El reconocimiento de observadores internacionales a las últimas elecciones generales en Camboya son una vergüenza para países de Asia sudoriental mucho más ricos, pero en los cuales la democracia está ausente o es superficial.
El Partido del Pueblo de Camboya (PPC) del primer ministro Hun Sen ganó las elecciones del 27 de este mes, según las cifras divulgadas el martes. Sólo otros dos partidos, de los 22 que participaron en los comicios, obtuvieron lugares en el parlamento de 123 escaños.
En el segundo puesto quedó el monárquico partido Funcinpec, liderado por el príncipe Norodom Ranariddh, hijo del rey Norodom Sihanouk, y en el tercero el opositor partido Sam Rainsy, que lleva el nombre de su líder, ex ministro de Finanzas.
Las elecciones se desarrollaron en paz. Fue obvio que el PPC se esforzó por asegurar comicios transparentes. También quedó claro que las amenazas de los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea funcionaron, opinó el analista Sunai Phasuk, de la Red Asiática para Elecciones Libres (Anfrel, por su acrónimo en inglés).
Países donantes a Camboya señalaron que el gobierno debía prepararse para lo peor si faltaba transparencia en las elecciones parlamentarias, las terceras desde el acuerdo de paz patrocinado en 1991 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que puso fin a décadas de guerra civil.
El senador estadounidense Mitch McConnell había advertido incluso a los 6,3 millones de votantes, antes de las elecciones, que el país recibiría menos asistencia externa si Hun Sen era reelegido.
El primer ministro camboyano es visto con suspicacia por los políticos occidentales, que le atribuyen métodos coercitivos para alcanzar sus metas.
La organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, informó antes de las elecciones que la credibilidad de las mismas había sido socavada por compra de votos e intimidación.
Funcionarios afiliados al PPC amenazaron a simpatizantes de la oposición con usar la violencia, expulsarlos de sus localidades y negarles acceso a los recursos comunitarios, afirmó.
Pero los tres grandes partidos, y no sólo el PPC, apelaron a la compra de votos, dijo Sunai a IPS.
Uno de los métodos, indicó el experto de Anfrel, fue el de las loterías electorales, mediante el cual un partido distribuía papeletas numeradas en una localidad y sorteaba premios en caso de que ganara en ese distrito.
Pese a esto, no caben dudas de que Camboya emprendió el camino hacia la normalidad política y electoral, y así se acercó a países democráticos del sudeste asiático como Filipinas, Indonesia y Tailandia.
Sin embargo, naciones de la región como Birmania, Laos y Vietnam ni siquiera se acercan a ese camino, y otras sólo adoptaron formalidades democráticas, como Malasia y Singapur. En todos esos países, el espacio para la oposición política es escaso o inexistente.
El logro político alcanzado por Camboya el domingo es importante para Asia sudoriental. Los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) deberían seguir el camino de esta democracia emergente, dijo a IPS el vicepresidente del opositor Partido Justicia de Malasia, Tian Chua.
Integran la ASEAN Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
Chua fue liberado en junio tras pasar dos años en prisión por sus actividades políticas, y el partido que integra fue fundado por la esposa del ex viceprimer ministro malasio Anwar Ibrahim, quien está preso, condenado por corrupción y sodomía, en forma injusta y por motivos políticos según sus seguidores.
Los opositores singapurenses tienen aun menos espacio político, y los críticos culpan al gobierno de emplear demandas judiciales y amenazas económicas para silenciar a los disidentes.
Para que los países de la ASEAN dejen de ser considerados hostiles a la democracia, la región necesita más que elecciones como las de Camboya, sostuvo Chua.
Nos hacen falta dirigentes políticos comprometidos con la democracia, explicó.
Hun Sen no puede ser considerado un dirigente de ese tipo, si se tiene en cuenta a qué procedimientos apeló el PPC para ganar anteriores elecciones, según el dirigente opositor malasio.
En las primeras elecciones camboyanas de gobiernos locales, realizadas en enero, el PPC fue acusado por observadores y activistas por los derechos civiles de estar relacionado con asesinatos políticos y numerosos casos de intimidación de votantes.
Además, Hun Sen estuvo vinculado con los dirigentes del régimen del Jemer Rojo, responsable en el periodo 1975-1979 de un genocidio que causó la muerte de más de 1,7 millones de personas, debido a tortura, privación de alimentos y medicamentos, trabajos y desplazamientos forzados.
En la actualidad, no se distinguen en el horizonte de la ASEAN dirigentes políticos demócratas como los que desea Tian Chua.
El primer ministro tailandés Thaksin Shinawatra, por ejemplo, mostró su desdén por la democracia al tratar de silenciar a sus opositores, y las políticas de la presidenta indonesia Megawati Sukarnoputri ante los separatistas de la occidental provincia de Aceh han sido criticadas por activistas humanitarios.
La democracia filipina se ha consolidado desde un levantamiento popular en 1986, pero la presidenta Gloria Macapagal Arroyo afronta problemas de legitimidad, porque no fue elegida directamente para ese cargo, sino que era vicepresidenta y asumió cuando Joseph Estrada debió renunciar en 2001, acusado de corrupción.
La ausencia de gobernantes comprometidos con la democracia ha frenado el desarrollo político de esta región, sostuvo el columnista Kavi Chongkittavorn, quien comenta asuntos de Asia sudoriental para el diario The Nation, que se edita en inglés.
El énfasis en la seguridad nacional tras los incidentes del 11 de septiembre (de 2001, cuando hubo ataques terroristas en Nueva York y Washington) sólo puede empeorar la situación, añadió. (