Las remesas de miles de emigrantes cubanos a sus familias en la isla contribuyen a equilibrar presupuestos domésticos, y a la vez marcan desigualdades de ingreso que se hacen especialmente notorias en las fiestas de fin de año.
En este sentido, el caso de Cuba no es muy diferente al de los demás países de América Latina y el Caribe, región que en conjunto recibió este año 33.000 millones de dólares en transferencias monetarias de sus emigrados, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El tío Paco no falla, siempre se acuerda de nosotros cuando se acerca diciembre, dijo a IPS María Teresa Domínguez, de 50 años, divorciada, empleada de una librería y madre de dos universitarias a punto de terminar sus carreras.
Tres parientes de Domínguez residen en Estados Unidos y le envían de 300 a 400 dólares cada año, generalmente en cartas que traen viajeros. No es mucho, todo está muy caro, pero nos ayudan bastante, afirmó.
La mujer dijo haber comprado con tiempo una pierna de cerdo, que le costó unos 15 dólares, para la cena de año nuevo que pasará con sus hijas y los novios de ambas. Para el infaltable ron y el acompañamiento del lechón asado, reservó otros 15 dólares.
Cada una de sus hijas recibió 15 dólares más para comprar regalos de Navidad, y ella guardó 25 para cualquier eventualidad. Siempre es bueno tener alguna reserva por si se presenta algún problema de salud o se daña el televisor, explicó.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calculó que este año Cuba recibió remesas que sumaron 915 millones de dólares, pero investigadores cubanos conjeturan que la cifra puede ser mayor.
Según estas últimas fuentes, las remesas podrían sumar 1.200 millones de dólares, si se tiene en cuenta que la mayor parte de ese dinero es gastado en la red comercial que cobra en moneda extranjera, cuyas ventas este año habrían bordeado los 1.300 millones de dólares.
Las tiendas de recuperación de divisas, también conocidas por sus siglas TRD y generalmente bien abastecidas, se crearon junto con el cese, en 1993, de las disposiciones que prohibían la libre circulación del dólar en el país, y coexisten con el mercado interno en pesos.
Si no tienes FE (familia en el exterior) o algún trabajito que dé fulitas (dólares), la vida se hace muy difícil, aseguró Mercedes, una mujer de 30 años sin parientes en el extranjero que realiza labores domésticas por periodos de pocos días.
Para investigadores cubanos, las remesas han contribuido a atenuar el empobrecimiento de una parte de la población de 11,2 millones, a la par de representar una fuente importante de ingresos en divisas para el presupuesto estatal.
Ese papel benefactor de las transferencias fue en cierto modo reconocido por medios oficiales cuando, en el primer semestre del año, se anunció que la Casa Blanca consideraba la posibilidad de suspender tales envíos desde Estados Unidos, el mayor receptor de emigrados cubanos.
Los castigados serían muchos núcleos familiares que han adaptado sus vidas al estándar económico y los considerables beneficios que, en las condiciones de Cuba, les propician pequeñas remesas, advirtió el pro gubernamental diario Granma ante esa eventualidad, que hasta ahora no se concretó.
Pero no todos tienen la misma suerte. Isabel, una joven de 30 años con un hijo de tres, contó a IPS que el padre de su pequeño viajó a España con la intención de radicarse allí, trabajar duro y ayudar a su familia.
Sin embargo, al cabo de más un año no ha logrado legalizar su residencia, ni conseguido un trabajo que le permita sostenerse a sí mismo y menos reunir algún dinero para mandar regularmente a casa.
40 dólares es todo lo que ha podido enviar en todo este tiempo, además de zapatos y algunos juguetes para el niño, aseguró la mujer, cuyo salario como oficinista no pasa de 200 pesos (menos de 10 dólares).
Isabel dijo tener presente la gratuidad de la atención médica y la educación de su hijo, garantizada para todos los ciudadanos cubanos, sólo que no sabe cómo llegar a fin de mes sin deudas.
Le debo a cada santo una vela ¿y quiere que piense en cenas de Navidad y Año Nuevo?, se quejó.
Para Angela Ferriols, subdirectora del gubernamental Instituto Nacional de Investigaciones Económicas, el principal factor de desigualdad en la sociedad cubana actual es poseer una fuente de ingreso en divisas.
Ello responde a lo elevado del tipo de cambio vigente, junto al hecho de que la moneda dólar es imprescindible para satisfacer algunas de las necesidades esenciales de la familia, advirtió la investigadora en su estudio Ingresos y desigualdad en la sociedad cubana actual.
Se calcula que más de 60 por ciento de la población tiene algún ingreso en dólares, aunque en su mayoría en pequeñas cantidades, provenientes de remesas, estimulaciones salariales en esa moneda o propinas en el sector turístico.
Actualmente, la comunidad cubana en el exterior suma según especialistas alrededor de 1,5 millones de personas repartidas entre Estados Unidos, España, Italia, Canadá, México, República Dominicana, Colombia, Ecuador y otros países.
Diversos estudios señalan que la decisión de ayudar a las familias que se dejan atrás figura entre las principales motivaciones para emigrar a partir de los años 90, a diferencia de décadas anteriores.
Ese factor está también presente en millones de emigrados de América Latina y el Caribe que marcharon hacia naciones de mayor desarrollo en busca de mejores posibilidades económicas.
De acuerdo con datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la región es la primera receptora mundial de remesas y al finalizar la actual década habrá recibido más de 400.000 millones de dólares por esas transferencias.