Robert Hall está harto de las advertencias de Washington sobre presuntos riesgos de ataque terrorista. Sentado en un sofá del living de su casa, no logra concentrarse en el informativo de la tarde de una de las principales redes de emisoras, y cambia varias veces de canal antes de apagar el aparato.
Estoy cansado de que las agencias del gobierno me digan que sospeche de mis vecinos y amigos, dijo con furia a IPS ese estadounidense de 54 años, descendiente de europeos y residente en Nueva York.
Hall piensa que la seguridad de sus amigos con raíces en Medio Oriente y el sur de Asia es afectada en forma negativa por la obsesiva cobertura de las emisoras de televisión acerca de las alertas terroristas emitidas por el Departamento de Seguridad Interna.
Algunos de mis amigos fueron maltratados verbal y físicamente después de (los ataques terroristas en Nueva York y Washington de) el 11 de septiembre de 2001, sólo porque son musulmanes o parecen provenir de Medio Oriente, explicó.
El domingo, el secretario de Seguridad Interna, Tom Ridge, no sólo emitió un mensaje de alerta sobre posibles atentados contra las sedes en Nueva York de grandes instituciones financieras, sino que además los transmitió personalmente por teléfono a presentadores de informativos de televisión y directores de diarios.
Las preocupaciones de Hall acerca del efecto negativo de la campaña de alerta son ampliamente compartidos en el país por grupos defensores de los derechos de los inmigrantes y organizaciones árabes y musulmanas por las libertades civiles.
Esa campaña crea mucha paranoia en la comunidad musulmana, porque estimula crímenes de odio que ya han comenzado a ocurrir, comentó a IPS Rabia Ahmed, la portavoz del Consejo de Relaciones Estadounidense-Islámicas (Cair, por sus siglas en inglés), con sede en Washington.
El Cair calcula que los incidentes de violencia, hostigamiento y discriminación contra musulmanes en Estados Unidos aumentaron 70 por ciento el año pasado, y considera que las principales causas de ese agudo incremento fueron el ambiente de temor que se instaló tras los atentados de septiembre de 2001 y la guerra en Iraq.
Según el grupo, otros factores han sido el aumento de la retórica contra los musulmanes de algunos altos funcionarios y de varios medios de comunicación, la aprobación a fines de 2001 de la Ley Patriótica, y mayor voluntad de denunciar esos abusos por parte de integrantes de la comunidad musulmana.
Tras la aprobación de la Ley Patriótica, el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) sin pedido de captura y sin causa probable, tiene ahora la facultad de acceder a tus registros médicos más privados, a tus pedidos a bibliotecas y a tus antecedentes estudiantiles, e incluso de impedir que cualquiera te diga que hicieron eso, según la Unión para las Libertades Civiles de Estados Unidos.
El perturbador aumento de los informes de incidentes contra musulmanes debería ser un llamado de alerta para todos los que usan sus posiciones públicas para difundir el odio, opinó Mohamed Nimar, autor de un informe del Cair sobre prejuicios contra la comunidad islámica publicado en mayo.
El año pasado hubo más de 1.000 informes sobre ese tipo de incidentes en Estados Unidos, desde discriminación comercial hasta violentas amenazas, según el Cair.
Empresarios de países musulmanes se quejan de grandes pérdidas económicas porque las autoridades aduaneras estadounidenses retienen durante largos periodos los bienes que venden al país.
Eso destruye la confianza de los consumidores. Toda esta psicología de la seguridad y el terror ha arruinado el negocio desde 2001, comentó Nadeem Mirza, un empresario pakistaní que ha vendido durante años antiguos tapetes a Estados Unidos.
Activistas por los derechos de las minorías subrayan que tras los atentados de 2001, muchas personas fueron víctimas de crímenes de odio sólo porque se les identificó con el estereotipo del teerorista debido a su apariencia de árabes o musulmanes, aunque no lo eran.
Todas las personas pacíficas, incluyendo a musulmanes, asiáticos del sur y árabes, están totalmente en contra de cualquier tipo de terrorismo, y cualquier nueva amenaza, real o falsa, las somete a una fuerte carga de estrés y ansiedad. Temen a las fuerzas de seguridad y a los crímenes por prejuicio, opinó Partha Banerjee, de Potenciación de la Comunidad de Nuevos Inmigrantes, un grupo multicultural con sede en Nueva York.
Esta semana, cuando la campaña de mesnajes de alerta estaba en su apogeo, el FBI informó que había arrestado a dos musulmanes que habían tratado de ayudar a un agente encubierto cuando éste se hacía pasar por terrorista.
Según informes de prensa, ese agente es un pakistaní que violó las leyes de inmigración, y a quien se le ofreció una sentencia atenuada si trabajaba para el FBI.
Las autoridades afirman que los dos arrestados, uno procedente de Iraq y el otro de Bangladesh, aceptaron cooperar con el agente, a propuesta de éste, para encubrir la venta ilegal de un misil, presuntamente destinado a asesinar en Nueva York a un diplomático pakistaní.
Familiares de los acusados y grupos defensores de los derechos humanos, entre elos el Cair, desconfían de esa versión de los hechos.
Es demasiado frecuente que personas con intereses políticos o religiosos usen este tipo de casos para calumniar a los musulmanes y demonizar al Islam. Deberíamos apegarnos a los hechos y evitar generalizaciones y estereotipos, sostuvo el Cair en un comunicado.
El incidente recibió una amplia cobertura en todo el país por parte de las redes de emisoras de televisión, junto con los reiterados mensajes de advertencia sobre posibles ataques terroristas.
Hall piensa se trata de una maniobra desagradable del presidente George W. Bush, para crear un clima de temor que favorezca su aspiración de ser reelegido en las elecciones de noviembre.