Los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea (UE) deliberarán esta semana en la capital belga, pero aún es incierto si darán luz verde al inicio de negociaciones por el ingreso de Turquía al bloque.
Se preveía que este jueves y el viernes se daría la aprobación formal a las negociaciones, pero crece la oposición política y ciudadana al ingreso de Turquía.
Los estados más proclives a incorporar al país musulmán —entre los que figuran Alemania, España, Gran Bretaña e Italia— consideran que admitirlo es una prioridad estratégica, dado su carácter de puente entre la UE y el mundo islámico.
Los escépticos —como Austria, Chipre y Dinamarca— advierten que Turquía es demasiado grande, demasiado diferente y demasiado pobre como para unirse al bloque, e insisten en que la cumbre de esta semana deberá alertar que las negociaciones serán largas y que el éxito no está garantizado.
Otros países se ubican en un punto medio. En los últimos meses, la oposición de Alemania, Austria y Francia han sugerido que Turquía debería gozar de una alianza privilegiada con la UE, no la plena membresía.
Aun si Ankara logra que este viernes se resuelva abrir negociaciones, no está claro si habrá una fecha concreta para iniciarlas. La mayoría de los países, principalmente Francia, consideran que éstas deberán retrasarse hasta el segundo semestre del año próximo.
La incertidumbre no se limita a la elite gobernante. El disenso en la materia rige también entre los ciudadanos europeos.
Una encuesta publicada el viernes por la Comisión Europea, rama ejecutiva de la UE, indicó que 53 por ciento de los entrevistados se muestran favorables a una nueva ampliación del bloque y 35 por ciento en contra. El 1 de mayo, la UE pasó de 15 a 25 miembros. La mayoría de los países incorporados son de Europa central y oriental.
Turquía tiene una población de 70 millones de personas, y se prevé que pronto supere al país más populoso de la UE, Alemania, hoy con 82 millones.
Ankara solicitó por primera vez su solicitud de ingreso al bloque en 1963. El acuerdo de asociación entre el país y la alianza europea se formalizó en 1973. Turquía renovó su candidatura a miembro pleno en 1987. Desde 1995 está vigente un tratado de unión aduanera.
Aunque está ampliamente reconocido que Turquía ha hecho grandes avances en materia de reformas políticas en los últimos años, continúan las preocupaciones en torno de su compromiso de abolir de la tortura y de garantizar la libertad de credo, así como por las consecuencias de su ingreso en el mercado laboral europeo.
Si la fuerza de trabajo turca pudiera trasladarse con libertad a través de las fronteras comunitarias, podría inundar a países pequeños como Dinamarca. Ankara ha sostenido que sus trabajadores podrían ser necesarios en la UE, cuya población está envejeciendo.
También existen diferencias en torno de Chipre, país miembro de la UE desde mayo al que Turquía invadió en 1974.
La Comisión Europea recomendó en octubre el inicio de las negociaciones, pero insistió en que deben cumplirse estrictas condiciones. Se prevé que éstas sean duras.
El último borrador hecho circular el fin de semana por la presidencia de la UE, hoy a cargo de Holanda, indica que Turquía debería reconocer a Chipre y aceptar restricciones permanentes al tránsito de trabajadores turcos por el bloque.
El primer ministro de Turquía, Tayyip Erdogan, consideró que esas condiciones eran inaceptables.
El texto advierte en que el ingreso de Ankara se suspendería si así lo solicitaban al menos un tercio de los países europeos. Erdogan, por su parte, insiste en que una decisión contra Turquía constituiría un acto de discriminación.
Una UE en que Turquía, con una población 99 por ciento musulmana, no tenga lugar sería una expresión de un bloque como club cristiano, agregó. El gobernante también rechazó la alianza privilegiada, pues, dijo, su país aspira a una membresía definitiva e incondicional.
Ex jefes de Estado, cancilleres y comisarios de la UE emitieron en septiembre un estudio oficial sobre las ventajas que le acarrearía el ingreso de Turquía.
El informe indicaba que Turquía tiene todas las razones para ser bienvenida en la Unión, dado que cumple con las condiciones pertinentes establecidas en los Criterios de Copenhage.
Estos Criterios son una serie de principios políticos —instituciones estables y estado de derecho—, económicos —funcionamiento de la economía de mercado— y de derechos humanos —su vigencia y el respeto por las minorías— fijados para que los países aspirantes a integrarse en la UE.
Más demoras dañarían la credibilidad de la UE. Turquía ha desarrollado una revolución silenciosa en los últimos años en su propósito de cumplir con los criterios políticos para la integración en la UE, aseguró el ex presidente de Finlandia, Martii Ahtisaari, quien presidió la comisión que elaboró el informe.
El ex presidente finlandés consideró que el temor a una oleada inmigratoria turca a los países más ricos de Europa era muy exagerado.
El informe anticipa que, en una eventual integración, unos 2,7 millones de emigrantes viajarían de Turquía al resto de la UE en el largo plazo, lo que representaría 0,5 por ciento de la población del bloque. Unos 3,8 millones de inmigrantes turcos ya viven allí.
Los autores del estudio reconocen que habría problemas en la integración de un estado de tal porte en los procedimientos de toma de decisiones de la UE, pero agregaron que éstos no son insuperables.
Turquía tiene 70 millones de habitantes, tantos como la suma de los 10 países que se unieron a la UE en mayo. También preocupa a algunos —sobre todo en Alemania, Francia y España— el cambio de rostro para el bloque que implicaría la incorporación de 66 millones de musulmanes.
Pero entre las ventajas de la unión de Turquía figura el hecho de que el legado cultural de Turquía ayudaría a promover los intereses de la UE en Medio Oriente y en los Balcanes, así como mejorar el vínculo con el mundo islámico en general. (