Desde principios de este año, las principales carreteras internacionales del occidente boliviano son bloqueadas sistemáticamente por sindicatos y campesinos. Pero eso no impedirá que este país mediterráneo alcance en 2004 un récord de exportaciones de 2.000 millones de dólares, 500 millones más que en 2003.
Parece extraño que en un país convulsionado por demandas sociales y a las puertas de una consulta popular sobre la política de hidrocarburos, el sector exportador tenga las mejores perspectivas de crecimiento.
La carretera que une la ciudad sede del gobierno con el vecino Perú, La Paz-Desaguadero, y la vía internacional La Paz-Tambo Quemado, que conduce a los occidentales puertos chilenos, han sufrido permanentes bloqueos desde febrero por parte de sindicatos campesinos contrarios a la política económica y energética del presidente Carlos Mesa.
A ese obstáculo se suma el clima frío de las últimas semanas en la cordillera occidental, parte de la cadena de los Andes, con tormentas de nieve que cubren las vías de salida hacia el océano Pacífico.
Por estos corredores embarca la producción de soja y minerales, principales productos de demanda internacional, aunque los gasoductos que conectan los yacimientos bolivianos con Brasil y Argentina se han convertido en los mejores aliados de las ventas internacionales de este año.
Según el gubernamental Instituto Nacional de Estadística, entre enero y abril de 2004, la venta de gas por esos tendidos dejó 207,7 millones de dólares, mientras el total de exportaciones fue de 621,4 millones de dólares en ese período, con un crecimiento de 41,3 por ciento respecto del pasado año.
Bolivia envía diariamente unos 13 millones de metros cúbicos de gas natural a Brasil y en mayo comenzó una operación temporal de venta del hidrocarburo a Argentina, con un volumen diario de 6 millones de metros cúbicos, para cubrir el déficit invernal de ese país vecino.
El experto en comercio exterior Vicent Gómez-García atribuyó el empuje exportador a las mayores ventas gasíferas a Brasil y anticipó un ascenso constante hasta 2006 por la demanda industrial brasileña.
Entre enero y mayo, las exportaciones de hidrocarburos y minerales crecieron en 41,5 por ciento respecto de igual período del pasado año, según datos del Ministerio de Comercio.
Además, la demanda asiática de estaño elevó la cotización internacional del mineral hasta más de 4,25 dólares por libra fina (420 gramos), y ese precio sacó al sector minero boliviano del letargo en que estaba desde la crisis de las cotizaciones de 1985.
En las zonas mineras de los sudoccidentales departamentos de Oruro y Potosí, la escasa mano de obra especializada en perforaciones y otras tareas extractivas ha sido contratada a toda prisa, y muchos obreros que abandonaron el oficio de la bocamina ahora retornan a esos solitarios parajes.
Si los cálculos optimistas se cumplen, Bolivia podría obtener exportaciones equivalentes a casi 25 por ciento de su producto interno bruto, estimado en 8.500 millones de dólares.
Pero la elevada demanda internacional de materias primas, impulsada principalmente por China en el caso de la soja y los minerales, no será permanente y podría caer a los volúmenes de 2002, explicó a IPS Gómez-García.
Para el economista Rolando Morales Anaya, los buenos precios de los productos básicos se mantendrán por unos tres años, pero no se descartan alteraciones.
Por ejemplo, Estados Unidos intentará cubrir su abultado déficit fiscal originado por la guerra que inició en marzo de 2003 contra Iraq, buscando unos 400.000 millones de dólares en el mercado financiero internacional.
Ese requerimiento de dinero traería aparejado un aumento en las tasas de interés, ya iniciado en junio, que a su vez determinará un descenso en los precios de las materias primas, desalentando la demanda, dijo Morales Anaya a IPS.
Además, dijo el economista, el crecimiento de exportaciones de productos básicos (soja, minerales e hidrocarburos) no es suficiente para que Bolivia supere su fragilidad económica.
Son productos que no aportan tributos al Estado, dijo Morales Anaya, y criticó al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (2002-2003) por haber liberado de impuestos a la soja y los minerales. Así, la población no se beneficiará del boom exportador, aseveró.
Del mismo modo, los hidrocarburos sólo pagan 18 por ciento de impuestos en boca de pozo, recordó.
El 18 de julio, unos 4 millones de ciudadanos se pronunciarán en las urnas acerca de la política de hidrocarburos y las ventas internacionales de gas natural, materializando así una de las demandas centrales de las movilizaciones de octubre de 2003, que acabaron con la renuncia de Sánchez de Lozada. La represión de aquellas jornadas dejó más de 60 muertos.
La ciudadanía deberá decidir si se deroga la ley de hidrocarburos vigente, si acepta exportar el gas natural, si el Estado recupera la propiedad de yacimientos cedidos a compañías transnacionales, si se fortalece una empresa estatal del sector y si respalda la política de Mesa, de utilizar la riqueza energética para presionar a Chile por una salida al mar.
Pero el llamado referendo (más cercano a un plebiscito por sus propósitos) parece ir mal encaminado. Los sindicatos y movimientos indígenas y campesinos del occidente del país amenazan con boicotearlo, mientras los sectores agroindustriales del oriente (la zona más desarrollada del país) promueven la anulación del voto.
Debemos aprovechar estas condiciones externas favorables, las cuales podrían durar poco, evitando conflictos que puedan afectar al normal funcionamiento de la economía y del sistema financiero, advirtió el Banco Central, en un análisis sobre el comercio exterior.
Gómez-García y Morales Anaya creen que, a largo plazo, los conflictos afectarán las inversiones privadas y el desempeño comercial.