ARQUEOLOGIA: Descubren sociedad amazónica precolombina

El investigador brasileño Carlos Fausto explicó a Tierramérica las nuevas evidencias arqueológicas que rompen con el mito de que la Amazonia era una región virgen a la llegada de los europeos.

Un estudio publicado la semana pasada por la revista estadounidense Science concluye que un pueblo precolombino modificó una de las zonas menos conocidas de la cuenca amazónica: el alto río Xingú, al norte del estado brasileño de Mato Grosso, en los bordes sudorientales de la Amazonia.

La investigación, dirigida por el arqueólogo estadounidense Michael Heckenberger, de la Universidad de Florida, barre con la noción de que la Amazonia era una región selvática virgen cuando llegaron los europeos a América y que la poca fertilidad de sus suelos hacía imposible el asentamiento masivo de pueblos.

El área del alto Xingú comenzó a ser ocupada por los indígenas kuikuro en los siglos IX y X, según evidencias de cerámica, material orgánico y otros objetos.

Los descubrimientos arqueológicos indican la existencia de ”aldeas inmensas, rodeadas de zanjas y empalizadas, formando una estructura defensiva”, durante los siglos XIV, XV y comienzos del XVI, explicó a Tierramérica el etnólogo brasileño Carlos Fausto, miembro del equipo investigador.

Los últimos hallazgos revelan un plan asombroso: 19 aldeas precolombinas vinculadas a asentamientos menores en los alrededores.

La distancia entre cada una era siempre de entre tres y cinco kilómetros y estaban conectadas por caminos extremadamente bien trazados, de hasta 35 metros de ancho.

Esto probaría que no se trató de una concentración de muchos indígenas en una aldea, que se mudaron después a otra, sino que todas fueron pobladas simultáneamente y mantenían una comunicación regular, explicó Fausto.

La estructura defensiva no se destinaba a proteger una aldea de las otras, pues eso no hubiera justificado carreteras tan grandes.

”Esto realmente nos conmovió”, dijo Heckenberger en el artículo de Science, pues implicaba una sociedad indígena mucho más grande y compleja que cualquiera existente hoy en la Amazonia.

Pero sus dimensiones exactas son difíciles de determinar.

Por medio del estudio de fragmentos cerámicos, los límites de las aldeas y la estimación de la densidad en los poblados actuales, el equipo calculó que cada racimo de asentamientos debió ser habitado por 2.500 a 5.000 personas.

En las últimas dos décadas, los arqueólogos amasaron un cúmulo de evidencias probando que partes de la Amazonia estuvieron pobladas más densamente antes de la llegada de Cristóbal Colón a América, en 1492, y que fueron modificadas por los humanos.

Pero nunca se había trabajado en la zona del alto Xingú, tributario del Amazonas.

Esta investigación halló una zona profundamente transformada en los últimos 1.000 años por una densa población de agricultores que vivían en una muy planificada red de aldeas.

Aunque hubo investigaciones sobre pueblos que dejaron su huella en la Amazonia, la mayoría de los expertos creía que sociedades mayores y más complejas estaban restringidas a las mayores planicies relativamente fértiles de las zonas bajas.

Este no es el escenario que emerge de las tierras altas del Xingú, donde desde 1996 Heckenberger rastreó huellas de sembrados y aldeas en un área de 1.000 kilómetros cuadrados.

Primero con machetes y luego con receptores del sistema satelital Global Positioning System, el equipo se topó con canales, puentes y caminos.

El grupo es una poco frecuente mezcla de disciplinas y saberes. Además de Fausto, del Museo Nacional de Antropología de la Universidad Federal de Río de Janeiro, lo integraron la antropóloga lingüista Bruna Franchetto, especializada en idiomas indígenas, y dos líderes de la etnia kuikuro.

Imágenes satelitales y fotos aéreas señalan cómo los kuikuro usaban el bosque cercano. Esos bosques no son vírgenes o primarios, sino que fueron jardines cultivados por la población, con ”interferencias expresivas”, explicó Fausto.

”Eso no significa que hubo destrucción del bosque, sino explotación sustentable según los datos obtenidos, pero se requiere más investigación”, añadió.

Las modificaciones forestales apuntan un uso por largo tiempo, con técnicas cuidadas, muy distintas del cultivo mecanizado.

”Son prácticas mantenidas hasta hoy por los kuikuro, dejando áreas intactas de bosque y formando pomares que reflejan la plantación de pequí”, un árbol típico que produce un fruto oleaginoso y aromático, utilizado como condimento en el arroz y para hacer licores.

”Hay cerca de 15 variedades de pequí en el área estudiada, sugiriendo un proceso de domesticación, una hipótesis a ser comprobada”, añadió Fausto.

Las que fueron plazas de las aldeas, por ejemplo, están cubiertas de pastos, y ciertas variedades de árboles crecen sobre los antiguos caminos o los predios agrícolas abandonados.

”El punto es que en 1492 la influencia humana se había propagado esencialmente a toda el área. Nada en ella era completamente natural”, asevera Heckenberger.

Los datos lingüísticos permiten establecer hipótesis sobre cómo se pobló el alto Xingú, formando un arco de migraciones desde el mar Caribe, pasando por las costas de Venezuela, Guyanas, el río Negro, en el extremo noroccidental de Brasil, Perú y los llanos de Bolivia hasta llegar al actual Mato Grosso.

”El perfil cultural de la población actual es parecido al del siglo IX. Las aldeas son versiones menores de las que existían antes de la llegada de los blancos (europeos). Así también las carreteras, ahora de 2 a 4 metros de ancho y uno o dos kilómetros de largo”, dijo Fausto.

”La memoria de los indígenas permite restablecer la historia hasta el final del siglo XVIII, cuando parecen haber sido esclavizados para la explotación de oro, probablemente llevados a Cuiabᔠactual capital de Mato Grosso, relató.

En la primera mitad del siglo XIX vivieron aislados y solo al final de ese siglo se fundó la ciudad de Paranatinga, reiniciando el contacto de la sociedad brasileña con los indígenas del Xingú.

Los indigenistas hermanos Vilasboas (Orlando, Claudio, Leonardo y 5lvaro), condujeron expediciones a la región en 1940 y 1950 y lograron crear, en 1961, el Parque Nacional de Xingú, una vasta área reservada a varios grupos, incluyendo los kiukuro.

Las evidencias indican que otras áreas amazónicas pudieron haber sido muy pobladas antes de la colonización, una hipótesis hasta ahora negada por el argumento de que los bosques amazónicos constituyen un ambiente pobre, que limitó a la población local.

Pero el valle del Amazonas es fértil, las inundaciones temporales dejan nutrientes en el suelo que habrían servido de base a una agricultura de grandes proporciones, por lo menos en las orillas, sostiene Fausto.

En la misma área hay identificados 13 sitios arqueológicos, pero sólo cuatro se estudiaron intensamente.

”El problema es que la arqueología en Brasil sufre deficiencias de información y recursos, quizás el impacto de un artículo publicado en Science abra nuevos caminos”, conjeturó Fausto.

* Publicado originalmente el 20 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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