AMBIENTE-CUBA: Vida y muerte en Guanahacabibes

Los bosques se ven destrozados desde el aire, y no aparecen las bandadas de cotorras. Así y todo, alguna que otra iguana o el vuelo de un zunzún (colibrí) confirman que la cubana Península de Guanahacabibes no está muerta.

"La vida aún perdura allí", dijo a la prensa el viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente José Antonio Díaz. El lunes de madrugada pasó por esa zona del occidente de Cuba el huracán Iván, con toda su fuerza destructiva.

Observaciones iniciales revelan la presencia de muchas especies de fauna y —aunque los vientos derribaron muchos árboles y doblaron otros—, se estima que los extensos bosques de la zona sobrevivieron a la catástrofe, aseguró Díaz.

Más al oeste, a lo largo de la provincia de Pinar del Río, fuentes oficiales reportan la destrucción de 225 casas de curar tabaco, la pérdida de 13.978 toneladas de cítricos, daños a 2.200 colmenas y la muerte de 2.400 gallinas.

Graves daños económicos provocó el huracán en Cuba, pero no se reportó ni una muerte. Sólo en Pinar del Río fueron evacuadas 220.000 personas, y 1,8 millones en todo el país.

Al parecer, ni una persona se quedó en Guanahacabibes para hacer el cuento.

"Era uno de los lugares más increíbles de Cuba. Nadabas un poco y estabas rodeada de peces, podías ver los venados tomando agua en los lagos y agarrar las langostas con la mano", relató Sonia Pérez, una habanera que visitó la zona hace varios años.

Pérez recuerda especialmente la vegetación tupida, las bandadas de cotorras que sobrevolaban a diario por la franja que separaba los bosques de la playa del Cabo de San Antonio, y la puesta del sol "justo en el medio del horizonte".

La Península de Guanahacabibes, unos 200 kilómetros al oeste de La Habana, fue declarada en 1987 Reserva de Biosfera por la Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

"Vegetación quedó muy poca, y la que está en pie parece que le dieron candela", contó Omar Ledesma, jefe de la estación meteorológica del Cabo de San Antonio, el punto más occidental de Cuba y el más cercano al ojo del huracán Iván.

Ledesma es uno de los 14 hombres que en la noche del martes lograron llegar al Cabo de San Antonio, abriéndose paso con hacha y machete por un sendero de 50 kilómetros. La expedición tomó alrededor de 12 horas.

"En nuestro recorrido vimos peces e iguanas muertas, pero también las hay vivas", dijo Ledesma, y calculó que 95 por ciento de los bosques pueden estar afectados, así como buena parte de las playas.

En la península occidental, con más de 100.000 hectáreas de bosques de especies maderables, el sistema cubano de áreas protegidas tiene las reservas naturales El Veral y Cabo Corrientes y el Parque Nacional Guanahacabibes.

En el parque de unas 50.000 hectáreas se han localizado 172 especies de aves, 11 endémicas y 54 migratorias, abundan jutías, iguanas y venados, y se reportan cuatro variedades de tortugas marinas, especie en peligro de extinción.

Estudios anteriores al huracán Iván describían unas 19 playas, arrecifes con predominio del coral negro en perfecto estado de conservación, alrededor de cien lagos y los yacimientos de arena sílice más grandes y puros de Cuba.

Más de 150 sitios arqueológicos de interés confirman a Guanahacabibes como el último refugio de los aborígenes en el occidente del país durante el inicio de la colonización española, que casi exterminó la población autóctona cubana.

Ahora, en la carretera de La Bajada, pequeño poblado a la entrada de la península y donde el mar penetró con fuerza, los pedazos de asfalto se confunden con peces muertos, corales, esponjas, vegetación y rocas subacuáticas.

A pesar de tanto desastre, el faro Roncali, una torre de 33 metros de altura construida en 1850 para guiar a las naves y uno de los valores patrimoniales de la zona, resistió los vientos sostenidos de 260 kilómetros por hora y las rachas de 350.

"Los animales más afectados suelen ser las aves, que dependen de las plantas para anidar", pero para conocer lo que verdaderamente ocurrió será necesario "explorar a fondo el área boscosa y las grutas", opinó Díaz.

Por el momento, sólo se inician las labores de evaluación del impacto del huracán, uno de los cinco más intensos que cruzaron la región del Caribe desde que existen registros meteorológicos.

En tanto, Wilfredo Borrego, jefe de un grupo de técnicos silvícolas que trabaja en la zona desde el martes, afirmó que existen daños en varias de las más de 150 especies forestales del entorno.

El plan de recuperación incluye limpiar los bosques y las vías, sacar los árboles derribados para comercializarlos como madera o carbón, e iniciar luego la repoblación forestal con semillas de cedro, ébano carbonero y caoba.

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