Además de su costo económico, social y en vidas humanas, las incursiones de Israel en territorio árabe acaban con una plantación básica para la economía y el ambiente de Palestina: los olivos.
"Los árboles garantizan la vida de las personas. Detengan la destrucción de los árboles en Palestina", reza uno de los tantos carteles desplegados en Bangkok, donde se desarrolla el III Congreso Mundial de la Naturaleza.
El problema de la destrucción sistemática de olivares en los territorios palestinos ocupados por Israel integró la agenda de esta conferencia, organizada por la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés).
La directora del Grupo Arabe para la Protección de la Naturaleza, Razan Zuayter, llegó la capital de Tailandia en busca de respaldo a una iniciativa para plantar un millón de árboles, en especial olivos, en tierras palestinas.
También intentará captar la atención mundial sobre la crítica situación social y económica de los cultivadores de olivos en Palestina, desplazados por tropas israelíes.
"El olivo ha sido cultivado en Palestina durante 6.000 años. Ahora, estos árboles son arrasados por la ocupación. Lamentablemente, no sólo destruyen los árboles, sino toda la historia de Palestina", dijo Zuayter en el Congreso.
Esta conferencia mundial, a la que asisten hasta este jueves representantes de 81 gobiernos, 114 agencias oficiales, 800 organizaciones no gubernamentales y 10.000 científicos y expertos de 181 países, es considerada una de las mayores reuniones de carácter ambientalista de la historia.
El aceite de oliva es a la economía Palestina lo que el petróleo es a la de Arabia Saudita, según la activista. Es, además, básico en la alimentación de las comunidades rurales.
Los olivares representan más de 40 por ciento del área cultivada en Cisjordania y Gaza, y representan casi 80 por ciento de los árboles frutales cultivados.
Las tropas israelíes avanzan con topadoras en los territorios palestinos destruyendo casas y también las plantaciones de olivos, afectando la supervivencia de los granjeros y de sus descendientes, alertó la activista.
Desde que estalló la segunda "intifada" (insurrección popular contra la ocupación) en septiembre de 2000, las fuerzas israelíes desarraigaron casi 400.000 olivos por un valor de 60 millones de dólares, calculó la organización humanitaria católica Caritas.
En total, desde la llamada guerra de los Seis Días en 1967, cuando Israel se enfrentó con varios países árabes, más de un millón de olivos palestinos fueron destruidos.
"El ataque sistemático contra los olivares de Palestina constituye un inmenso desastre económico y ambiental que tendrá un gran impacto en la sociedad palestina por varias generaciones", advirtió Caritas en un comunicado.
Muchos olivares en sitios estratégicos fueron arrasados para construir colonias judías. Además, el Ejército israelí lanza frecuentes operaciones contra comunidades rurales palestinas enteras y acaba con su producción como forma de intimidación.
"Estos ataques sistemáticos con topadoras son cada vez más frecuentes. La destrucción de la tierra es muy grande, ya que arrasan la capa superior, que es la más fértil, y de esa manera cambian toda la estructura de la tierra. Además de desarraigar los árboles, desarraigan a las personas, y eso es cruel", dijo Zuayter.
Unos 1.000 israelíes y 3.000 palestinos han muerto desde que empezó la segunda intifada en septiembre de 2000.
En 2002, el primer ministro israelí Ariel Sharon lanzó la "Operación Muro Defensivo" para acabar con la insurrección popular palestina y anunció la construcción de una "muralla de seguridad", que separa el territorio de Israel de Cisjordania, para impedir el ingreso de atacantes suicidas árabes a ciudades israelíes.
La mayor parte de los 640 kilómetros de la pared es de concreto, con una superestructura con alambres de púas y sensores electrónicos.
El trayecto sinuoso del muro aisló y dividió a muchas localidades palestinas. Una de las más afectadas es Qalqilya, antes conocida como la "canasta de frutas" de Cisjordania.
"Está dividida en tres partes: sus granjas, sus mercados y sus recursos hídricos, los segundos más importantes de la zona. El único acceso a la localidad, con 40.000 habitantes, es a través de un puesto de control israelí", dijo el director de proyectos del no gubernamental Comité de Ayuda a la Agricultura Palestina (PARC, por sus siglas en inglés), Abdul Latif Mohammed.
"Más de 30 pozos de agua en Qalqilya fueron afectados durante la primer fase de construcción de la muralla, con graves consecuencias para las tierras agrícolas", dijo Abdul Latif.
Además, la propagación de los asentamientos judíos en los territorios palestinos está amenazando los recursos hídricos de Cisjordania, según el director de PARC.
"La mayoría de las colonias son edificadas en la cumbre de las montañas, que atrapan el agua de la lluvia para abastecer a los acuíferos", subrayó Abdul Latif.
El activista señaló que los colonos con frecuencia lanzan desechos tóxicos directamente en el agua de la zona.
"Esto está prohibido en Israel, pero lo hacen en los territorios palestinos. Esto es en verdad preocupante, ya que contaminan el suelo y el agua subterránea, dejando a los palestinos sin un importante recurso para su agricultura", afirmó.
Mientras, en Gaza, los niveles de agua subterránea decrecen con rapidez, reveló un estudio elaborado por la Autoridad Palestina de Aguas.
En 1975 había 1.200 metros cúbicos, pero en 1995 se redujo a 800.
El estudio prevé que, debido al crecimiento de la población palestina y a la propagación de las colonias judías, los acuíferos de Gaza desaparecerán para 2020.