IRAN: Reformistas desoyen a su propio presidente

Los dirigentes reformistas de Irán rechazaron el pedido de uno de los suyos, el presidente Mohamed Jatami, y mantuvieron las protestas dirigidas a rehabilitar a más de 4.000 candidatos impedidos de participar en las próximas elecciones legislativas.

La decisión de mantener la protesta en el Majlis (parlamento) elevó la temperatura de las negociaciones entre Jatami y el Consejo de Guardianes de la Constitución Islámica, el cuerpo integrado por seis clérigos y seis abogados conservadores que ordenó la proscripción.

El Consejo, cuyos miembros son elegidos directamente por el líder religioso del país, el ayatolá Sayyed Alí Jamenei, abrió con su decisión un periodo de incertidumbre sobre el futuro político de Irán.

El presidente, él mismo un connotado reformista, había exhortado al centenar de participantes de la sentada en el vestíbulo del Majlis, muchos de ellos legisladores, a dejar la protesta de lado.

Pero los dirigentes se mantuvieron en su sitio.

El presidente del parlamento, Mehdi Karubi, acusó al Consejo de Guardianes de intento de fraguar las elecciones del 20 de febrero al prohibir la participación de reformistas favorables a una mayor apertura política.

La función del Consejo, instaurado en 1988, es avalar los proyectos ya aprobadas por el Majlis (parlamento) y a los candidatos a legislador, de acuerdo con la constitución y con la ley islámica.

Jatami sostuvo que los miembros del Consejo pueden ser persuadidos de rehabilitar a parte de los proscriptos a través de la negociación más que con protestas.

El partido de Jatami, el islámico moderado Mosharekat (Participación), es el más perjudicado por las proscripciones. Este partido posee hoy el mayor grupo parlamentario.

Los participantes en las protestas pronostican un aumento de la presión internacional si los candidatos proscriptos no son rehabilitados.

El presidente del Comité de Relaciones Exteriores del parlamento, Mohsen Midamadi, de Mosharekat, ya consideró el asunto con el jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Javier Solana, quien visitó Irán el martes.

Mientras las protestas ingresaban este miércoles en su cuarto día, observadores y activistas consideraban cómo repercutirían en el futuro político del país.

Los participantes en la sentada no lograron apoyo popular, ni siquiera en los campus universitarios, que son clave en el movimiento prodemocrático.

”Los estudiantes no respaldarán la protesta si se la continúa restringiendo a la proscripción de algunos candidatos, sin una agenda que abarque todos los problemas políticos y de derechos humanos”, dijo el activista y periodista Farid Moddaresi.

”El estudiantado y otros estratos de la sociedad piensan en establecer un frente unificado de lucha por los derechos humanos y la democracia, sin importar creencias religiosas ni tendencias políticas”, agregó Moddaresi.

”La sentada no es una protesta legítima y no tendrá consecuencias en el futuro de Irán”, dijo el activista Siavash Mokhtari, hijo del escritor Mohammad Mokhtari, asesinado por agentes de inteliencia hace cuatro años.

Jamenei, líder espiritual de los musulmanes chiítas, tiene la última palabra en cuestiones de gobierno, ya sean de política nacional como asuntos exteriores. Noventa por ciento de los iraníes son chiítas.

Los reformistas, entre quienes figuran clérigos, intelectuales y académicos, proponen que el líder espiritual sea elegido en las urnas, y argumentan que todo ser humano, por más influyente que sea, debe ser responsable ante la ley.

Pero Mosharekat ”ha intentado en vano ocupar el liderazgo del movimiento prodemocrático iraní”, dijo Said Hassan Abduli, un empleado público despedido que se gana la vida dando clases particulares de matemáticas y física.

”Los dirigentes minimizan los reclamos prodemocráticos del pueblo y se preocupan demasiado por sus escaños parlamentarios”, sostuvo Abduli.

Sin embargo, Mosharekat ha abierto sus puertas a dirigentes más radicales.

Todas las noches, la sede del partido moderado es escenario de actos en los que se exige ampliar la agenda de reformas.

Uno de los oradores habituales es Ahmad Qabel, un ex clérigo que se quitó hace un decenio su ropaje ritual para protestar en un seminario en la ciudad sagrada de Qom.

”El pueblo iraní ha sufrido en los últimos 25 años y los derechos de los ciudadanos han sido ignorados por el régimen”, dijo Qabel.

De cualquier manera, nadie duda que la composición del parlamento que emergerá de las urnas el 20 de febrero tendrá gran importancia en el futuro de Irán.

Un Majlis dominado por los reformistas pondrá fin al control de los conservadores y retirará del camino los obstáculos que impiden implementar el programa del presidente, dirigido a acabar con el aislamiento internacional de Irán.

Al contrario que los clérigos conservadores, Jatami pretende establecer buenas relaciones políticas y económicas con Europa y con Estados Unidos.

En materia de política interna, Jatami aspira a instaurar una interpretación moderna del Islam chiíta y a liberar a los iraníes de la intervención en la vida privada del cuerpo policial religioso denominado Guardias Islámicos.

Jatami también impulsa un diálogo abierto entre los clérigos y otros grupos sociales, con la intención de remover los potenciales conflictos originados en diferentes interpretaciones del Corán, el libro sagrado de los musulmanes. (

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