La brecha entre ricos y pobres y el aumento del desempleo en Estados Unidos se ciernen como grandes obstáculos en la carrera del presidente George W. Bush para su reelección el próximo noviembre.
El aumento de 33 por ciento del desempleo bajo la presidencia de Bush, de 4,2 por ciento en 2001 a 5,6 por ciento en la actualidad, se ha transformado en uno de los argumentos favoritos de los precandidatos del opositor Partido Demócrata.
Bush ha exacerbado los problemas económicos de los estadounidenses mediante la exportación de empleos, la eliminación de protecciones a los trabajadores y la compensación a empresas por reducir los beneficios de salud para sus empleados, acusó el Centro para el Progreso Estadounidense, un equipo de expertos fundado por antiguos miembros del gobierno del demócrata Bill Clinton (1993-2001).
Además, según las últimas estadísticas, la diferencia de ingresos entre ricos y pobres creció en la última década.
Existe una brecha significativa y creciente entre los hogares de bajos ingresos y el resto de los estadounidenses, sostiene un informe conjunto de la Federación de Consumidores de Estados Unidos, la Credit Union National Association y la National Credit Union Foundation.
Entre 1992 y 2001, el patrimonio neto de las familias de bajos ingresos aumentó apenas siete por ciento, de 6.261 a 6.720 dólares, mientras el de todos los hogares estadounidenses creció 42 por ciento, de 60.695 a 86.100 dólares, dice el informe, publicado el martes. Las cifras representan una diferencia de 13 a uno en 2001, agrega.
Aunque es improbable que estos números ocupen un primer plano en el debate electoral entre el gobernante Partido Republicano y el opositor Partido Demócrata, los expertos creen que tendrán un efecto psicológico importante sobre los consumidores, ya preocupados por la pérdida de empleos.
El Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Washington estimó que, si persiste el actual ritmo de generación de empleos, llevará dos años y medio recuperar las fuentes de trabajo perdidas durante el actual gobierno.
Según el Centro, Bush podría transformarse en el primer presidente en más de 70 años en acumular una pérdida neta de empleos durante su mandato. Unos ocho millones de estadounidenses están desempleados.
Aunque Bush dijo a esta semana a grupos de trabajadores que existe un innegable optimismo económico en el país, una encuesta realizada por ABC News/Money Magazine reveló que la confianza de los consumidores está en su punto más bajo en 18 años.
Esta semana, el gobierno recibió duras críticas por su aprobación a la creciente práctica de empresas nacionales de trasladar sus operaciones a países extranjeros donde la mano de obra es mucho más barata. Muchas compañías estadounidenses de tecnología de la información emplean a técnicos de India, por ejemplo.
El senador demócrata Tom Daschle presentó la semana pasada un proyecto de ley para limitar la práctica de exportación de empleos.
El proyecto establece que cualquier compañía que planee despedir a 15 o más trabajadores y trasladar las fuentes de trabajo al exterior debe revelar cuántos empleos son afectados, adónde se trasladan y por qué.
La Casa Blanca (presidencia) proyectó en un informe económico publicado el día 9 que el gobierno generaría 2,6 millones de nuevos empleos antes de fin de año, pero el miércoles, el portavoz presidencial Scott McClellan se negó a confirmar esa previsión.
McClellan se limitó a decir que el presidente está concentrado en políticas que creen un ambiente propicio para la creación de empleos en la medida de lo posible.
John Kerry, el precandidato demócrata que lleva la delantera en las elecciones internas de su partido, se rió de la predicción.
George Bush dice que va a crear 2,6 millones de empleos este año, y sus propios asesores preguntan: ¿Realmente se lo creyeron?, dijo Kerry.