El público de Europa occidental y de Estados Unidos apoya con fuerza la liberalización comercial, pero no muestra un respaldo similar para los acuerdos y mecanismos que instrumentan ese principio, según una encuesta publicada este miércoles.
El estudio de la Fundación Alemana Marshall de Estados Unidos, para el que se realizaron entrevistas en Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania (1.000 en cada país), detectó diferencias significativas entre el público de la potencia norteamericana y los europeos.
Los ciudadanos estadounidenses, por ejemplo, mostraron menor apoyo a la asistencia oficial al desarrollo como medio de lucha contra la pobreza mundial.
También declararon menos apoyo a la negociación de nuevos acuerdos comerciales y más inclinación a defender la industria algodonera nacional y las patentes de medicamentos que pueden salvar vidas.
De todos modos, en la mayoría de los asuntos, la opinión pública estadounidense parecía bastante a tono con la europea. Es decir que, al margen de la política exterior, parece haber un consenso en materia de comercio y asistencia al desarrollo en el Norte occidental.
También parece predominar la creencia común en que las compañías multinacionales se benefician significativamente más del comercio internacional que las pequeñas empresas o la gente común, aunque tal visión resultó menos pronunciada en Gran Bretaña (43 por ciento) que en Francia (65 por ciento).
La encuesta se conoce cuando representantes de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) dialogan para desbloquear la Ronda de Desarrollo de Doha de negociaciones comerciales multilaterales.
El estudio detectó un abrumador apoyo en los cuatro países para un discurso que desde el gobierno refleje la preocupación del público sobre los efectos negativos del comercio internacional y que ensalce los positivos.
Las respuestas sugieren que los gobernantes tienen la oportunidad de ampliar su apoyo para nuevos acuerdos comerciales si atienden la preocupación de los 'pesimistas comerciales' respecto de los trabajadores, el ambiente, la transparencia y los países en desarrollo, según el análisis de 30 páginas que acompaña los resultados de la encuesta.
Sólo si los líderes de opinión procuran soluciones más sustantivas que superficiales para aplacar la incertidumbre del público, podremos lograr una discusión real sobre la dirección de la política comercial en el futuro, agrega.
Uno de los hallazgos más claros del sondeo, titulado Reconciliando comercio y reducción de la pobreza, es que la opinión pública estadounidense y europea gusta de la idea del comercio libre e internacional más que de los acuerdos específicos que lo establecen.
Abrumadoras mayorías que oscilan entre el 83 por ciento de Francia y el 87 por ciento de Gran Bretaña y de Estados Unidos dicen estar fuertemente o algo a favor del comercio internacional. En Gran Bretaña, aquellos fuertemente favorables sumaron 49 por ciento, y en Francia, 26 por ciento.
Del otro lado, los entrevistados no mostraron un apoyo tan tajante al concepto de globalización, con proporciones del 42 por ciento de Francia al 51 por ciento de Gran Bretaña, pasando por el 49 por ciento de Estados Unidos.
Al ser consultados sobre acuerdos comerciales específicos, el público no fue en absoluto entusiasta. En los tres países europeos hubo un fuerte apoyo a la idea de un libre movimiento de personas, bienes y servicios en el mercado interno de la UE, pero sólo uno de cada cinco encuestados en Francia y Alemania y ninguno en Gran Bretaña dijeron tener una opinión favorable de ese mercado.
De un modo similar, mientras 43 por ciento de los entrevistados estadounidenses dijeron ser favorables al libre movimiento de personas, bienes y servicios entre Estados Unidos, Canadá y México, sólo cuatro por ciento la manifestaron respecto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que reúne a esos tres países.
Cuarenta y dos por ciento de los encuestados de Estados Unidos manifestaron una opinión favorable sobre la Organización Mundial del Comercio (OMC), y 29 por ciento una negativa. Las proporciones fueron similares en Alemania y Gran Bretaña, pero la opinión mayoritaria en Francia fue desfavorable.
Al mismo tiempo, sólo 54 por ciento de los entrevistados estadounidenses se declararon dispuestos a negociar nuevos acuerdos comerciales, proporción que se elevó a cuatro de cada cinco encuestados europeos.
Del mismo modo en que los entrevistados mostraron mayor escepticismo acerca de los acuerdos comerciales específicos que ante el principio de libre comercio, exhibieron oposición al concepto de proteccionismo pero no a la protección de sectores económicos específicos, en especial la agricultura y las pequeñas empresas.
Con excepción de Alemania, sólidas mayorías en cada país se manifestaron dispuestos a apoyar medidas proteccionistas si los agricultores se veían en peligro de cerrar sus haciendas.
Mayorías también sólidas de cada país dijeron apoyar el comercio más que la asistencia como herramienta para reducir la pobreza en el Sur en desarrollo, pero esa posición fue particularmente pronunciada en Estados Unidos.
Al mismo tiempo, casi dos tercios de los encuestados en los cuatro países dijeron que las naciones pobres deberían ser objeto de consideración especial en la negociación de nuevos acuerdos comerciales debido al impacto destructivo de la competencia mundial en sus relativamente frágiles economías.
Pero dentro de los países donde se realizó el estudio, de acuerdo con mayorías aun más abultadas de los encuestados, los gobiernos deberían dar asistencia a los trabajadores que pierden sus empleos a causa de la competencia extranjera.
Una de las cláusulas del sondeo con el que cuatro de cada cinco entrevistados manifestó acuerdo indicaba: El comercio internacional contribuye con la prosperidad y debería, por lo tanto, ser bienvenido, pero no a cualquier costo.
Estados Unidos y la Unión Europea —agrega la consulta— deben mantener patrones laborales y de derechos humanos elevados y proteger sus empleos, el ambiente y a la infancia. De otro modo, tendremos una carrera hacia abajo, con empleos trasladándose a fábricas del mundo en desarrollo con condiciones abominables.
Esa sería una carrera sin ganadores, quizá con la excepción de un pequeño grupo de grandes empresas, añade.