Israel y Palestina pisan el freno mientras transitan por la ”hoja de ruta”, plan de la comunidad internacional para la paz en Medio Oriente. El impulso inicial parece haberse desvanecido.
Las recriminaciones cruzadas de los últimos tres años parecen agravarse, aunque la tregua se mantiene. Cada una de las partes, convencida de la validez de sus reivindicaciones, espera que la otra dé el próximo paso.
Los palestinos quieren que el gobierno conservador de Ariel Sharon libere a gran cantidad de miembros de organizaciones armadas presos en cárceles israelíes y que retire las tropas de Cisjordania.
Mientras, los israelíes insisten en que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) acabe con la actividad de los militantes armados.
El bloqueo amenaza con empantanar la última iniciativa internacional para la paz en la región, la hoja de ruta formulada por el denominado Cuarteto, instancia de mediación encabezada por Estados Unidos e integrada también por la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia.
Por esa razón, el presidente estadounidense George W. Bush convocó al primer ministro palestino Mahmoud Abbas (más conocido como Abu Mazen) y a Sharon a participar en una ronda de negociaciones en Washington a partir de este viernes.
Todo indica que, si el diálogo no logra un nuevo aliento, la reunión marcará el comienzo de la decadencia del proceso.
”Sharon quiere imponerse”, dijo a IPS el legislador palestino, ex jefe de negociadores y ex ministro Saeb Erekat. ”Dios nos ayude si Abu Mazen vuelve de Washington con las manos vacías. Aquí se está armando una gigantesca olla a presión. Es esencial obtener un cronograma claro y completo para implementar la hoja de ruta.”
Pero el canciller israelí Silvan Shalom insistió en que la pelota está en la cancha palestina. ”Es tiempo de que cumplan con sus obligaciones de desmantelar la infraestructura del terror y detener las incitaciones” a la violencia, dijo.
Sharon, que cuenta con ministros de línea dura antiárabe connotados por su escepticismo, tiene amplio respaldo de la ciudadanía israelí.
Abu Mazen no puede decir lo mismo respecto de sus compatriotas: los palestinos están desencantados con su figura, pues, afirman, no ha logrado arrancar concesiones concretas de Israel. Eso lo deja bajo una gran presión.
El gobernante árabe ya solicitó a su par israelí la liberación de una cantidad ”significativa” de los 6.500 palestinos presos. Hasta ahora, Israel ha liberado a 400.
Abu Mazen tampoco logró que Sharon mantuviera el ritmo de la retirada de tropas de Cisjordania, así como el del desmantelamiento de asentamientos judíos y de los puestos de control militar en las rutas en los territorios ocupados.
Los políticos palestinos afirman que han cumplido con gran parte de sus compromisos a través de la tregua acordada entre las organizaciones armadas el 29 de junio. Desde esa fecha, la violencia se redujo dramáticamente. Pero los palestinos recibieron poco a cambio, advierten sus dirigentes.
”Se supone que Sharon congelaría los asentamientos. No lo hizo. Se supone que ordenaría la retirada de tropas a las posiciones que tenían en las vísperas de la intifada (insurgencia popular palestina contra la ocupación) iniciada en septiembre de 2000. No lo hizo. Se supone que levantaría los cierres de ruta. No lo hizo”, lamentó Erekat.
Abu Mazen transmitirá esas demandas a Bush, y le pedirá que presione a Sharon para que levante la prohibición de viajar impuesta al presidente Yasser Arafat. El primer ministro palestino recibió críticas por haber accedido a viajar a Washington mientras Arafat permanece confinado en la ciudad de Ramalá.
Hasta ahora, la estrategia de Abu Mazen ha consistido en ignorar las críticas del público y del partido Al Fatah, que lidera Arafat y del que el propio primer ministro es uno de sus fundadores. Así, se concentra en tratar de que Bush presione a Sharon para que el gobierno israelí haga concesiones.
La apuesta es alta. Si la estrategia resulta exitosa, Abu Mazen cree que ganará respaldo popular y que los diversos partidos políticos no tendrán más opción que apoyarlo. Pero si vuelve de Washington con poco para mostrar, su periodo como jefe de gobierno de la ANP podría acortarse.
”Si no se registran avances en Washington, estamos seguros de que Abbas afrontará una difícil situación, tanto por parte del pueblo palestino como del Consejo Legislativo”, dijo el ministro de Información Nabil Amr.
El gobierno estadounidense desea apuntalar a Abu Mazen, pues pretende que su figura sea un contrapeso efectivo ante la de Arafat, a quien desea marginar.
Pero la mayoría de los palestinos ven a Abu Mazen como un dirigente impuesto por Estados Unidos. Arafat sólo accedió a la creación del cargo de primer ministro bajo una intensa presión de Washington. Un abrazo entre Abu Mazen y Bush en Washington consolidaría esa impresión.
”Si usted quiere fortalecer a Abu Mazen, señor Bush, logre que Israel libere prisioneros, congele asentamientos y levante los cortes de ruta”, afirmó Erekat.
Al parecer, Bush solicitará a Sharon que detenga la construcción de una valla de seguridad a lo largo de la línea que separa el territorio israelí de Cisjordania, y le advertirá que, de persistir con las obras, las negociaciones se resentirán pues habrá una frontera prefigurada.
Por su parte, Sharon pedirá a Bush que presione a la ANP para que desmantele las organizaciones radicales armadas. El gobierno israelí cree que el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), la Jihad Islámica y las Brigadas de Mártires Al Aqsa usan la tregua unilateral de tres meses para reorganizarse.
Pero ”reprimir a Hamas, la Jihad y otras organizaciones palestinas no es para nada una opción”, sostuvo Abu Mazen, que prefiere el diálogo con los grupos radicales más que el enfrentamiento, pues teme que eso origine una guerra civil.
Por otra parte, el primer ministro considera que los ataques israelíes debilitaron a las fuerzas de seguridad palestinas como para que se hagan cargo de combatir a las organizaciones radicales.