Brasil logró neutralizar uno de los intentos de la empresa japonesa Asahi Foods de adueñarse del cupuaçú, una fruta amazónica de la misma familia del cacao, pero la lucha continúa.
En esta ocasión la oficina de propiedad intelectual de Japón negó a Asahi Foods la inscripción como propio del proceso de producción de cupulate, una especie de chocolate hecho de la semilla del cupuaçú.
La negativa se basó en el principio de anterioridad, ya que la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) había pedido antes, en 1999, la patente internacional del proceso, explicó a IPS Mónica Cibele Amancio, abogada de la institución.
La decisión de las autoridades japonesas, respondiendo a un reclamo de Embrapa, le fue oficialmente comunicada el mes pasado.
Sin embargo, queda otro obstáculo para que Brasil pueda disponer libremente de su propio recurso natural. El nombre cupuaçú fue registrado por la misma Asahi Foods como una marca comercial suya en los órganos especializados de Europa, Estados Unidos y Japón.
La firma, con sede central en la sudoccidental ciudad de Kyoto, creó incluso una subsidiaria con el nombre de Cupuacu International.
Pequeños productores brasileños de golosinas y jaleas hechas con la fruta fueron advertidos por importadores alemanes de que no pueden mencionar cupuaçú en sus letreros, porque se trata de marca de la empresa japonesa.
Un grupo de organizaciones no gubernamentales (ONG) involucradas con las comunidades tradicionales de Amazonia trata de cancelar esa anormalidad según las reglas internacionales, ya que el nombre genérico de un producto natural no puede ser monopolizado como marca de una empresa.
En tanto, el Ministerio de Relaciones Exteriores participa en el pedido de cancelación, hecho en abril del año pasado, para el cual se espera una respuesta de Japón en abril próximo, informó a IPS Eugenio Pantoja, abogado de la ONG Amazonlink, que apoya el desarrollo sustentable de la Amazonia, divulgando su realidad y sus productos.
Mientras, los productores amazónicos suspendieron sus exportaciones de derivados del cupuaçú o los venden sin nombre, afectando programas de desarrollo de comunidades que tratan de explotar los recursos naturales amazónicos de forma sustentable, lamentó Pantoja.
El cupuaçú, una fruta mucho más grande que su emparentado cacao, sólo recientemente pasó a conquistar mercados fuera de Amazonia para sus variados productos. Antes apenas se aprovechaba su pulpa para hacer helados, jugos, dulces y jaleas.
Sus semillas eran considerados basura y de ellas solamente una parte mínima se destinaba a la siembra de nuevos árboles.
Fátima Ribeiro de Nazaré, investigadora de Embrapa hace 31 años, tuvo la idea de aprovechar el desecho, cuya cantidad crecía acompañando la expansión del consumo de pulpa, a través de una industria que la separa y congela para fines comerciales variados.
El uso era evidente, si del cacao se hace el chocolate, la gran semilla del cupuaçú debería servir como materia prima del mismo producto, ya que las dos frutas forman parte de la misma familia aunque son especies distintas, señaló Nazaré a IPS.
Se trataba de hacer algunos ajustes y adaptar el proceso para producir algo similar, explicó. Sus investigaciones en el centro de Amazonia Oriental de Embrapa, con sede en Belém, la capital del norteño estado de Pará, condujeron al desarrollo del cupulate entre 1987 y 1990.
El procesamiento de la semilla genera una manteca y una torta, materias primas del producto final que, por razones legales de protección del cultivo de cacao, no puede llamarse chocolate, destacó la investigadora. Surgió entonces el nombre cupulate.
Con la manteca se hace el cupulate blanco, mientras las dos materias primas entran en la composición de los demás productos, el medio amargo y el cupulate con leche.
La obtención de la patente brasileña del producto sólo se concluyó hace 11 meses. Embrapa pidió al Instituto Nacional de Propiedad Industrial reservar la patente del cupulate en 1990, pero desistió en 1997. Finalmente reiteró el pedido y la patente fue homologada en marzo del año pasado.
Ahora, aclarada la cuestión de la patente en el exterior, se trata de promover el producto y atraer el interés de la industria de chocolate o similar para producir el cupulate. Embrapa no se dedica a esta actividad, sino que sólo puede transferir la tecnología y cobrar derechos de propiedad intelectual, observó la abogada Amancio.
Luego de desarrollado el proceso y el producto, una empresa amazónica lo produjo, pero dio quiebra enseguida, precisó Nazaré. Ahora el camino está despejado y la repercusión de la disputa por el cupuaçú, convertido en marca comercial, y la patente del cupulate puede contribuir a la ampliación de sus mercados.
El caso se hizo emblemático de la lucha contra la biopiratería y la apropiación de bienes naturales amazónicos vía patentes, especialmente por empresas extranjeras.
Ese movimiento busca también el reconocimiento y la protección del conocimiento de los indígenas y otros pobladores tradicionales que están en el origen del aprovechamiento comercial de la biodiversidad amazónica.
Andiroba, açaí, copaíba y pau rosa son otras especies vegetales que producen alimentos variados, medicamentos, aceites energéticos, cosméticos y perfumes de interés creciente, bajo amenaza de apropriación indebida por grupos privados.