaron otros 10, se están produciendo en Grecia, Holanda, Italia y Portugal, tres países de gran tradición marítima, pero que en estos días son los que cuentan con sistemas de pesca de muy baja productividad.

Al otro lado de la estadística, se ubica en primer lugar Dinamarca, seguida de Finlandia, Francia y Suecia. A nivel de productividad intermedia, están España, Alemania, Irlanda y la flota conjunta del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

El caso de Portugal, primer consumidor por persona del mundo de productos del mar, es el más dramático. A pesar de que cuenta con una flota pesquera de 114.000 toneladas de arqueamiento bruto, el año pasado capturó 210.000 toneladas de pez, frente a la flota danesa, que, con sólo 96.000 toneladas de arqueamiento bruto, pescó 1,47 millones de toneladas.

Según datos del Eurostat, la oficina europea de estadísticas comunitarias, Portugal redujo sus capturas en 22 por ciento entre 1995 y 2002, al tiempo que España bajó su participación en el mercado en 18 por ciento, pese a contar con la mayor flota pesquera de la UE.

La reducción de esta actividad encuentra su explicación en la globalización del sector, con productos del Sur que entran con fuerza en este mercado de 450 millones de ricos, y también en las imposiciones de la UE a los más débiles.

Las presiones de Francia no se limitan a exigir 40 por ciento del presupuesto global de la agricultura de la UE, en el marco de las Política Agrícola Común (PAC), sino que, en el caso de la pesca, fue uno de los países que defendió la reducción obligatoria de las flotas de España, Italia y Portugal.

Por imposición del bloque, entre 1995 y 2002, España e Italia se vieron obligadas a dar de baja a 4.000 barcos en uno de esos países, Portugal debió ”mandar a pique” a 1.500 pesqueros, al tiempo que Francia fue el único miembro de la UE, cuando aún la integraban 15 estados, que inclusive aumentó su flota, de 6.600 a 8.000 navíos.

A la invasión de productos de los océanos del sur del planeta se ha unido el fracaso de los sistemas de control de la política común de pesca de la UE, que está causando pequeñas guerras intestinas entre varios miembros de la unión.

Los instrumentos de gestión previstos con los llamados Totales Admisibles de Capturas (TAC) y cuotas que son aplicadas a las diversas especies en función de sus existencias, las que son controladas por organizaciones científicas independientes.

Sin embargo, los mecanismos de control administrativo del TAC a fin de salvaguardar algunas de las principales especies más amenazadas nunca fueron aplicados en algunos países.

Allí, los navíos son obligados a atracar en muelles con controles fiscales, pero es frecuente el caso de barcos españoles faenando en aguas portuguesas, que se dirigen a sus propios puertos, sin controles sobre la mercadería descargada.

Tras una queja presentada por Gran Bretaña y Francia, la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE, fue obligada a reconocer oficialmente que ”nadie consigue controlar las descargas de los españoles, lo que echa por tierra todo el sistema de las cuotas de captura.

La crisis del sector ha afectado en especial a Portugal, que además de la reducción de su flota, debe competir en sus propias aguas con la poderosa flota española en condiciones operacionales desventajosas, en especial en lo referente a los precios de los combustibles.

En el puerto septentrional portugués de Aveiro, un metro cúbico de petróleo marítimo cuesta 429 dólares, mientras que por la misma cantidad de combustible en la ciudad española de Vigo se paga 356 dólares.

En declaraciones a la prensa local el miércoles, Pedro França, presidente de la Asociación de Armadores de Pesca Industrial, apuntó que ”es una vergüenza que los barcos portugueses deban ir a Vigo para abastecerse, porque así ahorran 36.000 dólares cuando faenan en el Atlántico norte”

Por cultura culinaria, Portugal navega detrás del bacalao en los mares del norte hace ya nueve siglos. Las primeras crónicas históricas a este respecto remontan al siglo XII y relatan el zarpe de barcos lusos a su captura en aguas que hoy hacen parte de las zonas exclusivas de Noruega, Dinamarca y Canadá.

La tradición es tan marcada, que en lugar del tradicional pavo, ante extranjeros atónitos, los portugueses no prescinden de este pez seco y salado, cocinado de las más diversas maneras en la cena navideña, para felicidad de Noruega, primer productor de bacalao seco del mundo, cuyas ventas a Portugal son un importante aporte a su comercio exterior.

Ante la drástica merma de las cuotas, Portugal redujo más de 40 por ciento su flota pesquera desde su adhesión a la UE en 1986. Los trabajadores del sector sumaban 36.000 en 1992 y una década después se sitúan en 22.000, tendencia a la baja que continuó en los dos últimos años.

Bajo casi todas las banderas de las flotas pesqueras de la UE navegan hoy pescadores y marineros portugueses, con sueldos mucho más altos de los que obtendrían en su país. Mientras los viejos se jubilan, las nuevas generaciones de los que no desean partir simplemente le dan la espalda al mar, buscando futuro en otras actividades.

Sin embargo, la pesca aún tiene una expresión significativa en la economía lusa y, ante la contratación de pescadores portugueses en otras flotas, los armadores abrieron las puertas a los inmigrantes.

Poco antes de zarpar hacia una faena de dos meses en el Atlántico norte, el lunes, un equipo de un canal privado de televisión entrevistó a Sergei, un joven del interior de Ucrania, flamante marinero del navío ”Nossa Senhora da Conceição”, quién en el entusiasmo de la partida reveló que ”fue aquí en Portugal la primera vez en mi vida que vi el mar”. (

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