RETOS 2004-2005: El pacifismo es historia en Japón

Japón se dispone a empezar el 2005 como una potencia mundial alineada con Washington en materia política y militar, pero este nuevo camino implica un dilema para sus ciudadanos.

”Guste o no, Japón colabora en forma estrecha con la estrategia mundial de Estados Unidos contra el terrorismo, y esto también fortalecerá a sus propias fuerzas militares tras 60 años de pacifismo de posguerra”, dijo Robert Scalapino, un veterano experto en relaciones asiático-estadounidenses de visita en Tokio.

Japón reveló la semana pasada los últimos detalles de su nuevo Programa Nacional de Defensa, que señala a China y Corea del Norte como amenazas a su seguridad nacional y exhorta a una ”capacidad multifuncional y flexible” de sus tropas para enfrentar nuevos problemas, como las amenazas terroristas y los ataques con misiles.

Además de aumentar el número de sus Fuerzas de Autodefensa de 145.000 a 148.000, el gobierno anunció planes para desarrollar un amplio programa de misiles en forma conjunta con Estados Unidos, una medida que convertirá a Japón en una potencia asiática en materia de tecnología militar.

El primer ministro Junichiro Koizumi también extendió el despliegue de 600 miembros de las Fuerzas de Autodefensa en Iraq por un año más, para reforzar la seguridad de las elecciones del 30 de enero en ese país ocupado por Estados Unidos y sus aliados.

”De una fuerza disuasiva a una que reaccione” es la consigna de la Agencia de Defensa de Japón, declaró a la prensa su jefe, Yoshinori Ono.

Ono encabeza un plan quinquenal de desarrollo militar que flexibilizará las exportaciones de armas y convertirá las actividades de mantenimiento de la paz en su principal misión entre el año fiscal 2005 y el 2009.

Se prevé que las reformas legales necesarias se presentarán a la Dieta (cámara baja del Parlamento) para fines de enero.

También está en discusión una reforma constitucional que habilite la actividad militar en el exterior, una medida que le permitiría a Japón obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, con poder de veto.

El artículo 9 de la Constitución fue impuesto por Estados Unidos al final de la segunda guerra mundial, y por él Japón renuncia al uso de la fuerza en conflictos.

Japón participa en misiones internacionales de paz y actualmente tiene tropas desplegadas en Iraq, pero su Constitución limita su capacidad limitar. La revisión del Artículo 9 es un asunto muy polémico entre los japoneses.

La norma prohíbe a Japón tener un ejército, aunque esto fue reinterpretado para permitir la formación de las Fuerzas de Autodefensa. Para poder enviar tropas a Iraq, a pedido de Estados Unidos, Tokio debió aprobar una ley especial.

Los críticos manifiestan preocupación sobre la lenta erosión de la sociedad pacifista de posguerra, mientras que los países vecinos, que sufrieron las políticas expansionistas japonesas en la primera mitad del siglo XX, expresaron inquietud.

El gabinete de Koizumi trató de ahuyentar esos miedos, diciendo que las fuerzas militares de Japón no tomarán una actitud ofensiva.

”Nuestro país, bajo nuestra Constitución, se atendrá exclusivamente a la autodefensa”, aseguró el gabinete en una declaración. ”De acuerdo con nuestra política de no transformarnos en una potencia militar que represente una amenaza para otros países, nosotros garantizaremos el control civil”, agregó.

Mientras, la tradicional herramienta diplomática de Japón, la Asistencia para el Desarrollo de Ultramar, caerá en 2005 a su nivel más bajo en 16 años, al situarse en 7.500 millones de dólares, según un anuncio del Ministerio de Finanzas.

Pero la renovación de Japón no se limita a su ”diplomacia de chequera”. Tokio quiere una nueva imagen que lo muestre lado a lado con la única superpotencia del mundo, Estados Unidos.

”La nueva política de defensa deja a la población con un sentimiento de ansiedad”, comentó el día 12 una nota editorial del diario Japan Times, que advirtió sobre la posibilidad de un gran desarrollo militar para enfrentar todas las amenazas supuestas o reales a la seguridad nacional.

La opinión pública japonesa está muy dividida en cuanto a la nueva política militar, y en especial en cuanto al envío de tropas a Iraq.

El historiador Junji Banno opinó que el gobierno de Koizumi exageró las amenazas a la seguridad nacional para disimular las consecuencias de sus planes, como la muerte de militares en Iraq o la posibilidad de un atentado terrorista en Tokio.

”El público no ha sido consultado sobre esta nueva política de defensa”, lamentó, y exhortó a convocar un referendo sobre este asunto tan crucial. (

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