Una mirada nostálgica, pero también reflexiva y crítica, a lo que significaron los años 60 puede encontrarse desde inicios de este mes en las salas del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba.
Recordar no es volver a vivir, afirma la directora del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, Moraima Clavijo, en el catálogo de la de la exposición Mirar a los 60, presentada por la institución hasta el 31 de agosto como la antología cultural de una década.
Una falda entallada, bolsos y otros accesorios de mujer, lo último de la moda de entonces, se exhiben junto a uniformes de la campaña gubernamental de alfabetización en ese periodo, gorras verde olivo y una camisa gris que bien podría ser de un cortador de caña.
Es increíble… yo tenía una cartera así en mi casa y se la di a mi hija para jugar. Ahora me doy cuenta que ya es un objeto 'museable', dijo una turista argentina mientras palpaba curiosa el tejido de un uniforme.
La muestra de carteles, fotografías y otros artículos de la época se complementa con la exposición permanente de artes plásticas del museo, una programación de cine, música y danza, y la publicación de un libro de 99 páginas.
El libro incluye textos sobre pintura, fotografía, arquitectura, humorismo, música, teatro, danza, cine y literatura, firmados por importantes intelectuales como la musicóloga María Teresa Linares y el ensayista Ambrosio Fornet.
Justo en la entrada puede verse la secuencia de diseño de las vallas de la zafra azucarera de 1970. Diez diseños para diez millones de toneladas de azúcar, una meta que no se logró y que, para no pocos analistas, cerró una primera etapa de la revolución cubana, iniciada con el triunfo el 1 de enero de 1959 de las fuerzas encabezadas por el actual presidente Fidel Castro.
Entre las obras más relevantes se exhibe un mural realizado en julio de 1967 en La Habana por casi cien pintores europeos, latinoamericanos y cubanos, durante la primera presentación del parisino Salón de Mayo en el continente americano.
Los miércoles también quieren vivir, La poesía sangra, Ven pronto Fidel, Con la Revolución hasta Marte, puede leerse en la colosal obra que reúne las diversas tendencias del arte de la época.
Se puede ver una edición especial de La Gaceta de Cuba de julio de 1962, dedicada al escritor estadounidense William Faulkner, que incluye un artículo de Guillermo Cabrera Infante, escritor cubano que actualmente vive en el exilio y es un crítico severo del gobierno de Castro.
Los años 60 fueron una década prodigiosa que pareció agotar el repertorio de opciones en numerosos campos de la actividad humana, afirma Fornet en el texto que encabeza la recopilación de artículos publicados por Bellas Artes.
Fueron los años de Los Beatles, del movimiento pacifista contra la guerra en Vietnam, de los hippies y del primer viaje a la luna, pero también de la matanza de Tlatelolco en México y de la muerte de Ernesto Che Guevara en Bolivia.
Según Fornet, el primer aporte del pensamiento cubano a la cultura de los 60 radica en nuestra convicción de que esa década comenzó en 1959, con el triunfo de la revolución.
Toda nuestra historia comenzó a girar en torno a un eje que remitía a los dramáticos extremos del antes y el después (…). Como nación habíamos recobrado súbitamente la cordura: el mundo podía ser cambiado y uno mismo, en el proceso, podía cambiar también, afirma.
Lo imposible es posible. Los locos somos cuerdos, escribió una vez el héroe nacional cubano José Martí. La frase, casi nunca citada, es recordada ahora por Fornet en su testimonio personal de aquellos primeros tiempos de la revolución.
Los cambios en Cuba fueron radicales y en todas las esferas de la vida: las mujeres llevaban pantalones y fusiles, las ciudades se llenaron de campesinos y la gente de la ciudad se fue al campo, para enseñar a leer y a escribir.
Me hubiera gustado ver un proyector de aquellos que se usaron para llevar el cine a las montañas, o un ejemplar de aquella edición de El Quijote que casi se regalaba en cualquier esquina, comentó una cubana de 53 años, que salió insatisfecha del museo.
De acuerdo con Clavijo, más que mostrar, resumir o abarcar, el museo pretendió captar el espíritu de una época que influyó decisivamente en gran parte de los nacidos en la primera mitad del siglo XX y aun en los que lo hicieron unos años después.
A inicios de la década surgieron centros culturales como el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, el Ballet Nacional de Cuba y la Casa de las Américas. En el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes se presentó por primera vez el trovador cubano Silvio Rodríguez.
La época quedó atrapada en las fotos de Alberto Díaz (Korda), José Antonio Figueroa, Guillermo López (Chinolope) y Mario García Joya. El lente también captó la invasión desde Estados Unidos a Bahía de Cochinos en 1961, la naciente amistad con la antigua Unión Soviética y la enemistad con Washington.
Para la población de la isla, también fueron los años de la ofensiva contra todo lo que podía parecer contrario a la revolución, de la prohibición de Los Beatles, de la represión a los homosexuales y religiosos, y del primer éxodo masivo hacia el exterior.
Tal vez fuera la presión incesante de ese clima político, en el que se puso de manifiesto lo mejor y lo peor de cada uno, lo que hizo tan compleja la lucha ideológica y sus variantes en aquella etapa inicial. La generosidad y la mezquindad podían alternarse e incluso coincidir, reflexiona Fornet.
Asimismo, recuerda, quien apoyaba sin reservas y con sacrificios cotidianos el proyecto de una sociedad distinta, podía, en nombre de ese mismo proyecto, mostrarse intolerante ante quienes reclamaban su derecho a ser distintos.