Las iglesias cristianas de India están dedicadas a reavivar sus actividades evangélicas y humanitarias, tras ocho años de freno durante los cuales gobernó el hinduista y conservador partido Bharatiya Janata.
El gobierno del primer ministro Atal Bihari Vajpayee, desalojado del poder por el secular Partido del Congreso en las elecciones de abril y mayo, veía con suspicacia la presencia de organizaciones cristianas en este país.
Las iglesias de India, donde la mayoría de los 1.000 millones de habitantes son hindúes, soportan la hostilidad no solo de Bharatiya Janata sino de otros grupos aliados o afines, como Vishwa Hindu Parishad o el Foro Mundial Hindú.
Dirigentes de varios credos dijeron a IPS que el primer paso para proteger los derechos e intereses de sus feligreses es dejar las diferencias de lado y consolidar la Comunión de Iglesias de India, fundada el 29 de mayo.
Habida cuenta de la situación que afrontan las minorías, en especial los cristianos en los últimos años, debemos procurar que el nuevo gobierno nos dé garantías de que no seremos agredidos, dijo el moderador de la Iglesia Protestante de India Meridional, B. P. Sugandhar.
El moderador de la Iglesia Protestante de India Septentrional, James Terom, confirmó que congregaciones eclesiásticas de todo el país se vincularán con los gobiernos provinciales y con el central para mejorar las condiciones de seguridad.
Pero los esfuerzos por la unidad no han sido exitosos.
Los tres millones de seguidores del rito católico syro-malabar, la mayoría en el meridional de Kerala —donde viven siete millones de cristianos—, optaron por mantenerse al margen del movimiento.
De hecho, el cardenal Mar Varkey Vithayathil, conductor de esta iglesia que remonta su abolengo al apóstol Santo Tomás, apoyó a Bharatiya Janata en las últimas elecciones.
La Comunión de Iglesias de India, que asegura contar el apoyo de al menos 10 millones de los 25 millones de cristianos del país, ya comenzó a demandar cambios en los estados gobernados por Bharatiya Janata.
En el occidental estado de Gujarat, por ejemplo, la policía tiene orden de investigar especialmente a los cristianos.
La organización quiere que el gobierno lleve a la justicia a los involucrados en crímenes contra minorías religiosas, en especial los cometidos contra cristianos en el oriental estado de Gujarat, el central de Madhya Pradesh y los orientales de Orissa.
A varios misioneros extranjeros se les pidió que abandonaran el país o se les negó la renovación de la visa durante el gobierno de Bharatiya Janata. El año pasada, Vishwa Hindu Parishad elaboró una lista de 50 empleados de iglesias, muchos de ellos profesores en seminarios, con la pretensión de que el gobierno los deportara.
Una multitud conducida por dirigentes de Bharatiya Janata quemaron vivos al misionero australiano Graham Stewart Staines y sus dos hijos en Orissa, en 1999. El responsable de esas muertes, Dara Singh, fue condenado a muerte en septiembre.
Pero muchos otros activistas hindúes acusados de crímenes contra comunidades minoritarias se han librado de castigo por lo que muchos consideran una actitud indulgente del gobierno de Vajpayee.
La Corte Suprema de Justicia debió intervenir en nombre de víctimas de violación, asesinato e incendio intencional en un pogrom antimusulmán en Gujarat en 2002, luego de que varios tribunales del estado, incluido el principal, fueron considerados parciales en beneficio de los perpetradores.
Los musulmanes, 12 por ciento de la población total, y cristianos, 2,5 por ciento, fueron objeto de numerosos ataques durante el gobierno de Bharatiya Janata, partido que aspira a la instauración del Hindu Rashtra, es decir la imposición de la religión hindú como la oficial.
En general, los líderes cristianos están dispuestos a perdonar y a dejar el pasado atrás, al percibir un cambio positivo tras el cambio de gobierno, dijo Enos Das Pradhan, secretario general de la Comunión de Iglesias de India.
Pero Pradhan dijo que aún quedaba mucho por hacer en estados gobernados por Bharatiya Janata, como Madhya Pradesh, donde los cristianos viven en el temor.
En enero, el distrito montañoso de Jhabua, en Madhya Pradesh, fue golpeado por la violencia comunal, luego de que apareciera en el terreno de una escuela católica el cuerpo de una niña de nueve años, violada y asesinada.
En lugar de investigar el caso, el gobierno se apresuró a detener a varios trabajadores eclesiásticos y no impidió que las multitudes atacaran iglesias, escuelas y misiones cristianas de la localidad.
Dirigentes cristianos atribuyen la animadversión al trabajo social realizado por las iglesias en beneficio de las castas y tribus más postergadas, que pone en riesgo el férreo sistema de jerarquías de la religión hindú.
De acuerdo con las leyes vigentes, un dalit —integrante de la casta más postergada de la fe hindú— perderá, si cambia de religión, todos los beneficios de reserva de matrícula en instituciones de enseñanza, empleo en el gobierno o en legislaturas. (