Los principales líderes de América Latina prefirieron no comentar públicamente la acción de gobierno de Ronald Reagan, el presidente de Estados Unidos de 1981 a 1989 que falleció el sábado pasado, para no abundar en las condenas que mereció en ese tiempo en la región. Reagan respaldó la política del dictador chileno Augusto Pinochet (1973-1990), armó y justificó a la llamada "contra" revolución nicaragüense que sembró de muertes y devastación en ese país cuyo gobierno sandinista había sido elegido entonces democráticamente e invadió la pequeña e indefensa Granada. Los observadores también recuerdan que la administración de Reagan apoyó todas las dictaduras militares que asolaban el centro y el sur de América hasta que a la de Argentina (1976-1983) se le ocurrió invadir las reclamadas históricamente islas Malvinas, en manos de Gran Bretaña. A partir de allí y del escándalo Irán-Contras, con canje de drogas por armas incluido, perdió confianza en esos regímenes, que empezaron a caer en la década del 80.