La economía de América Latina y el Caribe crecerá en torno a cinco por ciento este año, tras varios periodos de retroceso o estancamiento, lo cual marca un punto de inflexión que augura un avance sostenido para satisfacer demandas de la población, según el presidente de la Corporación Andina de Fomento, Enrique García.
La región salió del modelo de sustitución de importaciones en los años 60 y 70 para pasar a la apertura y la desregulación en las décadas del 80 y 90 y ahora está en pleno debate sobre coordenadas que atraviesan a ambos, como la globalización, asimetrías internacionales, el Estado versus el mercado, el uso de los recursos naturales y la democracia representativa y participativa, explicó García en rueda de prensa.
Los modelos aplicados no han resuelto las principales causas del insuficiente crecimiento, como inadecuada estructura de producción y exportaciones, bajos niveles de competitividad y ahorro, y las asimetrías internacionales, añadió el experto boliviano titular de la Confederación Andina de Fomento (CAF), brazo financiero de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
Por su parte, la colombiana Claudia Martínez, vicepresidenta de desarrollo social y ambiental de la CAF, advirtió que las reformas aplicadas por los países latinoamericanos han aumentado la institucionalidad democrática y la estabilidad macroeconómica, pero la región es más pobre, inequitativa y sus recursos naturales están más degradados.
Entre las causas del insuficiente crecimiento, García ubicó factores como la estructura de las exportaciones, que salvo México y Brasil, presentan en toda la región un porcentaje muy elevado de productos primarios (46 por ciento en 1987, 44 por ciento en 2002), frente a porcentajes muy pequeños de manufacturas con alto valor agregado.
Otra razón es el bajo ahorro interno regional, que se ubica en 18 por ciento, cuando para crecer a la tasa actual América Latina y el Caribe debería ahorrar entre 23 y 25 centavos por cada dólar que ingrese. Al no hacerlo, tiene una alta dependencia del capital externo.
La competitividad internacional de los latinoamericanos también es baja, con excepción de Chile, que está entre los 30 primeros países del mundo, y en menor medida México, ubicado entre los 50 mejores. Pero el conjunto de la región está por detrás de América del Norte, Europa occidental, Asia oriental y el Pacífico, el Medio Oriente y el norte de Africa, y el este de Europa.
Por eso hay indicadores como el crecimiento del producto interno bruto (PIB), que cualquier gráfico para el período 1990-2002 muestra con alzas y bajas que semejan una montaña rusa, en tanto se sostienen elevados indicadores de desigualdad social, con América Latina como la región con la peor distribución de la riqueza en el mundo.
Mientras, en los países industrializados reunidos en la Organización de Cooperación de Desarrollo Económico, el cinco por ciento más rico de la población se apropia de 12 por ciento del PIB, en América Latina ese segmento poblacional captura el 25 por ciento.
La pobreza, medida por las personas que viven con menos de dos dólares diarios, abarca a 62 por ciento de la población de Bolivia, 54 por ciento de Perú, 50 por ciento de Colombia, 49 por ciento de Ecuador, 48 por ciento de Venezuela, 45 por ciento de Argentina, 39 por ciento de México y 37 por ciento de Brasil, precisó el ecuatoriano Fidel Jaramillo, economista en jefe de la CAF.
Indicadores como esos pueden explicar el desencanto de la mayoría de la población con elementos característicos de las democracias, como son el funcionamiento de las instituciones y la economía de mercado, reconoció García.
Según la encuesta Latinobarómetro de este año, 71 por ciento de los 550 millones de latinoamericanos y caribeños están insatisfechos con el funcionamiento de la economía de mercado.
La mayor satisfacción en este aspecto corresponde a Chile, con 36 por ciento, Costa Rica con 30, Venezuela con 28 y Brasil con 25 por ciento, mientras que la más baja se registra en Perú, con cinco por ciento, Guatemala con nueve, Paraguay con 10 y Bolivia con 11 por ciento de los entrevistados.
El mismo estudio indica que el funcionamiento de la democracia conforma a sólo 28 por ciento de los latinoamericanos entrevistados.
Los más satisfechos con este sistema político están en Costa Rica, donde respondieron en ese sentido 48 por ciento de los consultados, Uruguay con 45, Venezuela con 42 y Chile con 40 por ciento, mientras que en el otro extremo se ubica Perú con siete por ciento, Paraguay con 13, Ecuador con 14 y Bolivia con 16 por ciento.
Las instituciones que merecen más confianza son la Iglesia Católica, que recoge más de 70 por ciento de adhesión entre los entrevistados, la televisión y las Fuerzas Amadas, que convoca entre 40 y 50 por ciento.
En cambio, las entidades que menos confianza despierta son los partidos políticos y el parlamento, ambos por debajo de 30 por ciento, en tanto en una zona media se ubican el sistema judicial, las municipalidades y los gobiernos nacionales.
Jaramillo advirtió el contraste entre la impopularidad de instituciones del Estado y los presidentes latinoamericanos, según encuestas de agosto, que entregan una alta aprobación a los presidentes, como el colombiano Alvaro Uribe, que registra 75 por ciento, el argentino Néstor Kirchner con 73, el chileno Ricardo Lagos con 64, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva con 53, el venezolano Hugo Chávez con 43 y el mexicano Vicente Fox con 39 por ciento.
Para García, sostener el crecimiento implica en primer lugar renovar la agenda. No se pueden quedar nuestras economías y nuestros países en la mera exportación de materias primas, y no es una agenda de pocos años o de un gobierno sino que se requiere un pacto social sobre alguno temas críticos, comenzando por la educación, apuntó.
En su recetario, García incluyó la necesidad de superar el fundacionalismo. La mayor parte de los gobiernos que se inician tienden a refundar los programas, en tanto las empresas y los países de éxito construyen sobre aciertos y errores del pasado, indicó.
En el debate entre Estado y mercado creo que hay que ser pragmáticos: en la década del 90 se supuso que el mercado funcionaría por decreto, y enfrente se opone un Estado muchas veces con limitaciones fiscales y de endeudamiento, comentó.
Jaramillo recomendó sacar más provecho a nuestras materias primas, a la hora de incrementar el acceso a mercados mediante acuerdos comerciales, y favorecer como se hace en parte de la región con el liderazgo de Brasil la integración física, por cómo ella puede resolver cuellos de botella (carreteras, puertos, aeropuertos) para aumentar y diversificar las exportaciones.