La XIII Cumbre Iberoamericana tuvo que asistir de emergencia a su anfitrión, Bolivia, un país sumido en la pobreza cuya democracia fue puesta a prueba por la rebelión indígena que forzó un cambio de presidente en octubre.
Los presidentes y jefes de Estado participantes de la cumbre que finalizó este sábado en la central ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra expresaron su solidaridad con Bolivia y crearon un fondo de asistencia económica de libre disponibilidad, que recibió los primeros 20 millones de dólares en productos de exportación del gobierno de Perú.
El presidente peruano, Alejandro Toledo, dijo que la suma es simbólica y una señal para el resto de países iberoamericanos, dispuestos a contribuir con un monto cercano a los 300 millones de dólares.
Por su parte, La Paz hizo un llamado urgente para obtener el respaldo internacional necesario para cumplir con el pago de salarios a los funcionarios de la administración pública.
Pero el mandatario de República Dominicana, Hipólito Mejía, tiene otro enfoque de las causas de la pobreza y es contrario al asistencialismo. Afirmó que existe ”un complejo de inferioridad” en el momento de evaluar el origen del bajo crecimiento de los países de América Latina.
A diferencia de su colega venezolano, Hugo Chávez, quien apunta contra el modelo económico neoliberal como responsable de las difíciles condiciones sociales y económicas, Mejía recomienda no esperar la caída del ”maná del cielo” y sugiere preparar a la población para los nuevos retos de integración comercial.
Mejía hizo referencia así a la conferencia ministerial del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que se celebrará en la sudoriental ciudad estadounidense de Miami la semana próxima, con miras a establecer un mercado común en todo el continente americano, excepto Cuba, para enero de 2005.
El principal líder de la oposición boliviana, el diputado indígena y dirigente campesino Evo Morales, anunció una ”dura batalla” para impedir el ingreso de Bolivia en el acuerdo comercial.
Morales aún no cuenta con una visa de ingreso en Estados Unidos, país que cuestiona la labor política del sindicalista por su condición de productor de coca, una planta cuya hoja es empleada como materia prima de la cocaína y otros narcóticos penalizados por la legislación internacional.
El parlamentario opositor, junto a líderes campesinos y vecinales, protagonizó el mes pasado un movimiento popular contrario a la gestión del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y en especial a su proyecto de venta del gas natural boliviano. Los choques entre manifestantes y efectivos policiales y militares dejaron al menos 70 muertos.
Sánchez de Lozada renunció y huyó a Estados Unidos, y el 17 de octubre lo sustituyó por un mecanismo constitucional el hasta entonces vicepresidente Carlos Mesa.
Durante una conferencia de prensa, el presidente del gobierno español, José María Aznar, expresó su ”respaldo al ejercicio democrático a Bolivia, donde la democracia ha sido puesta a prueba. No hay futuro al margen de la democracia”, dijo.
La problemática de la pobreza y exclusión social puesta a consideración de los asistentes por el presidente Mesa generó un debate en la Cumbre, y como en pocas oportunidades, el objeto de estudio y referente de crisis social y económica estuvo al alcance de los visitantes.
La declaración de los mandatarios expresa un ferviente llamado a la preservación del sistema democrático como sistema de gobierno y admite la urgencia de políticas gubernamentales orientadas a prestar atención a los sectores de menores ingresos.
Paralelamente a la cumbre, líderes de movimientos sociales latinoamericanos celebraron un Encuentro Social Alternativo, uno de cuyos organizadores fue Evo Morales.
Las principales banderas que levantaron los indígenas latinoamericanos en el foro paralelo fueron la defensa de recursos energéticos, el rechazo a la integración comercial y el fin de la economía de mercado, junto al tradicional reclamo por la tierra.
Concretamente, reclamaron la suspensión de negociaciones comerciales con Estados Unidos para formar el ALCA.
Pero la exigencia de los cerca de 4.000 delegados que participaron de diferentes mesas en el Encuentro Social Alternativo no fue acogida plenamente por los presidentes.
El presidente del Ecuador, Lucio Gutiérrez, calificó al ALCA de ”positivo” y descartó que sea una amenaza. Por el contrario, para las organizaciones indígenas la apertura comercial con Estados Unidos representará la creación de un mercado donde los productores nacionales tendrán pocas oportunidades de subsistir.
”Está en nuestras manos convertir al ALCA en una oportunidad. Eso depende mucho de nosotros en dos niveles: La educación de la gente y la adquisición de tecnología para ser más competitivos”, expresó Gutiérrez.