La posición de China en la reunión de la OMC en Cancún, México, no es tan relevante hoy para el comercio mundial como su sistema monetario de cambio fijo, que le brinda una extraordinaria competitividad a sus exportaciones al mantener el yuan depreciado.
China asiste desde el miércoles a su primera conferencia ministerial de la OMC (Organización Mundial del Comercio), a la que se incorporó como miembro pleno en enero de 2002.
Poco se ha dicho en China sobre las posturas adoptadas por el gobierno en cuestiones como el proteccionismo agrícola o los aranceles, pero sí sobre el choque de la semana pasada en Beijing entre el secretario del Tesoro estadounidense, John Snow, y el gobernador del Banco Central chino, Zhow Xiaochuan.
Snow reclamó a las autoridades chinas la liberalización de su sistema monetario, pero Zhow le advirtió que Beijing no dejaría al mercado jugar un papel tan decisivo hasta que se determinara con certeza el impacto del ingreso a la OMC.
La cotización del yuan está fijada a 8,28 por dólar, lo cual mantiene el precio de las mercaderías chinas artificialmente bajo ante el de otros países competidores. Industriales de todo el mundo, en especial de Estados Unidos, atribuyen a la competencia de China el cierre de numerosas fábricas.
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Pero Beijing afirmó que ni la economía ni la política permiten, por el momento, adoptar un régimen monetario de flotación libre.
Quienes creen que China manipula el yuan son los mismos que creen que todas las monedas del mundo deberían flotar libremente en el mercado. Es una afirmación resbalosa. ¿China debería ceder a la presión sólo para no sufrir las consecuencias en el futuro? De ningún modo, indicó el diario China Daily en un editorial.
Después de comprometerse a flexibilizar su sistema monetario en el largo plazo, aunque sin preestablecer un cronograma, Beijing concluyó que la estabilidad del yuan redundaba tanto en beneficio propio como en el de Estados Unidos.
Las autoridades chinas creen que la liberalización del capital en las actuales condiciones de debilidad del sector financiero nacional desataría una crisis económica.
Los bancos estatales chinos están sufriendo el peso de sus carteras malas. El incumplimiento del pago de créditos en el sector bancario oficial ascendió a 24 por ciento en el primer trimestre de este año, si bien expertos aseguran que la proporción podría ser mucho mayor.
Por otro lado, el gobernante Partido Comunista está sometido a una creciente e incesante presión política desde el inicio de la apertura económica en los años 70, que ha dejado desempleados a millones de trabajadores y de campesinos. Muchos ven en el ingreso a la OMC la culminación del proceso.
Setenta por ciento de los habitantes de China son campesinos. Debemos asegurarles el trabajo, y por otro lado, mejorarles la calidad de vida. Si la liberalización del mercado va demasiado rápido, la supervivencia de muchos se vería en peligro, dijo el embajador en la OMC, Sun Zhenyu, entrevistado por el Beijing Youth Daily.
La política monetaria de China puede ser una señal del futuro papel del país en la economía mundial. En ese sentido, las autoridades reiteran que realizarán un tránsito cauteloso y ordenado de la planificación centralizada al libre mercado.
Pero, al mismo tiempo, los llamados de empresarios y políticos estadounidenses y japoneses a la revaluación del yuan serán, en cierto modo, atendidos.
Uno de los principales objetivos de China para ingresar a la OMC fue el de obtener garantías de acceso a los mercados del Norte industrial.
Para mantener el espectacular crecimiento económico de la última década, el gigante asiático ha dependido de la creciente inversión extranjera, y tratará de no hacer nada que ponga ese flujo en peligro.
Precisamente, un argumento para rebatir los llamados a apreciar el yuan es la reiterada atribución del éxito comercial chino a las inversiones extranjeras. Las exportaciones chinas aumentaron 143.000 millones de dólares entre 1997 y 2002, y dos tercios de esa suma correspondieron a empresas con fondos foráneos.
No hay duda de que China quiere ser vista como un líder del mundo en desarrollo en Cancún. Pero si la brecha entre ricos y pobres se amplía demasiado, Beijing podría saltar del bote a último momento porque no quieren poner en peligro el comercio con sus principales socios comerciales, dijo un diplomático del Sur radicado en China.