Decenas de mujeres de la etnia wayúu, de filiación matrilineal, se acogen de forma autónoma en Colombia a un programa de planificación familiar que incluye la esterilización.
Lo de los hijos es asunto nuestro, los maridos no tienen nada que opinar, comentó a IPS Esmeredith, una de las 60 mujeres inscritas en el programa de la alcaldía de Uribia, en el septentrional departamento de La Guajira.
La iniciativa surgió a partir de un plan de nutrición para las comunidades wayúu, afectadas por alta incidencia de tuberculosis.
Con 33 años y ocho hijos vivos, el menor de ellos aún lactante, Esmeredith optó por la esterilización mediante ligadura de trompas, que ella y sus compañeras del programa llaman desconexión, término que médicos y enfermeras descalifican por equívoco.
Algunas se vincularon al programa de planificación familiar (apali'raja apushi, en lengua wayunaiki) motivadas por volantes bilingües o por audiciones de radio emitidas por la alcaldía en las emisoras locales, pero la mayoría se contactó a través de los talleres de nutrición.
En una mañana de agosto, 37 de las mujeres inscriptas, de 26 a 42 años de edad y con seis a ocho hijos cada una, se encontraron en el hospital municipal para que les practicaran la ligadura de trompas (suuluja achonia), procedimiento que tiene un costo de 120.000 pesos (45 dólares), pagados por la municipalidad.
Antes habían asistido a charlas y exámenes ginecológicos, contestado un formulario y firmado su plena y libre aceptación de la esterilización.
El formulario incluye preguntas sobre la historia médica personal y termina con: ¿Sabe usted que la ligadura de trompas es un método definitivo de planificación?.
Los aspectos médicos del plan están a cargo de la oficina regional de la institución privada Asociación pro Bienestar de la Familia Colombiana (Profamilia).
En ocasiones fue necesaria la ayuda de una traductora, pues, aunque las habitantes del casco urbano de Uribia son mayoritariamente bilingües, muchas mujeres de las zonas rurales sólo hablan wayunaiki.
También se utilizó material didáctico impreso en ambos idiomas con ilustraciones en las que los personajes revelan los rasgos físicos y atuendos autóctonos wayúu y se explican los métodos anticonceptivos temporales (eesu supula wattawa) y los quirúrgicos (nojorulein).
Salvo algunos médicos y uno que otro funcionario, en los pasillos y alrededores del hospital sólo se ven mujeres.
Aquí el hombre no se inmiscuye en esto, explicó María de los Remedios García Arspushana, miembro del Consejo de Política Social del Municipio, instancia que apoya el programa de planificación.
La autonomía de la mujer wayúu en lo que tiene que ver con el ámbito familiar se explica por el predominio de la línea materna en esta sociedad. La mujer es monógama y el hombre polígamo. Y los varones con mayor autoridad son los tíos maternos.
La planificación familiar no es ajena a la cultura wayúu, que contempla tomas de jawape, bebidas preparadas con raíces de diversas plantas a veces diluidas en agua o licor, que se suministran durante la menstruación como anticonceptivos.
Sin embargo, las mujeres tienen en promedio ocho o nueve hijos, mientras la tasa de natalidad colombiana es de 1,28 hijos por mujer.
García Arspushana es asesora del resguardo de la Alta y Media Guajira, en el municipio de Uribia, que en sus 7.905 kilómetros cuadrados concentra la mayor cantidad de población wayúu de La Guajira, donde viven los 150.00 miembros de esta etnia que representa 20,5 por ciento de los aborígenes del país.
La Guajira ocupa la mayor porción de la península del mismo nombre al norte de Colombia y Venezuela, de libre tránsito fronterizo para los wayúu pero restringido con visas para los arijuna (no wayúu).
Todo comenzó con el proyecto Identificación de Problemas Nutricionales que incluyó un censo de población tuberculosa en la región, relató a IPS Belinda Gómez, nutricionista, trabajadora social del hospital durante 22 años y autora del programa.
A su juicio, el hecho de que Uribia tenga una alcaldesa, Cielo Redondo, influyó en los componentes sociales y de planificación familiar del programa.
Según el perfil epidemiológico de la Secretaría de Salud departamental, entre 2000 y 2001 la incidencia de tuberculosis en La Guajira aumentó de 67,9 a 80,6 por cada 100.000 habitantes y la mortalidad pasó de 1,6 a 2 para el mismo rango.
El informe indica que entre los factores asociados al resurgimiento de la enfermedad, provocada por un bacilo, están las condiciones socioeconómicas, malnutrición, bajas coberturas de seguridad social y acceso a los servicios de salud.
En Uribia la incidencia de tuberculosis está por encima de la media de La Guajira: 147 por cada 100.000 habitantes, y la desnutrición es la primera causa de enfermedades infecto- contagiosas.
En visitas a 28 comunidades desde Ipapure hasta Los Olivos, y desde Marquetalia hasta Orroco, en la Alta y Media Guajira, se seleccionaron 320 familias rurales y urbanas a las que durante tres meses (de julio a septiembre), se asiste con atención médica, educativa y nutricional.
Además de detectar a los pacientes tuberculosos, mi preocupación era enseñarles a las familias wayúu a preparar alimentos, ya que la principal causa de la tuberculosis es hambre, dijo Gómez.
Fue así como de la etapa de educación nutricional, surgió el interés por la planificación familiar para tener los hijos a los que se les pueda dar educación y alimentación, señaló.
Esmeredith y otras mujeres que escuchaban la conversación de IPS con Gómez, asintieron.
Los niños son buenos pero no hay plata. Yo tengo ocho y el menor es de la misma edad de los nietos. Con cuatro varones, que 'paren' más que las mujeres, y tres hijas, ya está bien, fueron algunos de sus comentarios.
Además de su elevada fecundidad, las mujeres empiezan a ser madres entre los 14 y los 16 años, dijo Gómez, quien, aunque arijuna, como guajira está muy compenetrada con las tradiciones y costumbres de la cultura ancestral.
Pese a su baja tasa de natalidad, Colombia experimenta un aumento de los embarazos adolescentes, pues una de cada tres menores de 18 años ha estado embarazada por lo menos una vez. Pero el inicio de la vida reproductiva de las wayúu es más prematuro.
La planificación familiar es considerada un derecho individual y un deber del Estado por la Constitución colombiana. Esta también reconoce derechos civiles, reproductivos y jurídicos a las mujeres.
La mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades. La mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación. Durante el embarazo y después del parto, gozará de especial asistencia y protección del Estado, y recibirá de éste, subsidio alimentario, si entonces estuviere desempleada o desamparada, afirma el artículo 43.
El Estado apoyará de manera especial a la mujer cabeza de familia, añade la Carta Magna.
Pero estos postulados suenan muy lejanos en La Guajira.
Según Gómez, la desnutrición es tan grave que muchos niños no tienen aliento para ir desde su ranchería (grupo de cinco a 10 viviendas en medio del desierto) hasta la escuela en Uribia donde hay sobreoferta de cupos y un plan de desayunos escolares para 13.500 alumnos.
El programa nutricional incluye la entrega, durante dos meses, de un mercado o canasta de alimentos a los pacientes con tuberculosis y, por un mes, a sus parientes más próximos.
El mercado consta de 15 productos no perecederos como leche en polvo, carve (sustituto de la carne basado en soja), arroz, azúcar, panelas (azúcar cruda en bloque de alto poder calórico), avena, harina de trigo, frijoles, lentejas y pastas.
En las rancherías no hay electricidad ni forma de refrigerar frutas y legumbres, explicó la nutricionista.
Al otro lado de la calle, frente al hospital donde las enfermeras verificaban los datos de las 37 mujeres que decidieron esterilizarse, varios adultos y niños somnolientos por la enfermedad y una temperatura de 38 grados a la sombra, matan el tiempo en las hamacas y sillas mecedoras del Hogar de Paso para Tuberculosos.