El comercio es el cemento con que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pretende consolidar la alianza con los grandes países del mundo en desarrollo.
La visita que acaba de realizar a India, del lunes al miércoles, representó un avance en esta estrategia, que no se confunde con el tercermundismo del pasado, porque se basa en intereses económicos concretos y en un pragmatismo compartido.
Construir una nueva geografía comercial en el mundo es el objetivo, señaló Lula, al aclarar que no se trata de disminuir la importancia fundamental del intercambio con los países ricos, pero sí de crear nuevas alternativas, reducir dependencias y unir países en desarrollo para negociar en condiciones de igualdad los acuerdos mundiales o regionales.
El gran resultado de la visita fue la firma del Acuerdo Base de Acceso a Mercados, que establece la concesión de preferencias arancelarias entre India y el Mercado Común del Sur (Mercosur), en el cual Brasil es socio de Argentina, Paraguay y Uruguay.
Todos los países del Mercosur estuvieron representados en la comitiva de Lula, que también incluyó al secretario de la Comisión de Representación Permanente del bloque, el ex mandatario argentino Eduardo Duhalde (2002-2003).
Dentro de cuatro meses las dos partes elegirán los productos que tendrán aranceles reducidos en el comercio bilateral, reglas de origen y de solución de controversias. El acuerdo, un primer paso hacia una futura área de libre comercio, inauguró una nueva era en la cooperación Sur-Sur, definió Lula.
También otros cinco acuerdos, de cooperación en actividades espaciales, previendo el lanzamiento conjunto de satélites, y de acercamiento cultural y turístico, fueron firmados en Nueva Delhi.
Las negociaciones entre los más de 100 empresarios brasileños que acompañaron la visita presidencial y sus colegas indios se prolongaron hasta este jueves, explorando las numerosas posibilidades de comercio bilateral, inversiones y transferencias de tecnología.
El intercambio aún es modesto entre Brasil, con 174 millones de habitantes, e India, con 1.100 millones, pues se ha limitado a 1.040 millones de dólares en 2003, apenas uno por ciento del flujo total del comercio exterior brasileño, pero crece aceleradamente, al punto de que se ha duplicado en los últimos tres años.
El ministro brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio, Luiz Fernando Furlán, prevé que ese comercio bilateral podrá quintuplicar en cinco años. Un flujo anual de 5.000 millones de dólares no es una exageración, considerando la dimensión de los dos mercados, argumentó.
La mezcla del alcohol en la gasolina, recién iniciada en India, abre un campo enorme para la exportación brasileña del carburante alternativo y de su tecnología. Los dos países son grandes productores de caña de azúcar, materia prima del alcohol, y Brasil desarrolló en las tres últimas décadas de un intenso programa de sustitución de la gasolina por etanol.
Una empresa industrial brasileña, la Dedini, ya transfiere su tecnología para implantación de destilerías de alcohol en India desde el año pasado. Serán 10 a 15 plantas en dos años, anunció la firma.
Aviones, calzados, muebles y alimentos pueden diversificar las exportaciones brasileñas, hasta ahora concentradas en petróleo crudo, soja y mineral de hierro. En tanto, las importaciones desde India ya son variadas, incluyendo principalmente combustible para motores diesel, medicamentos, bienes de capital y productos químicos.
El comercio ocupa un lugar central en la intensa diplomacia ejercida por Lula, tanto como forma de fortalecer la economía nacional como de solidificar alianzas.
Su prioridad actual es consolidar y ampliar el llamado Grupo de los 3, que Brasil conforma con India y Sudáfrica, que ya negocian acuerdos comerciales con el Mercosur. China, el próximo blanco, será visitada por Lula en mayo.
Aunque el comercio exterior brasileño aún sigue muy concentrado en Estados Unidos y la Unión Europea, que absorben casi la mitad de sus exportaciones, ya avanzó mucho en la búsqueda de nuevos mercados. Argentina y China son el segundo y tercer principales importadores de productos brasileños, sólo superados por Estados Unidos.
El esfuerzo brasileño por multiplicar el intercambio con los países en desarrollo, iniciado con el Mercosur y la persistente negociación de la integración de toda América del Sur, se extiende ahora a todos los continentes.
En junio, cuando Brasil acogerá en Sao Paulo la reunión de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, Lula espera lanzar las bases del Sistema de Preferencias Comerciales entre países en desarrollo, una idea surgida en los años 80 pero que no se concretó.
La intensificación del comercio en el hemisferio Sur se acompaña de otros reclamos de esta parte pobre del mundo, o por lo menos de sus países de mayor peso, que quieren una democratización de las relaciones internacionales.
Un paso en ese sentido sería, como quieren Brasil, India y Sudáfrica, ampliar el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas con estos tres países teniendo asientos permanentes, hoy monopolizados por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia.