Un año atrás, 52 bolivianos con sida denunciaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que su país negaba tratamientos gratuitos contra la enfermedad, violando compromisos internacionales. De ese grupo sólo sobreviven 33 personas.
David fue el último en morir. Sus esperanzas y su batalla por medicamentos, como líder de la Red VIHDA en la central ciudad de Santa Cruz de la Sierra, se extinguieron con él a fines de noviembre.
Apenas 3,7 por ciento de los casos conocidos de sida reciben en Bolivia tratamiento antirretroviral -que controla la proliferación del virus, reduce la mortalidad y mejora la calidad de vida-, señala un estudio del no gubernamental Instituto para el Desarrollo Humano (IDH), firmado por los médicos Edgar Valdez, Andrés Vargas, Daniel Ruiz y Anna Sauden.
Los datos oficiales señalan 537 portadores de VIH y 466 que han desarrollado el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) en ese país de 8,2 millones de habitantes. Pero los infectados son miles, advierten organizaciones no gubernamentales.
El costo de la terapia por paciente en Argentina y Brasil es de apenas 50 a 110 dólares mensuales, según los medicamentos.
Pero en Bolivia oscila entre 1.000 y 1.500 dólares mensuales. "Es una suma impensable para la mayoría", afirma Valdez, del IDH. El salario mínimo mensual de 56 dólares equivale a un día de tratamiento.
"No tenemos acceso a medicinas y la gente se muere todos los días", clamaba desde La Paz en una carta a IPS la activista y portadora de VIH (virus de inmunodeficiencia humana) Violeta Ross, de la Red Boliviana de Personas Viviendo con Sida.
Con todo, América del Sur es una de las regiones del mundo donde están más extendidos los tratamientos con antirretrovirales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). De 40 millones de infectados en todo el mundo, sólo reciben tratamiento unas 400.000 personas y una gran proporción están en países sudamericanos, sobre todo en Brasil, de acuerdo a los datos de la OMS.
Un programa en práctica desde 1996 en Brasil asegura medicinas gratuitas a todo quien las necesite. Este año, las autoridades prevén un gasto de 175 millones de dólares en terapias.
"Tomo los medicamentos hace ocho años, cuando por una neumonía descubrí que tenía sida. Empecé con el (antirretroviral) AZT, que era el único, pasando al cóctel cuando el Ministerio de Salud empezó a distribuirlo en 1996", relató a IPS el profesor de educación física Silvestre Gonçalves Maia, de 39 años.
Maia dedica ahora todo su tiempo a asistir a quienes sufren la enfermedad, como coordinador general de la Red Nacional de Personas Viviendo con VIH/Sida en Campina Grande, ciudad del interior del estado de Paraíba, en el noreste de Brasil.
El programa es "muy bueno", por la distribución gratuita y la calidad de los medicamentos, pero en Campina Grande son insuficientes los exámenes para detectar la proporción de virus en la sangre, lo que dificulta la orientación del tratamiento.
De unos 215.000 portadores de VIH notificados y con control médico, 135.000 reciben terapias antirretrovirales, y los restantes 80.000 presentan un estado inmunológico aceptable. Pero el gobierno estima que son 400.000, en 174 millones de habitantes, los que contrajeron el virus.
También Argentina y Uruguay cuentan desde 1996 con programas gratuitos de medicamentos.
Pero estos planes suponen una lucha constante por abaratar costos, en un abanico de soluciones: uso de medicamentos genéricos —siempre que el principio activo sea de dominio público o el dueño de la patente lo permita—, negociaciones con los fabricantes y hasta amenazas de anular compulsivamente los derechos de patente.
La ley de patentes brasileña prevé, en casos de emergencia sanitaria, la licencia compulsiva o anulación de patente. Brasilia llevó esa lucha a la Organización Mundial del Comercio, donde los países pobres lograron imponer el principio de que la salud pública amenazada está por encima de la propiedad intelectual.
Argentina, donde hay 25.000 personas con sida y unos 140.000 portadores del virus, ha logrado una cobertura total de tratamientos.
En el país también hay legislación que permite apelar a medicamentos genéricos. Pero su aplicación es más restringida en el sida. "El mercado (de antirretrovirales) tiene las fallas típicas de los mercados oligopólicos", entre ellas escasa competencia, dijo a IPS la directora del Programa Nacional de Sida, Gabriela Hamilton.
Por eso no hay receta única para bajar los precios.
En junio, Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela acordaron con laboratorios trasnacionales reducciones masivas de precios de antirretrovirales.
Según el ministro de Salud argentino Ginés González García, esa negociación "significó para América Latina un ahorro de 150 millones de dólares al año", que pueden destinarse a ampliar coberturas donde hagan falta.
Colombia es uno de esos lugares. De 220.000 personas con VIH registradas, sólo 9.000 reciben tratamiento. Y según la no gubernamental Liga Colombiana de Lucha contra el Sida, la realidad de la epidemia es mucho peor: 459.000 infectados en 43 millones de habitantes.
La terapia antirretroviral cuesta 500 dólares por mes y por paciente. Los servicios de salud estatal sólo reconocen siete de los 14 medicamentos y no cubren el costoso análisis de carga viral, de 200 dólares.
Los enfermos se ven obligados a entablar batallas legales por medicación. Entre 2000 y 2002, los recursos de amparo aumentaron casi 440 por ciento, tanto que el año pasado el Ministerio de Salud debió destinar 9,5 millones de dólares para atender reclamos.
"El costo inalcanzable de los medicamentos" y el hecho de que sólo 9.000 personas los reciban "indica que se están violando los derechos de los pacientes", dijo a IPS la ex directora del Instituto de Seguros Sociales, Cecilia López.
Por otra parte, si bien "se distribuyen genéricos, su problema es que no tienen calidad certificada", dijo a IPS el director de la publicación especializada Indetectable, Mauricio Sarmiento.
En la vecina Venezuela la terapia cuesta 500 dólares por mes, en Costa Rica bajó de 625 dólares a menos de 200 por el uso de medicamentos libres de patente. Y en Uruguay el costo por paciente es de 400 dólares al mes.
En Chile no se usan genéricos. Los tratamientos oscilan entre 200 y 650 dólares por mes y la cobertura supera 90 por ciento. Pero sólo las mujeres embarazadas y los niños tienen medicinas gratis.
Costa Rica logró reducir 20 por ciento la mortalidad desde 1988, dijo a IPS el director del programa sobre sida de la Caja de Seguro Social, Solón Chavarría.
Para financiar los tratamientos, los uruguayos instauraron un Fondo Nacional del Sida en 2001, mediante una tasa de uno por ciento a las pólizas de seguros y de cinco por ciento a la transferencia de jugadores del fútbol profesional.
En virtud de estos esfuerzos, la mortalidad se abatió en Uruguay 50 por ciento desde 1996, la misma proporción que en Brasil.
Con todo, de los 1.200 uruguayos sometidos a terapia, "tenemos una pérdida de seguimiento de 10 por ciento de los casos", admitió a IPS la directora del Programa Nacional del Sida, Margarita Serra.
Y la organización de seropositivos se queja de "discontinuidad en los tratamientos" y de poco control a la efectividad de las terapias con genéricos.
En Venezuela, poco más de 10.000 personas reciben tratamiento en salud pública, menos de 20 por ciento de los 70.000 infectados, según organizaciones no gubernamentales. El Tribunal Supremo de Justicia ordenó en 2001 la obligatoriedad de los tratamientos gratuitos.
El próspero Chile obtuvo en junio una asistencia de 39 millones de dólares del Fondo Global de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria para costear medicinas antirretrovirales.
Pero en Bolivia, con más de 70 por ciento de población pobre, Violeta Ross sigue esperando que el Fondo Global aporte recursos para sus medicamentos y los de más de 1.000 personas. Espera, en fin, que la historia de David no se repita.
*Con aportes de Marcela Valente (Argentina), Franz Chávez (Bolivia), Mario Osava (Brasil), María Isabel García (Colombia), José Eduardo Mora (Costa Rica), Gustavo González (Chile), Raúl Pierri (Uruguay) y Humberto Márquez (Venezuela).
***** + IDH, Bolivia (http://www.idhbolivia.org/plantilla.php?p=idh) + Onusida Colombia (http://www.onusida.org.co/)