Las elecciones previstas para septiembre en Afganistán son inviables si Occidente no envía más tropas para garantizar la paz, advirtieron varias organizaciones no gubernamentales al Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo.
Hasta ahora se han registrado cuatro millones de los más de 10 millones de ciudadanos afganos con derecho al voto, mientras el despliegue de la Fuerza Internacional de Asistencia en Seguridad (ISAF) se limita a las ciudades de Kabul y Khost, agregaron los activistas.
El presidente afgano Hamid Karzai, que se presenta como candidato, asistirá desde este jueves a la cumbre del G-8 en Sea Island, frente a la costa del sudoriental estado de Georgia, Estados Unidos. Luego, Karzai visitará en Washington a funcionarios del gobierno de George W. Bush.
Hubo mucho doble discurso en Afganistán, dijo Sam Zarifi, vicedirector de la división Asia de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
Es hora de que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) cumplan con sus compromisos de dar ayuda y garantizar la seguridad en Afganistán antes de que la situación empeore aun más, agregó.
La OTAN conduce la ISAF. Estados Unidos, Canadá y otros 24 países integran la alianza militar, creada en prevención de posibles ataques de la hoy disuelta Unión Soviética contra Europa occidental y su área de influencia inmediata.
Los líderes del G-8 deberán resolver en la cumbre problemas de índole política y económica para los que no han logrado un acuerdo en las vísperas, como ha sido habitual en las reuniones anteriores.
Varios jefes de gobierno árabes rechazaron la invitación de Bush a la cumbre. El presidente confía en lograr un mayor apoyo para su política en Iraq de los aliados tradicionales de Washington.
Pero los aliados europeos de Estados Unidos quieren que Bush concentre más su atención en el conflicto palestino-israelí, cuya persistencia aumenta la tensión transatlántica y origina malestar en el mundo árabe..
La presencia de Karzai tiene el propósito de reorientar la atención occidental sobre Afganistán, donde el gobierno nacional, la ISAF y unos 17.000 soldados estadounidenses que actúan independientemente de esa fuerza han sido incapaces de imponer el estado de derecho en la mayor parte del territorio.
Las bajas estadounidenses recrudecieron en los últimos meses, así como los ataques contra trabajadores humanitarios a manos de fuerzas del movimiento islámico Talibán, que gobernó desde 1996 y hasta que fue desalojada por una coalición encabezada por Washington en diciembre de 2001.
En los últimos seis meses, murieron al menos 18 trabajadores humanitarios, entre ellos cinco extranjeros, según la organización de derechos humanos Amnistía Internacional.
A menos que se cree un ambiente seguro y estable, la reconstrucción de Afganistán se erosionará completamente, advirtió Amnistía.
El peor de los últimos incidentes ocurrió la semana pasada, cuando pistoleros sin identificar abatieron a cinco trabajadores de Médicos sin Fronteras, dos de ellos afganos, un belga, un holandés y un noruego.
Además, un jefe de policía fue asesinado en la oriental ciudad de Jalalabad, cerca de Pakistán, y una caravana de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue atacada cerca de Khost.
Es imperativo que el gobierno afgano y la comunidad internacional no solo condenen estos ataques sino también tomen medidas para recuperar la estabilidad y la seguridad para todos en el país, indicó Amnistía en un comunicado en el cual también advirtió que realizar elecciones será difícil a menos que mejore la situación.
Los comicios también están amenazados por la falta de fondos, según Human Rights Watch. La organización sostuvo que los donantes no entregaron los 101 millones de dólares necesarios para que la ONU y el gobierno de Karzai organicen el proceso.
Al mismo tiempo, los países de la OTAN se han mostrado reticentes a aportar tropas a la ISAF, según Zarifi.
Los miembros de la OTAN deberían avergonzarse de sus postergaciones. Ya es suficientemente malo que la OTAN traten la seguridad de Afganistán como una papa caliente, pero aun más lamentable es que Europa no aporte los soldados para cumplir con la tarea, dijo.
Funcionarios militares estadounidenses sugirieron que comenzarán a retirar de Afganistán sus tropas, hoy concentradas en cazar a los remanentes de Talibán y de la organización terrorista Al Qaeda, responsable de los atentados que dejaron 3.000 muertos en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001.
La incapacidad de la ISAF y del gobierno afgano de ampliar su autoridad más allá de Kabul y Khost ha derivado en el mantenimiento del dominio del interior a manos de señores de la guerra o comandantes militares.
Como consecuencia, muchos candidatos que aspirarían a presentarse a las elecciones no podrán competir con esos jefes locales.
Esta elección podría significar el surgimiento de un nuevo Afganistán, relativamente democrático, o el regreso del país a la ley del revólver, sostuvo Zarifi.
La Unión Soviética, cuyas tropas ocuparon Afganistán en 1979, se retiró del país asiático en 1989, en las vísperas de su colapso.
El movimiento islámico Talibán llegó al poder en 1996 y fue depuesto por una operación militar estadounidense en diciembre de 2001, dispuesta en respuesta a los atentados terroristas que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington en septiembre de ese año.
Washington instaló a Hamid Karzai en el cargo de presidente. El mandatario depende de las fuerzas de seguridad que le brindan Estados Unidos y otros países para ejercer cierto poder, pero solo en Kabul y en los alrededores más inmediatos de la capital.
Las próximas elecciones están previstas para dar legitimidad a Karzai, considerado por opositores un títere de Estados Unidos.